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12.12.15

XXVIII. LA SUPERVIVENCIA. HERRAMIENTAS MÍNIMAS - REVISTA SHANGRILA Nº 25.




Antiquíssima Orbis Delineatio - Mapa europeo del mundo antes de 1492




Lo desconocido es un elemento básico de la aventura. “Ir a la aventura” es una expresión que en el lenguaje cotidiano significa andar sin un plan, resolver sobre la marcha las necesidades de la vida diaria: reposo, comida, transporte o comunicación. Sobrevivir es buscarse la vida y este es precisamente el tema de la novela picaresca. El realismo que inaugura El Lazarillo de Tormes no se refiere solo al mundo social que representa literariamente el autor, o a la explícita representación crítica de la sociedad de su tiempo que el relato propone. Nos habla también del supremo pragmatismo que guía las peripecias de su protagonista. Ganarse el pan es la máxima aventura para los nacidos en el arroyo, donde no caben cuitas de caballero, ni amores corteses, ni gigantes o animales y tierras fabulosas. Aquí el escenario es el polvo de los caminos reales, los soportales de las plazas, las calles oscuras y pobladas de mendigos, los palos, la miseria, la escasez, el sometimiento a los notables, el adulterio y la prostitución. Esto es la novela moderna: el sacrificio, la suciedad y el sufrimiento de los de abajo contado en primera persona, como si no hubiera aventura bastante en sobrevivir cada día en una España imperial de desigualdades extremas, donde hasta la pequeña nobleza se encuentra en la miseria.

El Lazarillo de Tormes es un ejemplo clásico de narración de la supervivencia como aventura en el marco de la novela picaresca, el relato autobiográfico de un sobreviviente doméstico que no necesita ir a las Indias para correr una aventura diaria, que ni siquiera es un hidalgo como los conquistadores sino un miembro de la clase excluida que lucha por alcanzar una posición más desahogada, aun en el orden de los subalternos. Un realismo sucio (porque la realidad lo es) anclado en el materialismo, pragmatismo puro frente a las ideas románticas de honor y grandeza que acaban navegando en el delirio. El tipo de aventura que sale buscando Don Quijote ya solo es posible en los libros, porque la condición del hidalgo en su siglo es un resto ridículo de lo que fue (como se observa en el afectuoso relato que hace el autor de El Lazarillo del hidalgo de su novela, un sujeto que, en una relación invertida, debe ganarse los favores de Lázaro y depende, en definitiva, de este último). La aventura que busca Don Quijote, aunque con antecedentes en la novela y la narrativa de viajes de la Antigüedad, se vincula con el Ciclo Artúrico, cuyos desarrollos más populares en la España de Cervantes son el Amadís de Gaula y libros similares (...)

  "Traición en las Indias. Mentira y ficción
en las crónicas del Nuevo mundo"
Mariano Cruz 
en La supervivencia. Herramientas mínimas

Revista Shangrila nº 25




8.4.14

XX. "FLEUR JAEGGY. TEMBLOR DE LENGUAJE", VV.AA., Swann libros 2, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2014.







Cuando se termina una novela de Fleur Jaeggy uno no tiene la sensación de haber leído una novela corta. Sus narraciones se extienden más allá del espacio físico que ocupa el texto, en virtud de una extraña intensidad que brota de su escritura. Su estilo funciona como una serie de catas en el abismo, aunque cuantitativamente cortas, regresamos de esas lecturas con la sensación de haber contemplado la inmensidad. Lo mismo ocurre con sus relatos y en especial con su último libro publicado en castellano, Vidas conjeturales (Vite congetturali, 2009), un minúsculo volumen que recoge tres breves “biografías” de escritores y que es la expresión más perfecta hasta ahora dentro de su obra de esa escritura que lo dice todo sin apenas extenderse. Para que nos entendamos, no hablamos de un estilo condensatorio o impresionista, sino lúcidamente intenso. Otros han señalado su cercanía con la poesía y su último libro lo demuestra; basta con un par de citas breves del capítulo sobre Thomas De Quincey: “La hermana Jane vivió tres años. A su muerte, Thomas pensó que regresaría igual que el azafrán”. O: “Ahora Thomas se despide de la infancia como un califa de sus rosales”. Se trata de frases que no parecen cumplir una misión narrativa, o más bien que exceden esa misión para internarse en lo insondable poético, en ese afán de penetrar en el conocimiento poético que se extiende más allá de la palabra, que se acomete explorando, a través de la palabra, determinadas simas del lenguaje, y que hacen estallar los órdenes de la comunicación cotidiana y nos franquean el gozo de lo extraño donde se enrosca el conocimiento. Nos son conocidos intentos de este tipo en grandes poetas de toda época, desde Heráclito hasta Juan Ramón Jiménez o José Ángel Valente. (...)




Versos enigmáticos, malestar en el paraíso
Mariano Cruz García






Fleur Jaeggy
Temblor de lenguaje
VV.AA.


Swann libros 2
14x19cm. - 178 páginas (14 a color)
ISBN: 978-84-941753-5-0
PVP: 18.00 euros