La orgía de los muertos. Historia del cine de zombis español, de Rubén Sánchez Trigos (Sangila 2019) en la revista Fotogramas.
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4.9.19
RESEÑA EN LA REVISTA "FOTOGRAMAS" DEL LIBRO "LA ORGÍA DE LOS MUERTOS. HISTORIA DEL CINE DE ZOMBIS ESPAÑOL"
La orgía de los muertos. Historia del cine de zombis español, de Rubén Sánchez Trigos (Sangila 2019) en la revista Fotogramas.
4.7.19
IV. "LA ORGÍA DE LOS MUERTOS. HISTORIA DEL CINE DE ZOMBIS ESPAÑOL", Rubén Sánchez Trigos, Shangrila 2019"
Introducción
MUERTOS, INFECTADOS Y POSEÍDOS
y III
MUERTOS, INFECTADOS Y POSEÍDOS
y III
[...] En primer lugar, la compleja relación que el cine de terror español mantiene con el cine de terror foráneo, y que condiciona consistentemente cada uno de sus ciclos. Como Lázaro-Reboll advierte, “cualquier historia crítica del cine de terror español debe extenderse más allá de las historias del cine español y debe ser vista como parte de los flujos culturales transnacionales y de las tradiciones internacionales del cine de terror”. (59) Si, como trataré de demostrar en estas páginas, el cine de zombis producido en España comparte características cardinales con las corrientes y tradiciones extranjeras del género en cada uno de sus ciclos (el cine exploitation europeo en el caso de los años 60 y 70, el cine transnacional de terror en el de la última década), cualquier estudio del zombi en nuestra cinematografía debe empezar por poner en relación la filmografía de cineastas como Naschy, Franco, Jaume Balagueró o Paco Plaza con sus homólogos internacionales, y reconociendo en esta correlación una geografía cultural común. Esto implica una reevaluación de las principales teorías sobre el cine de terror llevadas a cabo por Andrew Tudor (60), Peter Hutchings (61), Robin Wood (62), Mark Jancovich (63) o Joan Hawkins (64) entre otros, a fin de examinar su posible pertinencia con respecto al caso español. Esta relación, por fortuna, ya está siendo abordada en los últimos años por parte de autores como Cathill y Tombs (65), Ian Olney (66), Steven J. Schneider (67) o Ernest Mathijs y Xavier Mendik. (68) Dichos autores han implantado nuevos enfoques con que aproximarse al cine popular de terror producido en Europa desde los años 60 (el llamado cine exploitation), en el que el cine español ocupa un papel destacado. Sus provocativas conclusiones sugieren, como repasaré en este trabajo llegado el momento, una lectura subversiva, postmoderna y contracultural por parte de estas películas de las normas cinematográficas determinadas por el canon crítico tradicional para el mainstream. Estos estudios nos serán de gran ayuda a la hora de abordar la representación del zombi en el cine español de los años 60 y 70, es decir, en la denominada edad de oro del cine exploitation, en la medida en que proporcionan las bases teóricas desde las que acercarse a la representación de cualquier personaje tipo y cualquier género abordado por el cine europeo popular en estas décadas.
59. Ibidem. p.3.
60. TUDOR, Andrew. Monsters and Mad Scientists: A cultural history of the horror film. Oxford: Blackwell, 1989.
61. HUTCHINGS, Peter. The horror film. Edinburgh: Pearson Education Limited, 2004.
62. WOOD, Robin. ‘The American Nightmare: Horror in the 70s’, en Hollywood from Vietnam to Reagan and Beyond. New York: Columbia University Press, 2003.
63. JANCOVICH, Mark (ed.) Horror, The Film Reader. London: Routledge, 2001.
64. HAWKINS, Joan. Cutting Edge: Art-Horror and the Horrorific Avant-Garde. Minneapolis: University Minessota Press, 2000.
65. TOHILL, Cathill y TOMBS, Peter. Immoral Tales: European Sex and Horror Movies 1956-1984, op.cit.
66. OLNEY, Ian. Eurohorror. Indiana: Indiana University Press, 2013.
67. SCHNEIDER, Steven J. 100 European Horror Films, op cit; SCHNEIDER, Steven Jay (ed.) Fear without frontiers. Horror Cinema Across the Globe. Surrey: Fab Press, 2003.
68. MATHIJS, Ernest y MENDIK, Xavier (Eds.) Alternative Europe: Eurotrash and Exploitation Cinema since 1945, op.cit.
En segundo lugar, Spanish horror film reivindica la necesidad de acercarse al cine de terror español desde la recepción de actores no estrictamente vinculados al canon crítico tradicional, tomando en cuenta, en cambio, los procesos de reasignación por los que determinadas películas adquieren un estatus de culto en el tiempo:
en relación a las historias canónicas de género y el papel que desempeñan los agentes culturales específicos en construcciones del canon y de la historia del cine español, los terrenos cambiantes de clasificación del género y del gusto, el impacto de los cambios tecnológicos en el desarrollo del género, y las formas en que los tipos de fandom escriben sobre el cine de terror español. (69)
69. LÁZARO-REBOLL, Antonio, op.cit. p.5.
No es de extrañar que, apelando a las corrientes de los estudios culturales sobre las que inequívocamente se erige, el trabajo de Lázaro-Reboll otorgue mayor consideración a aquellas fuentes culturales implicadas en la reconfiguración de un gusto alternativo al gusto “oficial”, como los fanzines, las páginas webs realizadas por aficionados, ciertos medios críticos, la prensa especializada y, sobre todo, las diferentes herramientas con que estas películas fueron promocionadas en el momento de su estreno (cartelería, afiches, publicidad en prensa). En otras palabras: su trabajo subraya la condición del cine español de terror (en especial el producido en el tardofranquismo) en tanto expresión de un fenómeno cultural e industrial europeo más amplio, no como un lastre estético o artístico (como ha podido sugerirse en el pasado), sino como parte intrínseca de su identidad cultural. Por supuesto, el cine de zombis español participa consistentemente de este escenario.
Así pues, la relación entre estos dos objetos de estudio (el zombi y el cine español de terror) conforma el objeto de este libro. Dado que el cine de zombis goza de una tradición de más setenta años, y dado que la vertiente española ocupa, como he afirmado, un espacio propio en las principales historias que se han escrito sobre el personaje, este trabajo se propone identificar aquellas características específicas que singularizan la producción española de zombis a lo largo de su historia con respecto a la tradición del subgénero global. Esta hipotética relación condiciona, por supuesto, la estructura del libro. Exige que, antes de examinar el caso español, abordemos una exploración, antropológica y universal del concepto del zombi, a fin de entender el sustrato cultural sobre el que reposa su introducción y evolución en el cine occidental, así como aquellas características básicas que se han mantenido relativamente intactas hasta hoy.
La primera sección, por lo tanto, tratará de establecer los criterios por los que voy a considerar zombi a un determinado personaje. Resulta paradójico que a pesar de la reciente profusión de estudios sobre este monstruo, exista todavía un vacío a la hora de alcanzar una definición totalizadora del mismo. Por el contrario, no pocos autores han llamado la atención sobre la dificultad de llegar a un consenso en este sentido, amparándose 1) En los muy distintos ámbitos en que el personaje se ha movido lo largo de su historia (en las culturas tribales de Sudáfrica, en las islas Antillas, en la medicina, en el cine, en la sociedad occidental moderna) 2) En la sorprendente y rápida evolución que el zombi ha experimentado en el campo del cine, desde el autómata de las primeras películas a la actual criatura rabiosa y veloz que representa el cine de hoy, y 3) En su constante hibridación/confusión con otros monstruos como el vampiro o el fantasma. Como Dendle afirma, “la superposición considerable entre los diversos monstruos cinematográficos impide la posibilidad de una definición totalizadora del zombi”. (70) La ausencia de una definición válida, siquiera aproximativa, dificulta también la obtención de cualquier tipo de taxonomía. A pesar de ello, autores como David Chalmers (71) y Kevin Boon (72) han aportado sus sugerencias en este sentido, como discutiré en este primer capítulo. Este es el motivo por el que empezaré intentando subsanar este vacío, ofreciendo, por un lado, mi propia propuesta definitoria (la cual también determinará el corpus de películas españolas a analizar), y por otro una posible taxonomía que ordene este mismo corpus y ofrezca un punto de partida adecuado desde el que abordar la producción española. El punto de inflexión de esta taxonomía será la existencia o no de una figura de poder que ejerza un control exterior sobre los zombis. Mi taxonomía, por lo tanto, mantendrá esta dicotomía como eje central para luego tomar en cuenta otras variables que pueden afectar a la representación formal del personaje: si está vivo o muerto, y si la naturaleza de la influencia zombificadora es sobrenatural o no.
70. DENDLE, Peter. The zombie movie encyclopedia, op.cit. p.13.
71. CHALMERS, David J. The Conscious Mind: In Search of a Fundamental Theory. New York, Oxford: Oxford University Press, 1996.
72. BOON, Kevin. ‘The Zombie as Other: Mortality and the Monstrous in the Post-Nuclear Age’. En Better off de dead. The evolution of the Zombie as Post-Human, op.cit. pp.50-60.
La estructura del resto del libro responde, pues, a los últimos enfoques sobre el estudio del cine de terror español aportados, como ya he adelantado, por autores como Lázaro-Reboll y Willis: el cine español como parte de un fenómeno transnacional específico localizado en Europa, que propicia una política de préstamos de cineastas, actores y géneros en la que las fronteras identitarias entre las diferentes cinematografías se difuminan. El primero de los capítulos de esta sección abordará el cine exploitation europeo: en él intentaré establece el singular marco socio-industrial en que surge esta forma de cine en la segunda mitad del siglo XX, para a continuación plantear una discusión acerca de las señas de identidad de estas películas, según el trabajo de Cathill y Tombs, Olney o Mathijs y Mendik. Tal y como estos autores lo han planteado, el cine exploitation que se desarrolla en Europa desde los años 50 hasta su declive en la década de los 80 comparte unas características comunes, a pesar de la heterogeneidad y los rasgos específicos de las muchas cinematografías implicadas en estas prácticas (rasgos que, a su vez, singularizan la producción de estos países). De acuerdo con Olney (73), estas películas llevan aún más lejos el paradigma del cine de terror postmoderno de Pinedo, e implican una subversión de las convenciones cinematográficas más elementales instauradas por el mainstream de Hollywood en el pasado, en la que prevalecen los excesos y la participación activa del espectador frente a la lógica narrativa más ortodoxa. Examinaré cómo los cineastas europeos responsables de estas películas desafiaron las nociones de “buen” y “mal” gusto, o de “buena” o “mala” narración, hasta proponer una reescritura postmoderna de géneros como el terror que cuestiona y difumina categorías cerradas como “culto” y “popular”. Estos rasgos sentarán en esencia los principios teóricos desde los que debe entenderse el cine de zombis español en su aproximación a los modelos clásicos o hegemónicos de la industria norteamericana estudiados en la segunda parte. Proporcionarán, en definitiva, un protocolo de lectura con que acercarse a las películas de Naschy, Franco o De Ossorio.
