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11.11.16

"CEREMONIAS DE LO FALSO ('BIENVENIDO MR. CHANCE' / 'LARS Y UNA CHICA DE VERDAD')", Ayoze García González y Mateo Sancho Cardiel, Shangrila 2016







   



"CEREMONIAS DE LO FALSO ('BIENVENIDO MR. CHANCE' / 'LARS Y UNA CHICA DE VERDAD')", Ayoze García González y Mateo Sancho Cardiel, Shangrila 2016







   



"CEREMONIAS DE LO FALSO ('BIENVENIDO MR. CHANCE' / 'LARS Y UNA CHICA DE VERDAD')", Ayoze García González y Mateo Sancho Cardiel, Shangrila 2016




Lawrence de Arabia, David Lean, 1962


[...] En un mundo lleno de opciones, cada vez es más difícil consensuar eso que se llama “mayoría”, pero la política, en cambio, ha decidido simplificar al máximo su oferta ideológica para aferrarse al concepto de masa homogénea, buscando desesperadamente lo poco que queda común a todos. Chance demuestra que no decir nada, en este caso, es la manera de que el otro adapte el discurso vacío a sus expectativas y quede satisfecho. Pero fuera de la fábula, las consecuencias de unos líderes gubernamentales que no construyen un discurso por no abrir divergencias frente al votante han sido gravísimas. La expresión “corrección política”, en su sentido literal, ha paralizado la madurez política universal, condenándola a un perpetuo estado “naif” en su cara vista y a una terrible doble moral en la cara oculta. 

Y es que aunque la diversificación del individuo ha puesto entre la espada y la pared al poder, quien para dominar tiene necesariamente que unificar, los políticos siguen ahí, paradójicamente, gracias al desdén del ciudadano hacia su figura. Nadie espera nada de ellos, sino que lo hagan mal, que certifiquen que la política ha acabado siendo inútil y que el mundo “va solo”. Que hasta Chance podría gobernarlo sin que dejara de ser el mismo mundo que encontró cuando llegó al poder. Y así, poco a poco, la ineficiencia política vende más al pueblo que representa. El engaño se ha convertido en rutina.

Un contraste entre un individuo que empieza a ser consciente de su naturaleza líquida y ese mismo individuo que no exige a quien le representa institucionalmente que sea igualmente flexible, sino que claudica ante la imposibilidad de cambiar un sistema anquilosado y mastodóntico. No deja de ser decepcionante que el hombre contemporáneo en constante cambio no haya repercutido en una política estancada en lo de siempre. ¿Hasta ahora? Ojalá. Pero resuenan como profecía las palabras de T. E. Lawrence que lastraron el cambio en una época que también parecía de cambios: “Cuando terminamos y amaneció el mundo nuevo, los hombres viejos volvieron a surgir y nos arrebataron nuestra victoria para rehacer el mundo según el modelo que ya conocían. La juventud pudo ganar, pero no había aprendido a conservar”.






   




10.11.16

"CEREMONIAS DE LO FALSO ('BIENVENIDO MR. CHANCE' / 'LARS Y UNA CHICA DE VERDAD')", Ayoze García González y Mateo Sancho Cardiel, Shangrila 2016




La vida de Adèle, Abdellatif Kechiche, 2013


[...] La vida de Adèle, como verdadera síntesis de la individualidad contemporánea: un yo en permanente búsqueda y en permanente insatisfacción por llegar a etiquetas que pensaba le darían sentimiento de pertenencia, pero solo lo dejan fuera de lugar, le causan decepción casi nada más llegar. [...]

En
La vida de Adèle está resumido el espíritu contemporáneo, que no es otro que el de la desorientación global: sexual, emocional, social, profesional... Hemos analizado previamente la huida de uno mismo, pero este filme muestra con contundencia sin igual la angustia por el verdadero hastío de uno mismo, el agotamiento que produce la sensación de ser inclasificable y redefinirse en cada instante.

