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3.12.15

VII. LA SUPERVIVENCIA. HERRAMIENTAS MÍNIMAS - REVISTA SHANGRILA Nº 25.




Masao Yamamoto


(...) Cuida. La memoria hace plegarias rotas. Cuida. La impotencia hace palabras. La enfermedad, en lo que rompe, hace escondite. Siempre cuida, insiste. Lo roto, duele. Lo que escribe, cuida. Cuida la oración. Si abajo buscas, toca. Cada vez, si cuidas, tocas este fondo movedizo. Qué incierto ruego hace la fe. Hace plegarias en un cuerpo. Toca. Toca. Si hay un dios, está en el tacto.

"Cuida", Alba Ceres Rodrigo
en La supervivencia. Herramientas mínimas


Revista Shangrila nº 25





28.9.15

XXX. "LA SITUACIÓN PUEDE QUE SE NOS VAYA DE LAS MANOS". "COBRA VERDE" (1987)", Santiago Rubín de Celis: "Werner Herzog. Espejismos de sueños olvidados".




Cobra Verde (1987)


(...) No son demasiadas las personas con las que Werner Herzog pasaría un buen rato charlando sobre el caminar. Y a uno le viene a la cabeza, así, de sopetón, aquello que escribe otro ilustre caminante, Henry David Thoreau: “En el curso de mi vida me he encontrado solo con una o dos personas que comprendiesen el arte de Caminar; esto es, de andar a pie; que tuvieran el don, por expresarlo así, de deambular”. Cualquiera que haya leído el famoso Del caminar sobre hielo (Barcelona: La Tempestad, 2003) sabrá que, para el cineasta muniqués, caminar no es ninguna tontería; más bien algo así como una vía de introspección similar al bushidō (no en vano la mejor traducción de este sería “el Camino” en vez de “el Código” del samurai). Así, consecuentemente, la primera recomendación del director –”el mundo se revela a aquellos que viajan andando”– a los alumnos de sus seminarios itinerantes de cine es que olviden el coche y el transporte público y se desplacen a pie a las clases. En esto, Herzog parece seguir los pasos del joven Leigh Fermor, que atravesó Europa a pie en la década de los treinta, desde la playa de Hoek van Holland a Constantinopla, recopilando vivencias que serían la base de algunos de sus libros. Miembro de esta happy few de “caminantes andantes” –como él mismo confesó en uno de sus libros–, otro viajero perpetuo, Bruce Chatwin, con el que Herzog compartía itinerarios, experiencias, desafíos. Solo era cuestión de tiempo, pues, que sus sendas acabaran encontrándose: el cineasta, sabiendo que Chatwin acababa de recorrer el outback australiano, le ofreció colaborar en Donde sueñan las verdes hormigas (Wo die grünen Ameisen träumen, 1984). La cosa no cuajó –la colaboración, me refiero–, pero de ahí surgió una “amistad” (quizás sería mejor decir una “camaradería”) que alcanzó lo más recóndito de todo: como los dos compartían el arte del caminar, pues, claro, lo más lógico es que hablaran de ello (...)


"La situación puede que se nos vaya
de las manos": Cobra Verde (1987)
Santiago Rubín de Celis

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Trayectos libros - 448 páginas
Shangrila Textos Aparte





15.5.14

XI. MARGUERITE DURAS. MOVIMIENTOS DEL DESEO. Revista Shangrila nº 20-21, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2014.




Hiroshima mon amour, Alain Resnais, 1958


Lo que ahí ocurre es precisamente
el silencio, ese lento trabajo de toda mi vida.
Marguerite Duras






Marguerite Duras escribe. El amor en su descarnadura, la música salvaje de la soledad. Más. La infancia quebrada, los harapos familiares. Más. El deseo. El hambre. La muerte. Digo el deseo, el hambre, la muerte, pero ella dice todo el deseo, toda el hambre, toda la muerte. La puerta entreabierta a la pérdida. Dice. Pasa. A la fascinación. Más. Escribe que recuerda, también que olvida. Más. Escribe lo peligroso mismo de escribir.
Pero hay algo que no nombra. (...)

Labrar el silencio y resistir
Alba Ceres Rodrigo







6.4.14

XVI. "FLEUR JAEGGY. TEMBLOR DE LENGUAJE", VV.AA., Swann libros 2, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2014.







Inocencia no es una palabra inocente. Pregúntales a las niñas de Fleur Jaeggy y verás qué bien te lo explican –ellas que pasan sus días por un filtro que apenas desea conocer el candor–. Tampoco infancia es una palabra infantil. Infancia es un vestido blanco, pero sucio, manchado de tierra o tinta. La inocencia es esa mancha y las niñas de Fleur Jaeggy la adoran, crecen porque esa mancha está ahí, porque sus dedos son azules después de haber escrito en sus cuadernos que algo desbordante todavía no les pertenece, el amor, la muerte, todo aquello que desconocen pero tientan, se arriesgan a sentir, se atreven a nombrar escapando de la línea recta de la caligrafía, torciendo las palabras. La infancia nombra y el tiempo ya se encargará del desencanto. Las niñas recluidas en Appenzell lo intuyen. Las niñas, recluidas en sus cuerpos, que no despuntan todavía, inventan un mundo en el que ensuciarse para estar listas cuando les llegue el momento de salir. Claro que inventar un mundo no es una acción inocente. Quien inventa un mundo, lo hace sin remilgos; si no, no inventa nada, ni siquiera merece la pena. Las niñas idean vivir. (...)



Arder la inocencia
Alba Ceres Rodrigo






Fleur Jaeggy
Temblor de lenguaje
VV.AA.


Swann libros 2
14x19cm. - 178 páginas (14 a color)
ISBN: 978-84-941753-5-0
PVP: 18.00 euros