73. OLNEY, Ian, op.cit.
El siguiente capitulo trata sobre el cine español de terror de los años 60 y 70 y establecerá el marco político, cultural e industrial en que tiene lugar la eclosión de películas de terror que el cine español experimentó desde finales de los años 60 hasta mediados de la década siguiente. Dado que en el proceso de documentación preeliminar no he encontrado producciones de zombis españolas antes de estas fechas (a excepción de un ejemplo puntual que mencionaré al inicio de este capítulo), 1960 será nuestro punto de partida. Con este propósito, el capítulo planteará en primer lugar la compleja relación que la cultura española ha mantenido tradicionalmente con los géneros no realistas. Aquí los trabajos teóricos de David Roas (74) y de Miriam López (75) acerca de los inicios de lo fantástico y de lo gótico en nuestra literatura pueden ayudarnos a establecer un precedente del particular tratamiento que el género de terror ha obtenido en la cinematografía nacional. Roas, por ejemplo, ha demostrado la existencia de una tradición fantástica consolidada en las letras españolas, frente a un canon crítico “oficial” que ha tratado de negarla por motivos a veces religiosos, otras veces culturales y, finalmente, nacionales, fundamentados en el (falso) prejuicio según el cual España es un país eminentemente realista. El resto del capítulo adoptará una perspectiva histórica y de producción cultural para examinar con exhaustividad cuales son las condiciones industriales, sociales y cinematográficas por las que los cineastas españoles de los años 60 se lanzaron de una forma masiva, y por primera vez en su historia, a producir este tipo de cine. Finalmente, la siguiente sección se ocupará de abordar específicamente las características estéticas, industriales, temáticas y narrativas del cine de terror español de este periodo: por un lado, discutiendo lugares comunes en su estudio como la naturaleza estrictamente mimética de este cine o su consideración como un bloque homogéneo de películas de escaso presupuesto y acabado formal descuidado; por otro, poniéndolo en relación con las tendencias genéricas contemporáneas estudiadas en los anteriores capítulos, es decir, el cine exploitation europeo y el cine de terror postmoderno norteamericano. Se atenderá también a cómo la situación política española pudo condicionar representaciones propias de este género como el sexo, la violencia o, en general, los actos considerados inmorales. El objetivo de esta última sección es establecer el marco concreto a través del cual el zombi se introdujo en la cinematografía española, antes de abordar las películas como tal.
74. ROAS, David. De la maravilla al horror. Los inicios de lo fantástico en la cultura española (1750-1860). Pontevedra: Mirabel Editorial, 2006.
75. LÓPEZ, Miriam. La novela gótica en España (1788-1833). Pontevedra: Academia del Hispanismo, 2010. p.25.
El resto del libro se concentrará de forma específica en el análisis de la totalidad del cine de zombis producido en España hasta la actualidad. El orden será cronológico a fin de identificar, por primera vez en un estudio de estas características, los ciclos del cine de zombis español. La mayor dificultad en este sentido estriba en designar a aquellos personajes que cumplen con las características prescritas en mi propuesta definitoria, dificultad que se acrecienta con la natural hibridación/transgresión/subversión de convenciones que reviste el cine exploitation y el cine español en particular. Así, el capítulo ‘El cine español descubre al zombi’ se ocupará de las primeras producciones locales en las que se detecta la presencia del personaje, localizadas en la década de los años 60. Este periodo, denominado por Aguilar con el gráfico nombre de ‘Insinuación’ (1961-1967) (76), precede al éxito de La marca del hombre lobo (Enrique López Eguiluz, 1967) y La residencia (Narciso Ibáñez Serrador, 1969), propulsores del fenómeno industrial bajo el cual España produjo más de 200 títulos en un arco de tiempo de apenas siete años. El análisis de las películas comprendidas en estos años deberá tener en cuenta, pues, su singularidad como pioneras de un género hasta entonces industrialmente marginado en el contexto del cine español. Su estudio se abordará desde los tres enfoques planteados hasta ahora: las convenciones del zombi planteadas en la propuesta definitoria así como los principios teóricos del cine exploitation y del cine de terror español trazados en los capítulos anteriores.
76. AGUILAR, Carlos. 'Fantasia española: negra sangre caliente. p.19. En Cine fantástico y de terror español: 1900-1983, op. cit., pp.11.47.
El capítulo 'El cine español explota al zombi’ abarca el periodo que va desde finales de los años 60 hasta la caída del régimen franquista; es decir, los años en que se concentra la mayor producción de películas de terror en la historia de España. Una vez más, el mayor desafío radica en la manera en que las prácticas exploitation en las que se inscribe el cine español de género comportan la subversión/transgresión de categorías inamovibles en la tradición de terror precedente. En lo que respecta al zombi, cualquier intento de categorización como el que lleva a cabo este libro deberá tener en cuenta este proceso y entender la imposibilidad de obtener una taxonomía completamente cerrada como un rasgo de identidad cultural de estas películas.
El siguiente capítulo, ‘La producción diluida’, aborda los años 80 y la primera mitad de los años 90 como un periodo en el que el cine español de terror acusó un considerable descenso de su producción, lejos de los números registrados en las dos décadas anteriores; descenso del que el cine de zombis debe participar por fuerza. Esta es la razón por la que se concentrará un periodo de tiempo tan largo en un solo capítulo. Es representativo, por ejemplo, que Lázaro-Reboll divida su revisión del cine de terror español entre una producción pre-1975 y una producción post-1975, tomando el periodo que aquí me propongo a resumir como antesala del resurgir del género en la segunda mitad de los años 90.
El último capítulo, ‘Resurgimiento del zombi en el cine español’, recoge, pues, la producción más reciente tomando como punto de partida la nueva oleada de cineastas españoles interesados en el género que surgieron entre finales de los años noventa y principios del nuevo siglo. Es en el seno de esta nueva oleada de películas de terror españolas, de las que Lázaro-Reboll (77) ha destacado su carácter eminentemente transnacional, donde se dan los últimos ejemplos de cine de zombis producidos en España hasta el momento.
77. LÁZARO-REBOLL, Antonio. ‘Now playing everywhere: Spanish horror film in the maketplace’. En Contemporany Spanish cinema and genre, op cit. pp.65-87.
Por último (en realidad, la razón única por la que alguien debería escribir un prólogo) me gustaría agradecer a aquellas personas que han contribuido a mi trabajo y a la existencia misma de este libro. En primer lugar, a Edisa Mondelo, que dirigió la tesis doctoral que ha dado pie a estas páginas con una convicción inagotable; a mi amigo Andrés Peláez, que sabe de criaturas de la noche un millón de veces más que yo, y al que debo tardes interminables de pintas de Guinness discutiendo sobre cine y literatura de terror y sobre cosas que no tenían nada que ver con cine o con libros (o tal vez sí); a David Roas, por la confianza depositada en mí y por señalarnos el camino a los que hemos venido detrás; a Carlos Aguilar le debo que pusiera a mi disposición su inmenso bagaje personal y cinematográfico, y también algunos de los mejores platos que he probado en mi vida; a Antonio Lázaro-Reboll, que siempre tuvo tiempo para responder a mis cuestiones sobre cine de terror español desde Canterbury. Gracias a todos, pero sobre todo a ti, lector. Sin nadie al otro lado, no somos más que cadáveres andantes aullándole a la oscuridad.
59. Ibidem. p.3.
60. TUDOR, Andrew. Monsters and Mad Scientists: A cultural history of the horror film. Oxford: Blackwell, 1989.
61. HUTCHINGS, Peter. The horror film. Edinburgh: Pearson Education Limited, 2004.
62. WOOD, Robin. ‘The American Nightmare: Horror in the 70s’, en Hollywood from Vietnam to Reagan and Beyond. New York: Columbia University Press, 2003.
63. JANCOVICH, Mark (ed.) Horror, The Film Reader. London: Routledge, 2001.
64. HAWKINS, Joan. Cutting Edge: Art-Horror and the Horrorific Avant-Garde. Minneapolis: University Minessota Press, 2000.
65. TOHILL, Cathill y TOMBS, Peter. Immoral Tales: European Sex and Horror Movies 1956-1984, op.cit.
66. OLNEY, Ian. Eurohorror. Indiana: Indiana University Press, 2013.
67. SCHNEIDER, Steven J. 100 European Horror Films, op cit; SCHNEIDER, Steven Jay (ed.) Fear without frontiers. Horror Cinema Across the Globe. Surrey: Fab Press, 2003.
68. MATHIJS, Ernest y MENDIK, Xavier (Eds.) Alternative Europe: Eurotrash and Exploitation Cinema since 1945, op.cit.
En segundo lugar, Spanish horror film reivindica la necesidad de acercarse al cine de terror español desde la recepción de actores no estrictamente vinculados al canon crítico tradicional, tomando en cuenta, en cambio, los procesos de reasignación por los que determinadas películas adquieren un estatus de culto en el tiempo:
en relación a las historias canónicas de género y el papel que desempeñan los agentes culturales específicos en construcciones del canon y de la historia del cine español, los terrenos cambiantes de clasificación del género y del gusto, el impacto de los cambios tecnológicos en el desarrollo del género, y las formas en que los tipos de fandom escriben sobre el cine de terror español. (69)
69. LÁZARO-REBOLL, Antonio, op.cit. p.5.
No es de extrañar que, apelando a las corrientes de los estudios culturales sobre las que inequívocamente se erige, el trabajo de Lázaro-Reboll otorgue mayor consideración a aquellas fuentes culturales implicadas en la reconfiguración de un gusto alternativo al gusto “oficial”, como los fanzines, las páginas webs realizadas por aficionados, ciertos medios críticos, la prensa especializada y, sobre todo, las diferentes herramientas con que estas películas fueron promocionadas en el momento de su estreno (cartelería, afiches, publicidad en prensa). En otras palabras: su trabajo subraya la condición del cine español de terror (en especial el producido en el tardofranquismo) en tanto expresión de un fenómeno cultural e industrial europeo más amplio, no como un lastre estético o artístico (como ha podido sugerirse en el pasado), sino como parte intrínseca de su identidad cultural. Por supuesto, el cine de zombis español participa consistentemente de este escenario.