Y es que en una sociedad con déficit de atención, de textos, documentos audiovisuales o relaciones de pareja cada vez más cortas, es fácil pensar como consecuencia lógica e inevitable que el siguiente paso en la cadena es que la convivencia con uno mismo se haga demasiado prolongada y tediosa, casi insoportable. Que tenga ganas de cambiar de yo, pero choque con la evidencia de que uno no puede negociar consigo mismo y acabar teniendo “una relación abierta” con su ser. Esto no nos libra de una desaforada batalla interna. Y las lágrimas de Adèle son tan amargas por seguir intentando reconciliarse consigo misma sin éxito. El pensar que el lesbianismo será el fin del camino, cuando no es así. Que la carrera profesional apagará sus instintos, de nuevo en vano. O que el estatus social calmará sus inseguridades. Adèle, esa síntesis de la persona que se deja ser pura víscera, reacciona a la vida como un animal asustado. Su gama de emociones y vulnerabilidad a diferentes impulsos es transparente e incorrupta, parece condenada a ser inasible no solo para el resto de las personas, sino sobre todo para sí misma. Ella aglutina en poquísimo tiempo lo que Milan Kundera, retratista de la insatisfacción, atribuía a toda una vida en
La inmortalidad con la siguiente metáfora:


De muy joven, era pudoroso y trataba de estar a oscuras al hacer el amor. Pero en la oscuridad tenía los ojos abiertos de par en par para ver al menos algo, gracias al débil rayo que se filtraba por la persiana. Después no solo se acostumbró a la luz sino que la requería. Cuando comprobaba que su acompañante tenía los ojos cerrados, la obligaba a abrirlos. Y un día comprobó con sorpresa que hacía el amor con la luz encendida pero cerraba los ojos. 

Hacía el amor y recordaba. 
Oscuridad con los ojos abiertos. 
Luz con los ojos abiertos. 
Luz con los ojos cerrados. 
El cuadrante de la vida.








   




9.11.16

"CEREMONIAS DE LO FALSO ('BIENVENIDO MR. CHANCE' / 'LARS Y UNA CHICA DE VERDAD')", Ayoze García González y Mateo Sancho Cardiel, Shangrila 2016








   




"CEREMONIAS DE LO FALSO ('BIENVENIDO MR. CHANCE' / 'LARS Y UNA CHICA DE VERDAD')", Ayoze García González y Mateo Sancho Cardiel, Shangrila 2016




INTRODUCCIÓN
¿Qué es lo real?


¿En qué ha quedado lo real en el siglo XXI? En la que fuera alumbrada como la era de “la sociedad de la información”, el acercamiento a lo real se ha convertido, curiosamente, en una tarea desglosada hasta el infinito, casi contraproducente. Tanto volumen de datos, de opiniones y perspectivas, de argumentaciones, de rapidez informativa llegada desde cualquier parte del mundo, ha acabado por enmarañar la sensación de realidad como ente tangible, ha creado una impresión de polivalencia inasible que ha sumido el nuevo siglo en la confusión. Así, emergen la narración, la simplificación o, más aún, el engaño, como únicas maneras de entrar en contacto con estructuras comprensibles, como verdades homologadas que generan la ilusión de poder definir un mundo que se ha demostrado fugitivo de toda clasificación.

Además de la multiplicación exponencial del “campo real” que supera el propio entendimiento individual, el ser humano se ha enfrentado a un conflicto todavía mayor: el de una realidad quizá decepcionante a la que ha buscado refugio similar en la ficción al que antaño encontró en la fe. Lo virtual acapara el protagonismo en la sociedad contemporánea y cada vez se parece más a su supuesto antónimo, lo real. La tecnología, la informática, internet…, abren una nueva línea de interacción y encuentran legión de seres que descubren facetas distintas de sí mismos solo con cambiar las reglas de presencia física o de comunicación no verbal. ¿Cuál es, entonces, su verdadera identidad? Y mientras, un sistema entero se colapsa y destapa la fragilidad de sus pilares “verdaderos” hasta construir la sensación de espejismo económico, político y social. Las certezas parecen haber caducado para siempre.

