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4.12.15

IX. LA SUPERVIVENCIA. HERRAMIENTAS MÍNIMAS - REVISTA SHANGRILA Nº 25.




Samuel Beckett


A finales de los ‘60, aparece en Italia el Arte Povera. En un principio, formaron el grupo jóvenes artistas italianos como Alighiero Boetti, Luciano Fabro, Jannis Kounellis, Giulio Paolini, Pino Pascali o Emilio Prini. Posteriormente, el concepto povera se utilizó para referirse a artistas de otros lugares como Joseph Beuys, cuya creación guardaba, paralelamente, muchos puntos de conexión con la de estos creadores italianos. El Povera surgió como reacción contra el capitalismo post-industrial, ese capitalismo que Guy Debord llamó “la sociedad del espectáculo”, caracterizado fundamentalmente por la separación, la pérdida de todo contacto, de todo vínculo, una existencia mediatizada en la que el hombre se ha convertido en espectador y consumidor de sí mismo: “Toda la vida de las sociedades en las que reinan las condiciones modernas de producción se anuncia como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que antes era vivido directamente se ha alejado en una representación”. El arte de la sociedad del espectáculo, el arte en “la era de la reproductibilidad técnica”, es el kitsch, la obra de arte descontextualizada (y, en su descontextualización, desactivada); la obra de arte sometida a la lógica del consumismo, cuando el objeto deseado se convierte en obsoleto y desechable nada más ser adquirido –siendo inmediatamente sustituido por otro deseo. (...)



"Esta es mi vida. El pensamiento de la pobreza",
Ana Hidalgo
en La supervivencia. Herramientas mínimas

Revista Shangrila nº 25





31.5.14

XLV. MARGUERITE DURAS. MOVIMIENTOS DEL DESEO. Revista Shangrila nº 20-21, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2014.




Marguerite Duras y Robert Hossein en el rodaje de La Música, 1967




Ella extiende la seda negra sobre su rostro.
Tiembla. Él dice que se excusa.  Ella dice
que no es nada, que es aquella
palabra, pronunciada aquí, en esta
habitación. Ella dice además que
el amor puede llegar también de este modo,
escuchando decir de alguien
desconocido cómo eran sus ojos.
Marguerite Duras,
Los ojos azules pelo negro


En Marguerite Duras la palabra teatralizada es la palabra del deseo. La escritura de Duras es una escritura teatralizada y esto no solo cuando escribe obras de teatro o guiones cinematográficos sino en muchas de sus novelas, como El amor (L’amour, 1971), Los ojos azules pelo negro (Les yeux bleus cheveux noirs, 1986), Moderato cantabile (1958) o El hombre en el pasillo (L’homme assis dans le couloir, 1980). La palabra teatralizada es la palabra de la tercera persona, esa tercera persona que no vemos pero que entrevemos, cubierta por un velo, cuya presencia más que contacto es resonancia, nuestra intuición. No se trata del otro como misterio sino de un nombre sin historia, extenuante y sin embargo sacudiéndonos, un nombre ante el que el cuerpo se constituye sexual y negado, el nombre de Anne-Marie Stretter o el de Vera Baxter, cuando el deseo había llegado a tal punto que ya no se sentía nada, ni siquiera deseo, y la vida era sin fuerzas, presentida, dejándonos caer, esto es, como si la vida fuera decir “la vida”.
El teatro no es un género literario, no es palabra escrita, es decir, el teatro no es memoria, correspondencia, sino sexualidad y distancia, sexualidad de la distancia. El actor es un ser sexual y su sexualidad reside en su abandono, en su corporalidad signada. Los sexos son signos pero signos sin contenido, signos primordiales y olvidados, líneas trazadas en la gruta de la conciencia. (...)



Deseo y destino: La estructura
teatral en la obra de Marguerite Duras

Ana Hidalgo







7.4.14

XVIII. "FLEUR JAEGGY. TEMBLOR DE LENGUAJE", VV.AA., Swann libros 2, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2014.







Leo Proleterka (2001): el lenguaje es simple, cortante, descriptivo. Podríamos decir que su aliento es frío, pero esto podría hacernos creer que su lenguaje es insensible, distanciado, y estaríamos equivocados. Porque el frío no es insensibilidad ni lejanía sino despojamiento y concentración. El frío nos deja sin nada, y en este dejarnos sin nada el frío apunta hacia nosotros, nuestra carne, nuestra vida, nuestro tiempo. Todas las letras nos tocan, todas las palabras nos cortan, todas las frases nos dicen. Si el lenguaje está lleno, si las frases son desbordantes, allí sí habría lejanía, tantas capas de sentidos para protegernos, tantos significados desviándonos, defendiendo el núcleo del lenguaje –el núcleo: la mano cerrándose en nosotros–. Pero cuando el lenguaje se queda sin nada, cuando es él, solo él, sin otra cosa que ofrecer, en aquella aspereza, en aquella mirada al frente, porque las palabras también pueden ser una mirada al frente, entonces somos encontrados, apuntados, y ya no podríamos ocultarnos en ningún otro sitio. (...)



Un conocimiento en la más absoluta ajenidad
Ana Hidalgo






Fleur Jaeggy
Temblor de lenguaje
VV.AA.


Swann libros 2
14x19cm. - 178 páginas (14 a color)
ISBN: 978-84-941753-5-0
PVP: 18.00 euros