Así pues, la relación entre estos dos objetos de estudio (el zombi y el cine español de terror) conforma el objeto de este libro. Dado que el cine de zombis goza de una tradición de más setenta años, y dado que la vertiente española ocupa, como he afirmado, un espacio propio en las principales historias que se han escrito sobre el personaje, este trabajo se propone identificar aquellas características específicas que singularizan la producción española de zombis a lo largo de su historia con respecto a la tradición del subgénero global. Esta hipotética relación condiciona, por supuesto, la estructura del libro. Exige que, antes de examinar el caso español, abordemos una exploración, antropológica y universal del concepto del zombi, a fin de entender el sustrato cultural sobre el que reposa su introducción y evolución en el cine occidental, así como aquellas características básicas que se han mantenido relativamente intactas hasta hoy.
La primera sección, por lo tanto, tratará de establecer los criterios por los que voy a considerar zombi a un determinado personaje. Resulta paradójico que a pesar de la reciente profusión de estudios sobre este monstruo, exista todavía un vacío a la hora de alcanzar una definición totalizadora del mismo. Por el contrario, no pocos autores han llamado la atención sobre la dificultad de llegar a un consenso en este sentido, amparándose 1) En los muy distintos ámbitos en que el personaje se ha movido lo largo de su historia (en las culturas tribales de Sudáfrica, en las islas Antillas, en la medicina, en el cine, en la sociedad occidental moderna) 2) En la sorprendente y rápida evolución que el zombi ha experimentado en el campo del cine, desde el autómata de las primeras películas a la actual criatura rabiosa y veloz que representa el cine de hoy, y 3) En su constante hibridación/confusión con otros monstruos como el vampiro o el fantasma. Como Dendle afirma, “la superposición considerable entre los diversos monstruos cinematográficos impide la posibilidad de una definición totalizadora del zombi”. (70) La ausencia de una definición válida, siquiera aproximativa, dificulta también la obtención de cualquier tipo de taxonomía. A pesar de ello, autores como David Chalmers (71) y Kevin Boon (72) han aportado sus sugerencias en este sentido, como discutiré en este primer capítulo. Este es el motivo por el que empezaré intentando subsanar este vacío, ofreciendo, por un lado, mi propia propuesta definitoria (la cual también determinará el corpus de películas españolas a analizar), y por otro una posible taxonomía que ordene este mismo corpus y ofrezca un punto de partida adecuado desde el que abordar la producción española. El punto de inflexión de esta taxonomía será la existencia o no de una figura de poder que ejerza un control exterior sobre los zombis. Mi taxonomía, por lo tanto, mantendrá esta dicotomía como eje central para luego tomar en cuenta otras variables que pueden afectar a la representación formal del personaje: si está vivo o muerto, y si la naturaleza de la influencia zombificadora es sobrenatural o no.
70. DENDLE, Peter. The zombie movie encyclopedia, op.cit. p.13.
71. CHALMERS, David J. The Conscious Mind: In Search of a Fundamental Theory. New York, Oxford: Oxford University Press, 1996.
72. BOON, Kevin. ‘The Zombie as Other: Mortality and the Monstrous in the Post-Nuclear Age’. En Better off de dead. The evolution of the Zombie as Post-Human, op.cit. pp.50-60.
La estructura del resto del libro responde, pues, a los últimos enfoques sobre el estudio del cine de terror español aportados, como ya he adelantado, por autores como Lázaro-Reboll y Willis: el cine español como parte de un fenómeno transnacional específico localizado en Europa, que propicia una política de préstamos de cineastas, actores y géneros en la que las fronteras identitarias entre las diferentes cinematografías se difuminan. El primero de los capítulos de esta sección abordará el cine exploitation europeo: en él intentaré establece el singular marco socio-industrial en que surge esta forma de cine en la segunda mitad del siglo XX, para a continuación plantear una discusión acerca de las señas de identidad de estas películas, según el trabajo de Cathill y Tombs, Olney o Mathijs y Mendik. Tal y como estos autores lo han planteado, el cine exploitation que se desarrolla en Europa desde los años 50 hasta su declive en la década de los 80 comparte unas características comunes, a pesar de la heterogeneidad y los rasgos específicos de las muchas cinematografías implicadas en estas prácticas (rasgos que, a su vez, singularizan la producción de estos países). De acuerdo con Olney (73), estas películas llevan aún más lejos el paradigma del cine de terror postmoderno de Pinedo, e implican una subversión de las convenciones cinematográficas más elementales instauradas por el mainstream de Hollywood en el pasado, en la que prevalecen los excesos y la participación activa del espectador frente a la lógica narrativa más ortodoxa. Examinaré cómo los cineastas europeos responsables de estas películas desafiaron las nociones de “buen” y “mal” gusto, o de “buena” o “mala” narración, hasta proponer una reescritura postmoderna de géneros como el terror que cuestiona y difumina categorías cerradas como “culto” y “popular”. Estos rasgos sentarán en esencia los principios teóricos desde los que debe entenderse el cine de zombis español en su aproximación a los modelos clásicos o hegemónicos de la industria norteamericana estudiados en la segunda parte. Proporcionarán, en definitiva, un protocolo de lectura con que acercarse a las películas de Naschy, Franco o De Ossorio.
73. OLNEY, Ian, op.cit.
El siguiente capitulo trata sobre el cine español de terror de los años 60 y 70 y establecerá el marco político, cultural e industrial en que tiene lugar la eclosión de películas de terror que el cine español experimentó desde finales de los años 60 hasta mediados de la década siguiente. Dado que en el proceso de documentación preeliminar no he encontrado producciones de zombis españolas antes de estas fechas (a excepción de un ejemplo puntual que mencionaré al inicio de este capítulo), 1960 será nuestro punto de partida. Con este propósito, el capítulo planteará en primer lugar la compleja relación que la cultura española ha mantenido tradicionalmente con los géneros no realistas. Aquí los trabajos teóricos de David Roas (74) y de Miriam López (75) acerca de los inicios de lo fantástico y de lo gótico en nuestra literatura pueden ayudarnos a establecer un precedente del particular tratamiento que el género de terror ha obtenido en la cinematografía nacional. Roas, por ejemplo, ha demostrado la existencia de una tradición fantástica consolidada en las letras españolas, frente a un canon crítico “oficial” que ha tratado de negarla por motivos a veces religiosos, otras veces culturales y, finalmente, nacionales, fundamentados en el (falso) prejuicio según el cual España es un país eminentemente realista. El resto del capítulo adoptará una perspectiva histórica y de producción cultural para examinar con exhaustividad cuales son las condiciones industriales, sociales y cinematográficas por las que los cineastas españoles de los años 60 se lanzaron de una forma masiva, y por primera vez en su historia, a producir este tipo de cine. Finalmente, la siguiente sección se ocupará de abordar específicamente las características estéticas, industriales, temáticas y narrativas del cine de terror español de este periodo: por un lado, discutiendo lugares comunes en su estudio como la naturaleza estrictamente mimética de este cine o su consideración como un bloque homogéneo de películas de escaso presupuesto y acabado formal descuidado; por otro, poniéndolo en relación con las tendencias genéricas contemporáneas estudiadas en los anteriores capítulos, es decir, el cine exploitation europeo y el cine de terror postmoderno norteamericano. Se atenderá también a cómo la situación política española pudo condicionar representaciones propias de este género como el sexo, la violencia o, en general, los actos considerados inmorales. El objetivo de esta última sección es establecer el marco concreto a través del cual el zombi se introdujo en la cinematografía española, antes de abordar las películas como tal.
74. ROAS, David. De la maravilla al horror. Los inicios de lo fantástico en la cultura española (1750-1860). Pontevedra: Mirabel Editorial, 2006.
75. LÓPEZ, Miriam. La novela gótica en España (1788-1833). Pontevedra: Academia del Hispanismo, 2010. p.25.
El resto del libro se concentrará de forma específica en el análisis de la totalidad del cine de zombis producido en España hasta la actualidad. El orden será cronológico a fin de identificar, por primera vez en un estudio de estas características, los ciclos del cine de zombis español. La mayor dificultad en este sentido estriba en designar a aquellos personajes que cumplen con las características prescritas en mi propuesta definitoria, dificultad que se acrecienta con la natural hibridación/transgresión/subversión de convenciones que reviste el cine exploitation y el cine español en particular. Así, el capítulo ‘El cine español descubre al zombi’ se ocupará de las primeras producciones locales en las que se detecta la presencia del personaje, localizadas en la década de los años 60. Este periodo, denominado por Aguilar con el gráfico nombre de ‘Insinuación’ (1961-1967) (76), precede al éxito de La marca del hombre lobo (Enrique López Eguiluz, 1967) y La residencia (Narciso Ibáñez Serrador, 1969), propulsores del fenómeno industrial bajo el cual España produjo más de 200 títulos en un arco de tiempo de apenas siete años. El análisis de las películas comprendidas en estos años deberá tener en cuenta, pues, su singularidad como pioneras de un género hasta entonces industrialmente marginado en el contexto del cine español. Su estudio se abordará desde los tres enfoques planteados hasta ahora: las convenciones del zombi planteadas en la propuesta definitoria así como los principios teóricos del cine exploitation y del cine de terror español trazados en los capítulos anteriores.
76. AGUILAR, Carlos. 'Fantasia española: negra sangre caliente. p.19. En Cine fantástico y de terror español: 1900-1983, op. cit., pp.11.47.
El capítulo 'El cine español explota al zombi’ abarca el periodo que va desde finales de los años 60 hasta la caída del régimen franquista; es decir, los años en que se concentra la mayor producción de películas de terror en la historia de España. Una vez más, el mayor desafío radica en la manera en que las prácticas exploitation en las que se inscribe el cine español de género comportan la subversión/transgresión de categorías inamovibles en la tradición de terror precedente. En lo que respecta al zombi, cualquier intento de categorización como el que lleva a cabo este libro deberá tener en cuenta este proceso y entender la imposibilidad de obtener una taxonomía completamente cerrada como un rasgo de identidad cultural de estas películas.
El siguiente capítulo, ‘La producción diluida’, aborda los años 80 y la primera mitad de los años 90 como un periodo en el que el cine español de terror acusó un considerable descenso de su producción, lejos de los números registrados en las dos décadas anteriores; descenso del que el cine de zombis debe participar por fuerza. Esta es la razón por la que se concentrará un periodo de tiempo tan largo en un solo capítulo. Es representativo, por ejemplo, que Lázaro-Reboll divida su revisión del cine de terror español entre una producción pre-1975 y una producción post-1975, tomando el periodo que aquí me propongo a resumir como antesala del resurgir del género en la segunda mitad de los años 90.