En 2012, cuando se empezó a escribir este libro, el cine tejió algunas de sus mejores películas alrededor de lo relativo, de lo ambiguo o de lo engañoso. El arte que nació en 1895 asustando a unos espectadores que pensaron que un tren caminaba hacia ellos, se pliega sobre sí mismo y reflexiona más que nunca sobre las sinergias entre una palabra de connotaciones positivas y mágicas como la invención –como el homenaje que Scorsese realizó a su oficio en
La invención de Hugo (Hugo, Martin Scorsese, 2011)– y su denostada hermana, su cara B: la manipulación. Y el cine se lanza a las tres dimensiones que lo acercan a la mimesis con la experiencia vital pero sigue pactando con cada espectador esa verdad irreal, que detona emociones auténticas a veces olvidadas por el compás alienante de una realidad en entredicho. Holy Motors (Leos Carax, 2012) planteaba desde su limusina blanca la multiplicidad de la identidad. La pregunta añeja del “¿quiénes somos?” dividida como la luz al pasar por una gota de agua, aunque en vez de en siete colores en nueve existencias distintas en un mismo día. ¿Es la aceptación de esa complejidad neutralizante y agotadora la única forma de asunción de la realidad contemporánea? ¿Ha olvidado el hombre quién es, en busca de la acumulación cuantitativa de facetas? En la casa (Dans la maison, François Ozon, 2012) ganaba en San Sebastián por defender la retórica como paleta con la que pintar una realidad gris, como narración mucho más estimulante que la enumeración objetiva de hechos y sensaciones del día a día. Como una Sherezade que se cuenta cuentos a sí misma para salvarse de una realidad que la ejecuta. Una apasionante creación frente a una tediosa objetividad. La vida de Pi (Life of Pi, Ang Lee, 2012) definía la espiritualidad como voluntad de decorar mejor la realidad a través del relato. Y César debe morir (Cesare deve morire, Paolo y Vittorio Taviani, 2012) triunfaba en Berlín por alzar la obra de Shakespeare como atenuante de la pérdida de libertades de los presos en la cárcel romana de Rebibbia y como rito por el cual acceder a los conflictos “reales” de sus protagonistas.

Conforme avanzaba el 2013, en el proceso de elaboración del libro, la urgencia por retratar, detonar o filtrar las historias a través del engaño aún arreció más.
Nebraska (Alexander Payne, 2013) captaba la difícil evolución de un ser bueno engañado respecto a la generosidad del hombre, que inicia un viaje crepuscular tras creer la publicidad que le asegura ha ganado un millón de dólares. Her (Spike Jonze, 2013) ponía al día la virtualidad de las relaciones y Joaquin Phoenix se enamoraba de su sofisticado y, por qué no, sexy sistema operativo con la voz de Scarlett Johansson. La gran estafa americana (American Hustle, David O. Russell, 2013) recuperaba el clásico juego de espejos identitarios con personajes que huyen hacia adelante, no vaya a ser que su propia y miserable verdad les alcance algún día. Woody Allen sumaba el engaño a gran escala de las estafas económicas culminadas por Bernard Madoff con el espejismo íntimo de un sosias de Blanche DuBois, esa Blue Jasmine (2013).

Y dos deslumbrantes documentales se encontraron explorando lo escurridizo de la verdad:
Searching for Sugar Man (Malik Bendjelloul, 2012) tenía en el cantante Rodríguez a una persona capaz de ser a la vez superestrella y perdedor olvidado o incluso estar vivo y muerto simultáneamente, mientras que The Act of Killing (Joshua Oppenheimer y Christine Cynn, 2012) utilizaba la representación de una barbarie histórica como manera de que sus responsables tomaran conciencia de la misma.

2014 fue el año de
Birdman, de Alejandro González Iñárritu, que triunfó en los Óscar con un retrato del desdoblamiento de un actor en decadencia, incapaz de encontrar su personalidad como artista, su identidad como hombre, y rodada, además, con la siempre inteligente pero indudablemente tramposa vocación de manipulación de un director que, esta vez, viste de plano secuencia y tono casi documental su acercamiento más honesto a la frivolidad y el espejismo.

Y en 2015 y 2016... digamos que el peso de la mentira en el cine no ha dejado de crecer, como también ocurre, fuera de las salas, en las esferas políticas y (redes) sociales.

En este nuevo volumen de la colección Intertextos de Shangrila Textos Aparte nos remontamos a dos cintas,
Bienvenido Mr. Chance (Being There, Hal Ashby, 1979) y Lars y una chica de verdad (Lars and the Real Girl, Craig Gillespie, 2007), que juegan con las percepciones, con los espejismos y los simulacros. No con el ver para creer, sino con el creer para ver. Fábulas amables de simplificación, en principio, por las que subyacen inquietantes mensajes sobre las bondades y los peligros de ese engaño, de la desconexión inconsciente o elegida con la realidad. Cuentos de doble o triple lectura que ponen contra las cuerdas el convenio social, que juegan con lo falso como catalizador de lo verdadero y que perfilan la necesidad del hombre de recurrir a los placebos. Temas recurrentes en arte, mitología, literatura y, por supuesto, cine. Juegos de espejos, de Narcisos que se multiplican y creen estar socializando entre ellos, o de soledades que se encuentran y se alivian. De ficciones que perduran y realidades que caducan. De democracias que se refrendan o de individuos que se desmarcan. Fantasías que nos hacen ser más reales. Y realidades que nos obligan a fantasear.






