Botonera

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15.10.12

BI(T)BLIOGRAFÍA: "HOLLYWOOD CENSURADO", D. Black, Gregory, Madrid: Akal, 2012

COORDINADOR: AGUSTÍN RUBIO ALCOVER



D. BLACK, Gregory, Hollywood censurado,
Madrid: Akal, 2012

POR AARÓN RODRÍGUEZ SERRANO



GUARDARROPÍA PÚTRIDA (O DE LA PERTINENCIA)


Hollywood censurado no es, en justicia, una novedad editorial. Fue publicado en castellano por la Cambridge University Press allá por 1998 y contó con una reimpresión apenas un año después. Del mismo modo, no hubiera estado de más advertir al lector –más allá de una breve mención en la contraportada- que el libro forma un díptico con el no menos meritorio La cruzada contra el cine (1940-1975) (1), dato capital que hubiera permitido comprender por qué demonios el autor finaliza misteriosamente su periplo en 1939. Con lo que, por lo pronto, se impone una breve matización: Hollywood censurado acota única y exclusivamente un itinerario que comienza allá por 1907 con el auge masivo de los Nickelodeon y termina en el filo compuesto por Idiot´s Delight (Clarence Brown, 1939) y Las uvas de la ira (The Grapes of Wrath, John Ford, 1940). Del mismo modo, y para no llevarse a engaño, hay que subrayar que los títulos originales de ambos libros son elocuentemente diferentes de los de su edición española. En concreto, Hollywood censurado se tituló Hollywood censored: morality codes, catholies and the Movies. Por su parte, La cruzada contra el cine tenía por título completo The Catholic Crusade Against the Movies.  Dejamos al afilado lector sacar sus propias conclusiones al respecto.

Dicho esto, la reedición del primer libro de D. Black puede ser interpretada como un afortunado paso en esa doble estrategia editorial puesta en marcha por Akal que combina la recuperación de textos básicos (el John Ford de Gallager, la Historia Mundial del cine de Brunetta) con la propuesta de nuevas monografías nacionales. De hecho, su pertinencia política y combativa no deja de ser tristemente urgente en estos momentos en los que el cambio de gobierno ha propiciado el ya habitual corrimiento de tierras cultural y el exilio de aquellos representantes non gratos para el Nuevo Orden, por no hablar de –como ocurre con la traducción del libro que nos ocupa- ese habitual aluvión de Neolengua que aparece y desaparece según sople el viento del capital. Black comienza el libro citando al cardenal Roger Mahoney, en 1992, pidiendo el control del sexo y la violencia mediante la recuperación de las viejas medidas y los viejos códigos censores. Bien podría acercarse por nuestro país, veinte años después, y contemplar cómo los usos y costumbres de ciertas ideologías siguen siendo dolorosamente reincidentes.



Pero más allá de la pertinencia histórica que asegura la necesidad del texto, la investigación de Black bien puede ser considerada como la más rigurosa y exhaustiva que se ha publicado hasta la fecha en su campo. Al contrario que una gran parte de las Historias del Cine –que se limitan a mencionar un fantasmal “Código Hays” y a señalar anecdóticamente sus puntos más descabellados-, el logro de Hollywood censurado es la minuciosa labor de depuración de responsabilidades, explicación de los distintos contextos, exhumación de artículos de prensa y clarificación de las jerarquías de los poderes políticos, religiosos y cinematográficos. Hays no es retratado como ese pelele ultraconservador y mojigato que muchas veces se ha dejado traslucir en las lecturas apresuradas, sino como un estratega sibilino encargado de servir de puente entre los grandes estudios y las figuras de alto rango religioso. Lo mismo puede decirse de otros nombres de nefasto recuerdo como Joseph I. Breen, el obispo John Cantwell, Daniel Lord o Martin Quigley. Es destacable que el autor no pretende en ningún momento “humanizar” o generar ese tipo de “retratos humanos” con los que una cierta historiografía de baratillo parece excusar o reformular a los grandes canallas de un tiempo a esta parte. Al contrario, blindado tras una (siempre discutible) objetividad, Black apila sus propias declaraciones y ofrece una notable cantidad de referencias documentales que sugieren sus encuentros y sus desencuentros, sus pérdidas y sus negociaciones. Hollywood censurado puede ser disfrutado, en cierta medida, como una apasionante novela ensayística de aventuras en la que dos bandos enfrentados a lo largo de un par de décadas despliegan extrañas y sugerentes maniobras políticas para imponerse en el terreno de lo cinematográfico. Black es capaz –y, vaya por delante, se nos antoja una tarea titánica- de compaginar el rigor del historiador minucioso con la rapidez de estilo y la concisión de un buen narrador que se limita a desplegar sus cartas sobre el tapete, estreno tras estreno, polémica tras polémica, entrevista privada tras entrevista privada.

En esta dirección, podemos afirmar que Hollywood censurado realmente es capaz de aportar datos sólidos a esa extraña disciplina en peligro de extinción que se ha venido llamando la Historia del Cine. Si somos capaces de mantenernos en ese enfoque, podremos perdonar algunos de los fallos menores de la propuesta. Black no es un analista ni está interesado en entrar con cierta profundidad en las películas censuradas. Las descripciones de los argumentos de Scarface: El terror del hampa (Scarface, Howard Hawks y Richard Rosson, 1932) o No soy ningún ángel (I´m no Angel, Wesley Ruggles, 1932) no pasan de ser herramientas efímeras al servicio de la explicación histórica. Del mismo modo, se hubiera agradecido una descripción más pormenorizada de los mecanismos políticos/económicos que se establecieron entre los fascismos europeos en sus primeros años y la presión que ejercieron sobre los estudios de Hollywood en torno a la distribución internacional.


Por lo demás, Hollywood censurado funciona como un reloj y ofrece una exquisita ración de crítica histórica e ideológica, un inventario de esa guardarropía apolillada y rancia en la que un puñado de comprometidos hombres decidieron que, simplemente, sabían aquello que era moralmente bueno mostrar, sin dudas, sin anestesia, sin remordimiento. Después de todo, como decía antes, en España bien sabemos cómo funciona este viejo truco de magia. Llevamos practicándolo durante décadas con gran éxito de crítica y público.




1.  D. BLACK, Gregory, La cruzada contra el cine (1940-1975), Madrid, Editorial Akal, 2003.


Scarface, Howard Hawks