El último capítulo, ‘Resurgimiento del zombi en el cine español’, recoge, pues, la producción más reciente tomando como punto de partida la nueva oleada de cineastas españoles interesados en el género que surgieron entre finales de los años noventa y principios del nuevo siglo. Es en el seno de esta nueva oleada de películas de terror españolas, de las que Lázaro-Reboll (77) ha destacado su carácter eminentemente transnacional, donde se dan los últimos ejemplos de cine de zombis producidos en España hasta el momento.
77. LÁZARO-REBOLL, Antonio. ‘Now playing everywhere: Spanish horror film in the maketplace’. En Contemporany Spanish cinema and genre, op cit. pp.65-87.
Por último (en realidad, la razón única por la que alguien debería escribir un prólogo) me gustaría agradecer a aquellas personas que han contribuido a mi trabajo y a la existencia misma de este libro. En primer lugar, a Edisa Mondelo, que dirigió la tesis doctoral que ha dado pie a estas páginas con una convicción inagotable; a mi amigo Andrés Peláez, que sabe de criaturas de la noche un millón de veces más que yo, y al que debo tardes interminables de pintas de Guinness discutiendo sobre cine y literatura de terror y sobre cosas que no tenían nada que ver con cine o con libros (o tal vez sí); a David Roas, por la confianza depositada en mí y por señalarnos el camino a los que hemos venido detrás; a Carlos Aguilar le debo que pusiera a mi disposición su inmenso bagaje personal y cinematográfico, y también algunos de los mejores platos que he probado en mi vida; a Antonio Lázaro-Reboll, que siempre tuvo tiempo para responder a mis cuestiones sobre cine de terror español desde Canterbury. Gracias a todos, pero sobre todo a ti, lector. Sin nadie al otro lado, no somos más que cadáveres andantes aullándole a la oscuridad.
3.7.19
III. "LA ORGÍA DE LOS MUERTOS. HISTORIA DEL CINE DE ZOMBIS ESPAÑOL", Rubén Sánchez Trigos, Shangrila 2019"
Introducción
MUERTOS, INFECTADOS Y POSEÍDOS
II
MUERTOS, INFECTADOS Y POSEÍDOS
II
[...] En cuanto al ámbito académico, los estudios sobre la narrativa de zombis se han concentrado sobre todo a lo largo de las dos últimas décadas, encontrándonos en estos momentos en un pico de popularidad entre autores y estudiosos impensable hace veinte años. Así, Kevin Boon (21) considera que los estudios sobre el zombi pueden dividirse en dos categorías: por un lado, aquellos que examinan “la evolución socio-histórica del mito a través de paisajes culturales”, y por otro aquellos que se decantan por la “crítica psico-filosófica” para aclarar la naturaleza del personaje y su relación con la consciencia humana. Sin embargo, aunque la profusión actual de trabajos es ciertamente considerable, sería del todo injusto e inexacto sugerir que hasta ahora el zombi ha estado absolutamente marginado como objeto de estudio en las universidades y, en general, en las bibliografías dedicadas a la cultura popular. En su prólogo al ensayo colectivo Generation Zombie, Stephanie Boluk y Wylie Lenz reconocen la “importante deuda” (22) que tanto su volumen como otros anteriores al suyo mantienen con los estudios críticos que Robin Wood publicara ya en los años 70. (23) Así, aunque podría decirse que es Dendle quien instaura en 2001 (24) la estructura formal de dichos estudios (los orígenes antropológicos del monstruo, propuestas de ciclos, un canon crítico de películas que sigue más o menos intacto hasta hoy), es Wood el primer autor que aborda la representación del zombi en el cine desde los postulados del psicoanálisis social, más concretamente desde la confrontación entre la normalidad y la anormalidad, una línea que va a influir poderosamente en autores posteriores, y que incluso, como advierte Hutchings, ha dominado también gran parte de los estudios más importantes sobre el cine de terror de los últimos treinta años, por mucho que en estos momentos dicha línea sea objeto de cuestión. (25)
21. BOON, Kevin. ‘And the dead shall rise’, en CHRISTIE, Deborah y LAURO, Juliet (eds.) Better off de dead. The evolution of the Zombie as Pots-Human. New York: Fordham University Press. 2011. p.6.
22. BOLUK, Stephanie y LENZ, Wylie. ‘Introduction: Generation Z, the age of apocalypse’, en BOLUK, Stephanie y LENZ, Wylie (eds.) Generation zombie. Essays on the living dead in the modern culture. Jefferson, North Carolina: McFarland & Company, 2011. p.11.
23. En realidad, Bolulk y Lenz no se refieren a un estudio específico del personaje, sino a los muy influyentes comentarios sobre el cine de zombis incluidos en WOOD, Robin. ‘The American Nightmare: Horror in the 70s’, en Hollywood from Vietnam to Reagan and Beyond. New York: Columbia University Press, 2003. pp.63-84.
24. DENDLE, Peter. The zombie movie encyclopedia. Jefferson, North Carolina: McFarland & Company, 2001.
25. HUTCHINGS, Peter. The horror film. Edinburgh: Pearson Education Limited, 2004. p.171.
Resulta significativo, aunque no sorprendente, que durante tanto tiempo las publicaciones sobre el personaje, fuera y dentro del ámbito académico, se hayan circunscrito casi exclusivamente al ámbito del cine. (26) No en vano, para Dendle el zombi es, sobre todo, un monstruo puramente cinematográfico (27), en tanto no goza de tradición literaria que lo respalde, sino folclórica, y en tanto es el cine el que populariza al personaje para la cultura occidental. Como consecuencia de esta singular característica, su representación en este medio ha eclipsado durante mucho tiempo otras manifestaciones del personaje como las que tienen lugar en la literatura, el teatro, la radio o el cómic del siglo XX, relegadas a poco más que un pie de página. Lo que esta profusión de trabajos parecía sugerir hasta ahora, quizás engañosamente, es que la mayor parte de los rasgos desarrollados por la narrativa zombi en cualquiera de estos medios toma su modelo esencialmente de las películas, siquiera para transgredirlo, subvertirlo o simplemente para enriquecer su particular mitología. La contundente influencia que la obra de George A. Romero ha ejercido sobre el subgénero desde finales de los años 60 (con la instauración de lo que Bishop denomina “un nuevo paradigma”) (28) y la ingente cantidad de bibliografía que ha generado desde entonces es, quizás, uno de los ejemplos más obvios de esta supuesta hegemonía fílmica, aunque no es el único. El mismo Dendle ha alertado sobre esto último, al advertir que “junto con la secuela de Romero –Zombie (Dawn of the dead)– La noche… (se refiere a La noche de los muertos vivientes) ha seguido disfrutando de una atención crítica y académica sin igual en comparación con cualquiera de las otras películas zombi”. (29) En la actualidad podríamos añadir la serie The walking dead (AMC, 2010-) como un nuevo foco que ha acaparado la inmensa mayoría de la atención crítica y académica sobre el personaje (y en cualquier caso, estaríamos ante una nueva reformulación del paradigma zombi post-Romero).
26. Véase (citando sólo los trabajos que abarcan la historia completa del cine zombi, y obviando aquellos que se centran sólo en la obra de Romero): KAY, Glenn. Zombie movies: The Ultimate Guide. Chicago: Chicago Review Press, 2008; CHENERY, Craig. Blood Splatter: A Guide to Cinematic Zombie Violence, Gore and Special Effects. Createspace, 2012.
27. Dendle ya afirma esto en su fundacional The zombie movie encyclopedia. Posteriormente, desarrolla la idea en su artículo ‘The zombie as barometer of cultural anxiety’, op.cit.
28. BISHOP, Kyle. American zombie gothic. The rise and fall (and rise) of the walking dead in popular culture. Jefferson, North Carolina: McFarland & Company, 2010. pp.94-129.
29. DENDLE, Peter. The zombie as barometer of cultural anxiety. p.50.
Ahora bien, en los últimos años nuevos estudios colectivos como Zombie culture (30), Generation Zombie (31) o Better of dead (32) han sugerido que la presencia del zombi en la cultura popular occidental es un fenómeno mucho más complejo de lo que Wood (y quienes le siguieron) plantearon en un principio. Estos estudios no sólo redefinen al zombi como una poderosa metáfora multidisciplinar susceptible de aplicarse a ámbitos tan dispares como la filosofía, la publicidad, la sociología o la informática (los famosos ordenadores zombi), sino que han cubierto importantes lagunas bibliográficas en cuanto a su presencia y representación en la cultura popular del siglo pasado y del presente. Estas publicaciones parecen sugerir que, si bien hitos cinematográficos del subgénero como La legión de los hombres sin alma (White Zombie, Víctor Halperin, 1932) o La noche de los muertos vivientes (Night of living dead, George A. Romero, 1968) han ejercido una obvia (y en ocasiones determinante) influencia sobre la narrativa zombi en los años siguientes a sus estrenos, existe también una buena cantidad de excepciones en forma de literatura, películas, cómics o series de televisión que enriquece notablemente (y hace más complejo) el estudio del personaje. Por ejemplo, Palacios afirma que, mientras en los años 30 y 40 una mayoría significativa de películas explotaba los orígenes afrocaribeños del mito –cf. La venganza de los zombies (Revenge of the zombies, Steven Sekely, 1943), Voodoo man, (William Beaudine, 1944)–, gran parte de los cuentos publicados en revistas pulp como Weird Tales o Astounding Stories fueron aún más lejos y aportaron un buen puñado de novedades formales y conceptuales que sólo más tarde fueron incorporadas por el cine, como la presencia de zombis que actúan sin el control de un amo, la introducción del gore o la idea del zombi como amenaza colectiva. (33)
30. McINTOSH, Shawn y LEVERETTE, Marc (eds). Zombie culture: autopsies of the living dead. Maryland: Scarecrow Press, 2008.