   




8.11.16

"CEREMONIAS DE LO FALSO ('BIENVENIDO MR. CHANCE' / 'LARS Y UNA CHICA DE VERDAD')", Ayoze García González y Mateo Sancho Cardiel, Shangrila 2016






Con la certeza de que el engaño es parte de nuestra realidad, los periodistas Ayoze García González y Mateo Sancho Cardiel se han propuesto en Ceremonias de lo falso descubrir cuántas máscaras hay bajo la máscara, cambiar sus identidades para encontrarse a sí mismos y usar la ficción cinematográfica para entender mejor un mundo que, cuanto más lo conocemos, más hace que tomemos conciencia de nuestra ignorancia.

No es cierto que este sea un libro sobre la mentira. No es cierto que este texto busque la verdad. Pero sí transita un sugerente camino por los espejos de la retórica, por los esfuerzos de definición de la ambigüedad, por la ilusión democrática en lo colectivo y la confusión identitaria en lo personal. Tendencias que arrecian en el siglo XXI, en la era de la información, del cambio de paradigma y de redes sociales que rompen las reglas del discurso y las relaciones personales.

Para caminar sobre estas arenas movedizas sin hundirse demasiado, los autores han elegido dos películas que pesan poco:
Bienvenido Mr. Chance (Hal Ashby, 1979), para el engaño público, y Lars y una chica de verdad (Craig Gillespie, 2007), para la ficción íntima. Y el desglose de los mensajes de múltiple lectura que, tras un tono amable y cómico, se agazapan en ambos filmes impulsa este libro en su propósito de ofrecer una peculiar visión de la historia del cine. Ese arte que, como todas las artes, cree en transmitir verdad a través de la representación, al tiempo que apuesta por la estética de la invención y la sabiduría de la fantasía. El cine a través del engaño. O quizá el cine como la más real de las mentiras.

Desde sus inicios, el séptimo arte ha vivido un toma y daca con la realidad: se ha inspirado en ella, se ha rebelado contra ella o ha influido en ella. Por eso, como arte de masas, el cine sirve a los autores como base para reflexionar sobre la sociedad contemporánea y el individuo del siglo XXI, en un momento de caducidad de las tradiciones, de intento de renovación de los valores y de puesta en duda de sistemas políticos, económicos y espirituales.

El cine sigue siendo, quizá por pocos años ya, el arte de nuestro tiempo y, por ello, una excelente herramienta para volver a plantear, sin dar una respuesta concreta, las preguntas más ambiciosas jamás formuladas: quiénes somos, de dónde venimos y adónde vamos. O dicho de otra manera: ¿qué estamos celebrando en esta ceremonia? ¿Y cuál es la realidad que estamos falseando?


Ayoze García González. (Puerto de la Cruz, 1982). Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, Máster de Periodismo ABC-UCM y licenciado en Musicología por la Universidad de La Rioja. Ha trabajado como redactor en periódicos digitales e impresos de Gran Canaria como Canarias Ahora y La Provincia, escribiendo ocasionalmente artículos sobre cine. Entre 2010 y 2014 dirigió y presentó el programa de radio La Linterna Mágica, dedicado al séptimo arte. Es autor de varios cortos, y su mediometraje Isføre fue seleccionado en la sección Canarias Cinema del Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria en su edición de 2016.

Mateo Sancho Cardiel. (Zaragoza, 1983). Comenzó su trayectoria como periodista de cine con 13 años, cuando presentaba un programa en Radio Jaca dedicado a comentar la película del único cine de la ciudad y a repasar la historia del séptimo arte. Desde entonces, su pasión por el universo cinematográfico le llevó a viajar a festivales de cine como San Sebastián o Berlín, que más adelante cubriría, junto con Cannes y Venecia, para medios como Radio 3 y la agencia Efe. En esta última trabajó nueve años, los tres últimos como corresponsal en Nueva York, ciudad en la que ahora reside y donde escribe para El País. Licenciado en Periodismo en 2005 en la Universidad Complutense de Madrid y actualmente cursando un máster en Problemas Sociales en la UNED, fue finalista al premio Anagrama de ensayo en 2012 con La revolución asexual y ha coordinado los dos volúmenes del Compendio ilustrado y azaroso de todo lo que siempre quiso saber sobre la lengua castellana, editado entre la Fundación del Español Urgente y Debate.