31. BOLUK, Stephanie y LENZ, Wylie (eds.) Generation zombie. Essays on the living dead in the modern culture, op.cit.
32. CHRISTIE, Deborah y LAURO, Juliet (eds.) Better off de dead. The evolution of the Zombie as Post-Human, op.cit.
33. PALACIOS, Jesús, op.cit. pp.186-191.
Lo que esta nueva perspectiva parece proponer es que cualquier investigación que pretenda aproximarse al zombi como icono popular del siglo XX debería ser lo suficientemente flexible como para, admitiendo el enorme potencial del medio cinematográfico a la hora de popularizar a este monstruo, tener en cuenta que el pasado siglo vivió también el auge de medios tan importantes como la radio o el cómic (esenciales en la conformación del imaginario popular de su primera mitad), y que el zombi apareció representado en ellos prácticamente desde sus inicios (34); a veces, incluso, antes que en el cine, como es el caso de la literatura de no ficción. “El cine no tiene el dominio exclusivo sobre el zombi”, afirma Boon, “El zombi ha invadido cada forma de arte americano, incluyendo el teatro, la música, la literatura, la performance, la pintura y la escultura”. (35) Si de lo que se trata en este trabajo, por lo tanto, es de analizar las claves de la evolución del personaje en la ficción popular de Occidente, poniendo un énfasis especial en el caso español, no parece apropiada una aproximación que limite su atención al cine, sino que resulta más enriquecedor partir de las pautas y los ciclos historiográficos instaurados por trabajos como el de Dendle o Russell (36), para, al mismo tiempo, incorporar eventualmente los últimos hallazgos en materia de literatura, radio, cómic o televisión presentes en estudios como los que acabo de mencionar. No se trata, en cualquier caso, de obtener una panorámica completa de la cultura zombi a lo largo de su historia, sino que resulta importante considerar las complejas relaciones que el cine ha mantenido con los otros medios como método para entender las diferentes maneras en que el subgénero ha sido percibido a lo largo de los años. Tampoco se trata de adscribirse a una o varias líneas en concreto que interpreten los posibles discursos psico-filosóficos subyacentes en este subgénero, sino de identificar aquellas convenciones (estéticas, temáticas y narrativas) que predominan en cada periodo, a fin de discutir de qué manera ha dialogado con ellas el cine español a lo largo de su historia, apropiándose o no de las mismas, subvirtiéndolas, potenciando unas y marginando otras.
34. Como veremos más adelante, algunos de los trabajos que se han ocupado de la representación del zombi en estos medios son: VIALS, Chris. ‘The origin of the zombie in American Radio and Film: B-Horror, U.S. Empire, and the Politics of Disavowal’, en Generation zombie, op.cit. pp.41-54; HAND, Richard. ‘Undead Radio: Zombies and the Living Dead on 1930s and 1940s Radio drama’, en Better off de dead. The evolution of the Zombie as Pots-Human. pp.39-49.
35. BOON, Kevin. “And the dead shall rise”, en Better off de dead. The evolution of the Zombie as Post-Human. pp.5-8.
36. RUSELL, Jamie, op.cit.
Este trabajo se propone, pues, aplicar al campo del cine español muchas de las teorías desarrolladas sobre el zombi en la cultura popular en las últimas décadas. Debido a esto, parece necesario conciliar estas aportaciones con los nuevos enfoques aparecidos en el estudio de la vertiente popular de nuestra cinematografía. Tradicionalmente, el cine español como objeto de estudio ha privilegiado los enfoques autorales, estéticos o nacionales, desatendiendo aspectos como la recepción o la relación con las tradiciones del cine de género foráneas. En consecuencia, hasta hace relativamente poco el cine popular español constituía aún un campo sin explorar, virtualmente ausente de las principales aproximaciones historiográficas. En el contexto de nuestra cinematografía, esto, inevitablemente, ha conllevado desestimar aquellos géneros y subgéneros españoles (si este último término resulta pertinente) que han conectado con el público de una forma más acusada: el cine de folclóricas, el cine de niños, la comedia de destape o, finalmente, el cine de terror, donde se contextualiza el cine de zombis. Un punto importante de inflexión se produjo en la segunda mitad de los años 80 con la publicación de Out of the past: Spanish Cinema after Franco (37), de John Hopewell. El trabajo de Hopewell supone la avanzadilla de un proceso de introducción del cine español en los programas de investigación de las principales escuelas europeas y estadounidenses pioneras en la aplicación de los estudios culturales. Como Lázaro-Reboll y Andrew Willis afirman, este desarrollo tiene que entenderse en un contexto más amplio: por un lado, el interés académico en la teoría cultural y la historia cultural en la década de 1980, por otro el nuevo escenario metodológico que propicia la disponibilidad y la comercialización de películas en vídeo. (38) Así, de acuerdo a lo apuntado por Jay Beck y Vicente Rodríguez en su introducción al volumen Contemporany Spanish cinema and genre (39), actualmente el cine popular español experimenta una creciente revitalización como objeto de estudio de la mano de una nueva generación de autores. Esto ha facilitado nuevas formas de aproximarse a géneros como el fantástico o el terror. Núria Triana-Toribio, Barry Jordan, Rikki Morgan-Tamosunas, Steven Marsh, Jo Labanyi, Andrew Willis, Antonio Lázaro-Reboll, Antonio Santamaria o Peter Buse (40), entre otros, han redefinido el cine de género español como un complejo espacio de representación en el que entran en juego muy distintas tensiones locales, regionales, nacionales, supranacionales y mundiales, y en el que la propia noción de “cine español” merece ser reconsiderada. (41)
37. HOPEWELL, John. Out of the past: Spanish Cinema after Franco. London: BFI, 1986.
38. LÁZARO-REBOLL, Antonio y WILLIS, Andrew. ‘Introduction: film studies, Spanish cinema and questions of the popular’. En Spanish Popular Cinema. Machester: Manchester University Press, 2004. pp.1-23.
39. BECK, Jay y RODRÍGUEZ ORTEGA, Vicente. ‘Introduction’. En BECK, Jay y RODRÍGUEZ ORTEGA, Vicente (eds.). Contemporany Spanish cinema and genre. Manchester: Manchester University Press, 2008. pp.1-27.
40. Ibidem. p.2.
41. Ibidem. p.15.
En España, los estudios culturales aplicados al cine se han implantado con retraso, a mediados de los años 90, como recuerda Manuel Palacio. (42) Para Palacio, dos han sido las causas de este desfase. Por un lado, “el poco interés analítico –la falta de legitimación universitaria, podría decirse – que suscita en España la cultura popular ha restado capacidad de penetración” (43) a esta clase de metodologías. Por otro,
los estudios de género, las problemáticas que suscita la representación de las minorías o los procesos identitarios establecidos a partir de las imágenes en movimiento ocupan como temas de investigación o docencia una posición marginal en el panorama intelectual del país; lo que –como corolario– ha producido que las materias en las que se pueden profundizar en estos asuntos son “rara avis” en los recorridos curriculares y desde luego más lugar de encuentro para los iniciados en las materias que espacio de debate con públicos masivos. (44)
42. PALACIO, Manuel. ‘Estudios culturales y cine en España’. En Comunicar. Revista científica de comunicación y educación. Vol. XV, 2007. pp.69-73.
43. Ibidem. p.70.
44. Ibidem.
La progresiva implantación de estos estudios en nuestro país en los últimos veinte años, la reivindicación que desde el universo del aficionado se ha hecho de cineastas como Franco, Naschy o De Ossorio, y la mayor facilidad, vía DVD o Internet, a la hora de acceder a películas marginadas en los cánones críticos tradicionales han abierto el camino a acercarse al cine de terror español desde posiciones académicas inéditas hasta ahora. Un esfuerzo pionero en este sentido lo constituyó la publicación en 1974 del volumen colectivo Cine español, cine de subgéneros (45), donde entre otros artículos dedicados a vertientes locales como el spaghetti-western, se abordaba el auge del cine de terror (el denominado fantaterror) que España experimentaba desde finales de los años 60. El libro fue el primero que analizó la filmografía de cineastas como Naschy (46), Franco, León Klimovsky o Amando de Ossorio y que estableció algunas de las líneas capitales en el estudio de estas películas, como la relación entre la represión estética e ideológica del régimen franquista y las representaciones de sexo y violencia, más tarde desarrolladas por hispanistas como Marsha Kinder. (47) Por desgracia, como advierten Beck y Rodríguez, el volumen también es representativo de los muchos prejuicios conservadores con que el cine de terror español ha sido abordado durante mucho tiempo (el mismo prefijo sub del título parece apuntar en esta dirección). En general, los autores parecen reproducir la dicotomía tradicional entre lo que constituye el “buen” cine (películas procedentes de autores en sintonía con los grandes maestros del cine “culto” europeo de vanguardia) y el “mal” cine (imitaciones de bajo presupuesto de aquellos géneros populares que triunfan en el extranjero, estéticamente pobres y realizadas bajo parámetros puramente “artesanos”).
45. Equipo ‘Cartelera Turia’, Cine español, cine de subgéneros. Valencia: Fernando Torres, 1974.
46. En 1974 Naschy aún no había debutado como director (esto no ocurriría hasta Inquisición en 1976). Se le analiza aquí, por lo tanto, en calidad de actor y guionista.
47. KINDER, Marsha. Blood Cinema. The reconstruction of National Identity of Spain. Berkeley: University of California Press, 1993.
La línea abierta por Cine español, cine de subgéneros ha fructificado a lo largo de los años en pocas y contadas manifestaciones en el ámbito español. Trabajos como los dos volúmenes editados por Carlos Aguilar en 1999 y 2005 (Cine fantástico y de terror español: 1900-1983 (48) y Cine fantástico y de terror español: 1984 y 2004) (49) han resultado las aproximaciones historiográficas y críticas más relevantes, seguidos de otros ejemplos más recientes como Profanando el sueño de los muertos, escrito por el director del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, Ángel Sala. (50) En lo que se refiere al campo académico, las aportaciones han sido también escasas, aunque en un número creciente que se ha intensificado en los últimos y más recientes años; tesis doctorales como las de Adolfo Camilo Díaz (El cine fantaterrorífico español. Una aproximación al género fantaterrorífico en España a través del cine de Paul Naschy) (51), Francisco Javier Pulido (La descomposición del tardofranquismo vista a través de los medios de comunicación de masas: un análisis sociológico de la filmografía de Profilmes) (52), Aída Cordero (Aportaciones de Narciso Ibáñez Serrador al cine fantástico-terrorífico español) (53), Aída Cruz (Los inicios de lo fantástico en la televisión española: Historias para no dormir y su herencia audiovisual, 1966-1976) (54), o Andrés Peláez Paz (El vampiro en el cine español) (55), entre otros, merecen destacarse.
48. AGUILAR, Carlos (ed.) Cine fantástico y de terror español: 1900-1983, op.cit.
49. AGUILAR, Carlos (ed.). Cine fantástico y de terror español: 1984 y 2004. San Sebastián: Donostia Kultura, 2005.
50. SALA, Ángel. Profanando el sueño de los muertos. Pontevedra: Scifiworld, 2010.
51. CAMILO DÍAZ, Adolfo, op.cit.
52. Universidad Complutense de Madrid, 2011.
53. Universidad Complutense de Madrid, 2015.
54. Universitat Autònoma de Barcelona, 2015.
55. Universidad Rey Juan Carlos, 2017.
21. BOON, Kevin. ‘And the dead shall rise’, en CHRISTIE, Deborah y LAURO, Juliet (eds.) Better off de dead. The evolution of the Zombie as Pots-Human. New York: Fordham University Press. 2011. p.6.
22. BOLUK, Stephanie y LENZ, Wylie. ‘Introduction: Generation Z, the age of apocalypse’, en BOLUK, Stephanie y LENZ, Wylie (eds.) Generation zombie. Essays on the living dead in the modern culture. Jefferson, North Carolina: McFarland & Company, 2011. p.11.
23. En realidad, Bolulk y Lenz no se refieren a un estudio específico del personaje, sino a los muy influyentes comentarios sobre el cine de zombis incluidos en WOOD, Robin. ‘The American Nightmare: Horror in the 70s’, en Hollywood from Vietnam to Reagan and Beyond. New York: Columbia University Press, 2003. pp.63-84.
24. DENDLE, Peter. The zombie movie encyclopedia. Jefferson, North Carolina: McFarland & Company, 2001.
25. HUTCHINGS, Peter. The horror film. Edinburgh: Pearson Education Limited, 2004. p.171.
Resulta significativo, aunque no sorprendente, que durante tanto tiempo las publicaciones sobre el personaje, fuera y dentro del ámbito académico, se hayan circunscrito casi exclusivamente al ámbito del cine. (26) No en vano, para Dendle el zombi es, sobre todo, un monstruo puramente cinematográfico (27), en tanto no goza de tradición literaria que lo respalde, sino folclórica, y en tanto es el cine el que populariza al personaje para la cultura occidental. Como consecuencia de esta singular característica, su representación en este medio ha eclipsado durante mucho tiempo otras manifestaciones del personaje como las que tienen lugar en la literatura, el teatro, la radio o el cómic del siglo XX, relegadas a poco más que un pie de página. Lo que esta profusión de trabajos parecía sugerir hasta ahora, quizás engañosamente, es que la mayor parte de los rasgos desarrollados por la narrativa zombi en cualquiera de estos medios toma su modelo esencialmente de las películas, siquiera para transgredirlo, subvertirlo o simplemente para enriquecer su particular mitología. La contundente influencia que la obra de George A. Romero ha ejercido sobre el subgénero desde finales de los años 60 (con la instauración de lo que Bishop denomina “un nuevo paradigma”) (28) y la ingente cantidad de bibliografía que ha generado desde entonces es, quizás, uno de los ejemplos más obvios de esta supuesta hegemonía fílmica, aunque no es el único. El mismo Dendle ha alertado sobre esto último, al advertir que “junto con la secuela de Romero –Zombie (Dawn of the dead)– La noche… (se refiere a La noche de los muertos vivientes) ha seguido disfrutando de una atención crítica y académica sin igual en comparación con cualquiera de las otras películas zombi”. (29) En la actualidad podríamos añadir la serie The walking dead (AMC, 2010-) como un nuevo foco que ha acaparado la inmensa mayoría de la atención crítica y académica sobre el personaje (y en cualquier caso, estaríamos ante una nueva reformulación del paradigma zombi post-Romero).
26. Véase (citando sólo los trabajos que abarcan la historia completa del cine zombi, y obviando aquellos que se centran sólo en la obra de Romero): KAY, Glenn. Zombie movies: The Ultimate Guide. Chicago: Chicago Review Press, 2008; CHENERY, Craig. Blood Splatter: A Guide to Cinematic Zombie Violence, Gore and Special Effects. Createspace, 2012.
27. Dendle ya afirma esto en su fundacional The zombie movie encyclopedia. Posteriormente, desarrolla la idea en su artículo ‘The zombie as barometer of cultural anxiety’, op.cit.
28. BISHOP, Kyle. American zombie gothic. The rise and fall (and rise) of the walking dead in popular culture. Jefferson, North Carolina: McFarland & Company, 2010. pp.94-129.
29. DENDLE, Peter. The zombie as barometer of cultural anxiety. p.50.
Ahora bien, en los últimos años nuevos estudios colectivos como Zombie culture (30), Generation Zombie (31) o Better of dead (32) han sugerido que la presencia del zombi en la cultura popular occidental es un fenómeno mucho más complejo de lo que Wood (y quienes le siguieron) plantearon en un principio. Estos estudios no sólo redefinen al zombi como una poderosa metáfora multidisciplinar susceptible de aplicarse a ámbitos tan dispares como la filosofía, la publicidad, la sociología o la informática (los famosos ordenadores zombi), sino que han cubierto importantes lagunas bibliográficas en cuanto a su presencia y representación en la cultura popular del siglo pasado y del presente. Estas publicaciones parecen sugerir que, si bien hitos cinematográficos del subgénero como La legión de los hombres sin alma (White Zombie, Víctor Halperin, 1932) o La noche de los muertos vivientes (Night of living dead, George A. Romero, 1968) han ejercido una obvia (y en ocasiones determinante) influencia sobre la narrativa zombi en los años siguientes a sus estrenos, existe también una buena cantidad de excepciones en forma de literatura, películas, cómics o series de televisión que enriquece notablemente (y hace más complejo) el estudio del personaje. Por ejemplo, Palacios afirma que, mientras en los años 30 y 40 una mayoría significativa de películas explotaba los orígenes afrocaribeños del mito –cf. La venganza de los zombies (Revenge of the zombies, Steven Sekely, 1943), Voodoo man, (William Beaudine, 1944)–, gran parte de los cuentos publicados en revistas pulp como Weird Tales o Astounding Stories fueron aún más lejos y aportaron un buen puñado de novedades formales y conceptuales que sólo más tarde fueron incorporadas por el cine, como la presencia de zombis que actúan sin el control de un amo, la introducción del gore o la idea del zombi como amenaza colectiva. (33)
30. McINTOSH, Shawn y LEVERETTE, Marc (eds). Zombie culture: autopsies of the living dead. Maryland: Scarecrow Press, 2008.
31. BOLUK, Stephanie y LENZ, Wylie (eds.) Generation zombie. Essays on the living dead in the modern culture, op.cit.
32. CHRISTIE, Deborah y LAURO, Juliet (eds.) Better off de dead. The evolution of the Zombie as Post-Human, op.cit.
33. PALACIOS, Jesús, op.cit. pp.186-191.
Lo que esta nueva perspectiva parece proponer es que cualquier investigación que pretenda aproximarse al zombi como icono popular del siglo XX debería ser lo suficientemente flexible como para, admitiendo el enorme potencial del medio cinematográfico a la hora de popularizar a este monstruo, tener en cuenta que el pasado siglo vivió también el auge de medios tan importantes como la radio o el cómic (esenciales en la conformación del imaginario popular de su primera mitad), y que el zombi apareció representado en ellos prácticamente desde sus inicios (34); a veces, incluso, antes que en el cine, como es el caso de la literatura de no ficción. “El cine no tiene el dominio exclusivo sobre el zombi”, afirma Boon, “El zombi ha invadido cada forma de arte americano, incluyendo el teatro, la música, la literatura, la performance, la pintura y la escultura”. (35) Si de lo que se trata en este trabajo, por lo tanto, es de analizar las claves de la evolución del personaje en la ficción popular de Occidente, poniendo un énfasis especial en el caso español, no parece apropiada una aproximación que limite su atención al cine, sino que resulta más enriquecedor partir de las pautas y los ciclos historiográficos instaurados por trabajos como el de Dendle o Russell (36), para, al mismo tiempo, incorporar eventualmente los últimos hallazgos en materia de literatura, radio, cómic o televisión presentes en estudios como los que acabo de mencionar. No se trata, en cualquier caso, de obtener una panorámica completa de la cultura zombi a lo largo de su historia, sino que resulta importante considerar las complejas relaciones que el cine ha mantenido con los otros medios como método para entender las diferentes maneras en que el subgénero ha sido percibido a lo largo de los años. Tampoco se trata de adscribirse a una o varias líneas en concreto que interpreten los posibles discursos psico-filosóficos subyacentes en este subgénero, sino de identificar aquellas convenciones (estéticas, temáticas y narrativas) que predominan en cada periodo, a fin de discutir de qué manera ha dialogado con ellas el cine español a lo largo de su historia, apropiándose o no de las mismas, subvirtiéndolas, potenciando unas y marginando otras.
34. Como veremos más adelante, algunos de los trabajos que se han ocupado de la representación del zombi en estos medios son: VIALS, Chris. ‘The origin of the zombie in American Radio and Film: B-Horror, U.S. Empire, and the Politics of Disavowal’, en Generation zombie, op.cit. pp.41-54; HAND, Richard. ‘Undead Radio: Zombies and the Living Dead on 1930s and 1940s Radio drama’, en Better off de dead. The evolution of the Zombie as Pots-Human. pp.39-49.
35. BOON, Kevin. “And the dead shall rise”, en Better off de dead. The evolution of the Zombie as Post-Human. pp.5-8.
36. RUSELL, Jamie, op.cit.
Este trabajo se propone, pues, aplicar al campo del cine español muchas de las teorías desarrolladas sobre el zombi en la cultura popular en las últimas décadas. Debido a esto, parece necesario conciliar estas aportaciones con los nuevos enfoques aparecidos en el estudio de la vertiente popular de nuestra cinematografía. Tradicionalmente, el cine español como objeto de estudio ha privilegiado los enfoques autorales, estéticos o nacionales, desatendiendo aspectos como la recepción o la relación con las tradiciones del cine de género foráneas. En consecuencia, hasta hace relativamente poco el cine popular español constituía aún un campo sin explorar, virtualmente ausente de las principales aproximaciones historiográficas. En el contexto de nuestra cinematografía, esto, inevitablemente, ha conllevado desestimar aquellos géneros y subgéneros españoles (si este último término resulta pertinente) que han conectado con el público de una forma más acusada: el cine de folclóricas, el cine de niños, la comedia de destape o, finalmente, el cine de terror, donde se contextualiza el cine de zombis. Un punto importante de inflexión se produjo en la segunda mitad de los años 80 con la publicación de Out of the past: Spanish Cinema after Franco (37), de John Hopewell. El trabajo de Hopewell supone la avanzadilla de un proceso de introducción del cine español en los programas de investigación de las principales escuelas europeas y estadounidenses pioneras en la aplicación de los estudios culturales. Como Lázaro-Reboll y Andrew Willis afirman, este desarrollo tiene que entenderse en un contexto más amplio: por un lado, el interés académico en la teoría cultural y la historia cultural en la década de 1980, por otro el nuevo escenario metodológico que propicia la disponibilidad y la comercialización de películas en vídeo. (38) Así, de acuerdo a lo apuntado por Jay Beck y Vicente Rodríguez en su introducción al volumen Contemporany Spanish cinema and genre (39), actualmente el cine popular español experimenta una creciente revitalización como objeto de estudio de la mano de una nueva generación de autores. Esto ha facilitado nuevas formas de aproximarse a géneros como el fantástico o el terror. Núria Triana-Toribio, Barry Jordan, Rikki Morgan-Tamosunas, Steven Marsh, Jo Labanyi, Andrew Willis, Antonio Lázaro-Reboll, Antonio Santamaria o Peter Buse (40), entre otros, han redefinido el cine de género español como un complejo espacio de representación en el que entran en juego muy distintas tensiones locales, regionales, nacionales, supranacionales y mundiales, y en el que la propia noción de “cine español” merece ser reconsiderada. (41)
37. HOPEWELL, John. Out of the past: Spanish Cinema after Franco. London: BFI, 1986.
38. LÁZARO-REBOLL, Antonio y WILLIS, Andrew. ‘Introduction: film studies, Spanish cinema and questions of the popular’. En Spanish Popular Cinema. Machester: Manchester University Press, 2004. pp.1-23.
39. BECK, Jay y RODRÍGUEZ ORTEGA, Vicente. ‘Introduction’. En BECK, Jay y RODRÍGUEZ ORTEGA, Vicente (eds.). Contemporany Spanish cinema and genre. Manchester: Manchester University Press, 2008. pp.1-27.
40. Ibidem. p.2.
41. Ibidem. p.15.
En España, los estudios culturales aplicados al cine se han implantado con retraso, a mediados de los años 90, como recuerda Manuel Palacio. (42) Para Palacio, dos han sido las causas de este desfase. Por un lado, “el poco interés analítico –la falta de legitimación universitaria, podría decirse – que suscita en España la cultura popular ha restado capacidad de penetración” (43) a esta clase de metodologías. Por otro,
los estudios de género, las problemáticas que suscita la representación de las minorías o los procesos identitarios establecidos a partir de las imágenes en movimiento ocupan como temas de investigación o docencia una posición marginal en el panorama intelectual del país; lo que –como corolario– ha producido que las materias en las que se pueden profundizar en estos asuntos son “rara avis” en los recorridos curriculares y desde luego más lugar de encuentro para los iniciados en las materias que espacio de debate con públicos masivos. (44)
42. PALACIO, Manuel. ‘Estudios culturales y cine en España’. En Comunicar. Revista científica de comunicación y educación. Vol. XV, 2007. pp.69-73.
43. Ibidem. p.70.
44. Ibidem.
La progresiva implantación de estos estudios en nuestro país en los últimos veinte años, la reivindicación que desde el universo del aficionado se ha hecho de cineastas como Franco, Naschy o De Ossorio, y la mayor facilidad, vía DVD o Internet, a la hora de acceder a películas marginadas en los cánones críticos tradicionales han abierto el camino a acercarse al cine de terror español desde posiciones académicas inéditas hasta ahora. Un esfuerzo pionero en este sentido lo constituyó la publicación en 1974 del volumen colectivo Cine español, cine de subgéneros (45), donde entre otros artículos dedicados a vertientes locales como el spaghetti-western, se abordaba el auge del cine de terror (el denominado fantaterror) que España experimentaba desde finales de los años 60. El libro fue el primero que analizó la filmografía de cineastas como Naschy (46), Franco, León Klimovsky o Amando de Ossorio y que estableció algunas de las líneas capitales en el estudio de estas películas, como la relación entre la represión estética e ideológica del régimen franquista y las representaciones de sexo y violencia, más tarde desarrolladas por hispanistas como Marsha Kinder. (47) Por desgracia, como advierten Beck y Rodríguez, el volumen también es representativo de los muchos prejuicios conservadores con que el cine de terror español ha sido abordado durante mucho tiempo (el mismo prefijo sub del título parece apuntar en esta dirección). En general, los autores parecen reproducir la dicotomía tradicional entre lo que constituye el “buen” cine (películas procedentes de autores en sintonía con los grandes maestros del cine “culto” europeo de vanguardia) y el “mal” cine (imitaciones de bajo presupuesto de aquellos géneros populares que triunfan en el extranjero, estéticamente pobres y realizadas bajo parámetros puramente “artesanos”).
45. Equipo ‘Cartelera Turia’, Cine español, cine de subgéneros. Valencia: Fernando Torres, 1974.
46. En 1974 Naschy aún no había debutado como director (esto no ocurriría hasta Inquisición en 1976). Se le analiza aquí, por lo tanto, en calidad de actor y guionista.
47. KINDER, Marsha. Blood Cinema. The reconstruction of National Identity of Spain. Berkeley: University of California Press, 1993.
La línea abierta por Cine español, cine de subgéneros ha fructificado a lo largo de los años en pocas y contadas manifestaciones en el ámbito español. Trabajos como los dos volúmenes editados por Carlos Aguilar en 1999 y 2005 (Cine fantástico y de terror español: 1900-1983 (48) y Cine fantástico y de terror español: 1984 y 2004) (49) han resultado las aproximaciones historiográficas y críticas más relevantes, seguidos de otros ejemplos más recientes como Profanando el sueño de los muertos, escrito por el director del Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya, Ángel Sala. (50) En lo que se refiere al campo académico, las aportaciones han sido también escasas, aunque en un número creciente que se ha intensificado en los últimos y más recientes años; tesis doctorales como las de Adolfo Camilo Díaz (El cine fantaterrorífico español. Una aproximación al género fantaterrorífico en España a través del cine de Paul Naschy) (51), Francisco Javier Pulido (La descomposición del tardofranquismo vista a través de los medios de comunicación de masas: un análisis sociológico de la filmografía de Profilmes) (52), Aída Cordero (Aportaciones de Narciso Ibáñez Serrador al cine fantástico-terrorífico español) (53), Aída Cruz (Los inicios de lo fantástico en la televisión española: Historias para no dormir y su herencia audiovisual, 1966-1976) (54), o Andrés Peláez Paz (El vampiro en el cine español) (55), entre otros, merecen destacarse.
48. AGUILAR, Carlos (ed.) Cine fantástico y de terror español: 1900-1983, op.cit.
49. AGUILAR, Carlos (ed.). Cine fantástico y de terror español: 1984 y 2004. San Sebastián: Donostia Kultura, 2005.
50. SALA, Ángel. Profanando el sueño de los muertos. Pontevedra: Scifiworld, 2010.
51. CAMILO DÍAZ, Adolfo, op.cit.
52. Universidad Complutense de Madrid, 2011.
53. Universidad Complutense de Madrid, 2015.
54. Universitat Autònoma de Barcelona, 2015.
55. Universidad Rey Juan Carlos, 2017.
Una vez más, la universidad anglosajona lleva algunos años tomando la delantera. Los investigadores más activos en este campo han sido Antonio Lázaro-Reboll, Andrew Willis y Xavier Aldana Reyes, entre otros, cuyas publicaciones continuas en los últimos quince años sobre aspectos del cine de terror español como su condición industrial, la existencia de posiciones autorales en su seno o su deconstrucción/subversión de las convenciones clásicas, han llevado a cabo un proceso de reasignación crítica del cine popular español en el marco de la historia de nuestra cinematografía. Su metodología, en particular en lo que respecta a Lázaro-Reboll y Willis (Aldana Reyes destaca sobre todo por su reformulación del gótico en la cultura española audiovisual y literaria) se ha fundamentado en el concepto de paracinema de Jeffrey Sconce (56), un protocolo de lectura para aquellas formas de cinematografía rechazadas por la cultura legítima, y en las teorías de Pierre Bourdieu (57) acerca del papel de los gustos y de los efectos de la discriminación contraestética. El trabajo de Lázaro-Reboll ha obtenido su culminación en el volumen Spanish horror film (58), probablemente el trabajo más ambicioso, desde este punto de vista, publicado hasta la fecha. El libro propone una revisión, a través de estos preceptos, de la totalidad de la historia del cine de terror español desde las primeras producciones de Jesús Franco en los años 60 hasta la actualidad. De él, dos son los enfoques que más nos interesan en relación a la representación del zombi en esta cinematografía [...]
56. SCONCE. Jeffrey. ‘Trashing the Academy; Taste, Excess and an Emerging Politics of Cinematic Style’. En Screen. Nº 36, 1995. pp.371-93.
57. BOURDIEU, Pierre. Distinction: A Social Critique of the Judgement of Taste. Cambridge: Harvard University Press, 1984.
58. LÁZARO-REBOLL, Antonio, op.cit.
56. SCONCE. Jeffrey. ‘Trashing the Academy; Taste, Excess and an Emerging Politics of Cinematic Style’. En Screen. Nº 36, 1995. pp.371-93.
57. BOURDIEU, Pierre. Distinction: A Social Critique of the Judgement of Taste. Cambridge: Harvard University Press, 1984.
58. LÁZARO-REBOLL, Antonio, op.cit.
2.7.19
II. "LA ORGÍA DE LOS MUERTOS. HISTORIA DEL CINE DE ZOMBIS ESPAÑOL", Rubén Sánchez Trigos, Shangrila 2019"
Empezaré hablando de mí. De muertos. Cuando en 2008 expresé por primera vez la posibilidad de estudiar la presencia y evolución del zombi en la cinematografía española (por entonces, la idea era limitarme exclusivamente a las películas producidas en la década de 1970; campo que enseguida exigió ser ampliado), me sorprendió encontrarme, casi sin excepción, con dos tipos diferentes de respuestas por parte de las personas con las que compartía esta tentativa. Por un lado, estaban quienes me preguntaban, sorprendidas a su vez, si existían realmente películas de zombis en el cine español; por otro, había otras (muchas de ellas, la mayoría en realidad, procedentes del ámbito de los estudios de cine) que dudaban seriamente 1) que existiese un corpus de títulos suficientemente amplio como para justificar un trabajo de estas características y 2) que, en el caso de existir dicho corpus, la entidad de las películas recabadas ofreciera un interés por sí mismo, más allá de su condición de rarezas o anomalías en una cinematografía que (repetían entonces y, no pocas de ellas, siguen repitiendo ahora) reviste, sobre todas las cosas, una tradición cultural esencialmente realista, costumbrista y naturalista. Mi estupor para con estas consideraciones se debía en parte, pero no sólo, a mi experiencia personal. En concreto, a dos momentos decisivos en mi formación como espectador. El primero de ellos tiene lugar en los primeros años 90, durante el pase en TVE de la película No profanar el sueño de los muertos (Jorge Grau, 1974). No me refiero, claro a está, a la ya icónica emisión propiciada por Chicho Ibáñez Serrador en su programa Mis terrores favoritos, sino a una posterior. De la experiencia sólo recuerdo, con esa viveza fantasmal, equívoca, de las cosas que probablemente no sucedieron así, la imagen de un cadáver viviente arrastrándose de su cripta para atrapar por los tobillos a un par de personas que intentaban huir de la misma. Es una imagen que conservo en formol en el desván mental de las pesadillas latentes, junto al plano secuencia inaugural de La noche de Halloween (Halloween, John Carpenter, 1978) o la silueta translucida de un escuelo gigante deslizándose bajo el agua de Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975). La clase de hitos que nuestra memoria cultural impresiona y confunde para convencernos de que el mundo es lo que es gracias al arte. La segunda experiencia se produce casi veinte años más tarde, en un cine de Madrid, mientras visiono Rec (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007) por primera vez. No tiene lugar hablar aquí de imágenes evocadas a lo largo de los años como si de una experiencia real se tratase, dado que ni yo era un niño ni esto ocurrió hace demasiado tiempo, pero sí de la conciencia de estar asistiendo a la consecución, por fin, de un sueño innecesariamente retrasado, a pesar de los recientes y muy influyentes éxitos de Amenábar: el cine de terror español como un espacio propio, un territorio secreto, hecho por y para nosotros, que desde nuestro país compartíamos al resto del mundo con la gozosa malicia de un niño que muestra a los demás el dibujo, torpe y deslavazado, de la cosa que lo persigue en sueños. Míralo, pero sólo míralo. Es mío. ¿Cómo era posible que en mi memoria cinéfila y en la de muchos aficionados estas dos películas conformasen un espacio de culto y a la vez persistiese la creencia de que el cine de zombis español resulta irrelevante para su estudio?
Cualquier persona ante el reto de abordar un ensayo de cierta entidad se plantea, en primer lugar, la necesidad de asomarse a lo que otras han escrito antes que ella. En el caso del cine de zombis español me topé, casi instantáneamente, con un par de cuestiones que, hoy, en perspectiva, diría que constituyen las dos caras de un mismo espejo: una, que no existía (ni existe apenas, a día de hoy) bibliografía específica sobre este aspecto de nuestro cine. Dos, que la (muy) escasa bibliografía existente procedía, en una abrumadora mayoría, de críticos y estudiosos extranjeros (casi todos anglosajones) interesados en el cine fantástico español de una manera tan genuina que contrastaba dolorosamente con la escasa atención expresada, en general, por sus homólogos españoles, con algunas excepciones que enseguida repasaré. No sólo eso: la práctica totalidad de estos textos, esto es, ensayos que abordaban la historia mundial del cine de zombis, reservaban un espacio específico (no necesariamente superior ni inferior al de otros títulos, sino específico) a la cinematografía española, otorgando a No profanar el sueño de los muertos, la tetralogía de los templarios ciegos filmada por Amando de Ossorio entre 1972 y 1975 (1) o, más tarde, la misma serie Rec, el estatus de aquellas obras que, de alguna manera, se distinguen culturalmente del resto en el marco en que han sido inscritas. ¿Por qué, entonces, existía la creencia, entre estudiosos, cineastas e incluso aficionados de que el cine de zombis español o bien no existía como subgénero o bien revestía una importancia marginal en el conjunto de esta tradición? La respuesta, me temo (o mejor dicho, la reflexión inicial a partir de la cual buscar una respuesta) excede el ámbito de este personaje y atañe a la totalidad del género fantástico español en todas sus manifestaciones: literatura, arte, cine, televisión, teatro, cómic, videojuegos. Se trata, antes que nada, de un problema de recepción, de la manera en que determinados agentes oficiales, representantes del canon artístico y del siempre escurridizo concepto del “buen gusto”, han modulado la historia de nuestra cultura, hasta calar, incluso, en generaciones posteriores familiarizadas, de una forma natural, con la cultura popular de los años 70, 80 y 90, lo fantástico, el terror audiovisual y literario, los videojuegos, los cómics. Desde el momento en que, a modo de creencia predeterminada, casi como un mantra, se percibe lo fantástico como una forma ajena a nuestra identidad cultural, sea cual sea ésta, como un préstamo o un robo que nuestros cineastas, escritores o artistas llevan a cabo con otras culturas muchas más dotadas para los asuntos de la imaginación que la nuestra, en ese momento es fácil convencernos de que Francisco de Goya (el autor de las pinturas negras, nada menos) es un pintor eminentemente realista. De ahí a considerar que no se ha filmado un cine de zombis en España de forma continuada o que, de hacerlo, probablemente resulta irrelevante en el conjunto mundial del subgénero, hay muy poco recorrido.
1. La noche del terror ciego (1972), El ataque de los muertos sin ojos (1974), El buque maldito (1974), La noche de las gaviotas (1975).
El libro que ahora tienes en tus manos nace, pues, de un vacío. O de varios, si se quiere ver así. Aunque la representación del zombi en el cine ha sido abordada ampliamente y desde muy distintas disciplinas (en particular en las últimas dos décadas, campo en el que se ha producido en una verdadera eclosión bibliográfica), las películas españolas sólo han merecido atención, como ya he adelantado, como un espacio aparte en el marco de estudios extranjeros dedicados al subgénero en el ámbito global. Es el caso, por ejemplo, de la que probablemente sea la más completa aproximación historiográfica jamás hecha a este respecto, Book of the Dead. The Complete History of Zombie Cinema (2), de Jamie Russell, o de uno de los autores que, desde el ámbito académico, más exhaustivamente ha explorado el papel del zombi en la cultura popular occidental del siglo XX, Kyle W. Bishop. Ambos reservan un espacio expreso al cine de zombis español, atención que, además de España, sólo merece la cinematografía italiana. De la misma manera, películas de zombis españolas como las citadas, o como las filmadas por Jesús Franco durante los años 60, o como muchas de las participadas por Paul Naschy en la década siguiente, gozaron en el momento de su estreno de una popularidad internacional en el hoy denominado mercado exploitation que actualmente, en el siglo XXI, lejos de remitir, no ha hecho sino acrecentarse entre las nuevas generaciones de críticos, estudiosos, coleccionistas o aficionados. El ciclo de los templarios ciegos de Ossorio, verdadero fenómeno popular en Alemania, es un caso paradigmático de este impacto.
2. RUSELL, Jamie, Book of the dead. The complete history of the zombie cinema, Surrey: FAB Press, 2005.
Así, además de los trabajos de Russell y Bishop, aparecen menciones a películas de zombis españolas en prácticamente todos los estudios que abordan el cine europeo de terror (3); también aquellos estudios generales sobre cineastas españoles que se han acercado al zombi en su filmografía incluyen invariablemente análisis de las películas en las que aparece el personaje. Es el caso de Jesús Franco (4), Paul Naschy (5) o Amando de Ossorio (6), entre otros directores. Por último, naturalmente, se aborda el cine de zombis español en muchos de aquellos estudios centrados en el cine de terror y fantástico en España. (7) Yo mismo he realizado aportaciones al respecto en los últimos años, tanto en revistas especializadas como en libros colectivos consagrados al estudio del género en la cultura española. (8) Sin embargo, estas contribuciones, aunque valiosas, resultan parciales; no abarcan, por su naturaleza fragmentada, una visión global del personaje en la cinematografía española, ni sitúan la representación del zombi en España en relación con su tradición en el cine precedente. En conclusión, no existe en el ámbito académico o divulgativo ningún intento por establecer de un modo sistemático los orígenes, la evolución o los rasgos característicos del zombi en el cine español, y los únicos esfuerzos en este sentido hemos de buscarlos, significativamente, en fanzines o revistas especializadas, verdaderos baluartes de la cultura popular, en solitario hasta hace poco: artículos como los aparecidos en Cinemanía (9) o Scifiworld (10), así como el especial publicado por el fanzine Monster Worls (11) con motivo del 40 aniversario del estreno de La noche del terror ciego. El primer propósito de las páginas que siguen es, pues, llenar esta ausencia y abordar desde una perspectiva rigurosa este aspecto de la cultura popular española.
3. Por citar sólo los que más atención prestan al personaje: TOHILL, Cathill y TOMBS, Peter. Immoral Tales: European Sex and Horror Movies 1956-1984. London: Primitive Press. 1995; SHIPKA, Daniel G. Perverse Titillation: A History of European Exploitation filmes 1960-1980. University of Florida, 2007. Tesis doctoral. p.24. Posteriormente publicada como Perverse Titillation: The Exploitation Cinema of Italy, Spain and France, 1960-1980. Jefferson: McFarland, 2011; MATHIJS, Ernest y MENDIK, Xavier (eds.) Alternative Europe: Eurotrash and Exploitation Cinema since 1945. London: Wallflower, 2004; SCHNEIDER, Steven J. 100 European Horror Films, London: BFI, 2007.
4. PAVLOVIC, Tajtana. Despotic Bodies and Transgressive Bodies. Spanish Culture from Francisco Franco to Jesús Franco. p.43. New York: State University of New York Press, 2003; WARD, Glenn. Journeys into perversion: Vision, Desire and Economies of Transgression in the Films of Jess Franco. Tesis doctoral. University of Sussex, 2011; AGUILAR, Carlos. Jesús Franco. Madrid: Cátedra, 2011.
5. TJERSLAND, Todd. ‘Cinema of the doomed: the tragic horror of Paul Naschy’. En SCHNEIDER, Steven Jay (ed.) Fear without frontiers. Horror Cinema Across the Globe. Surrey: Fab Press, 2003. pp.69-80; CAMILO DÍAZ, Adolfo. El cine fantaterrorífico español. Una aproximación al género fantaterrorífico en España a través del cine de Paul Naschy. Gijón: Santa Barbara, 1993; DE CUENCA, Luis Alberto. ‘Paul Naschy: el hombre de las mil caras’. En AGUILAR, Carlos (ed.) Cine fantástico y de terror español: 1900-1983. San Sebastián: Donostia Kultura. Pp.250-70. SALVADOR ESTEBENEZ, José Luis. (ed.) Paul Naschy/Jacinto Molina: la dualidad de un mito. Madrid: Vial Books, 2018.
6. CALVO, Rafael y ZAPATA, Xosé. Amando de Ossorio. Un galego fantástico. A Coruña: Servicio de Extensión Universitaria, 1999; OLANO, Jesús y CRESPO, Borja. ‘Entrevista a Amando de Ossorio’. En Cine fantástico y de terror español: 1900-1983, op.cit. pp.347-374.
7. LÁZARO-REBOLL, Antonio. Spanish horror film. Edinburgh: Edinburgh University Press, 2012; SALA, Ángel. Profanando el sueño de los muertos. Pontevedra: Scifiworld, 2010; Cine fantástico y de terror español: 1900-1983, op.cit.
8. ROAS, David. (ed.) Historia de lo fantástico en la cultura española contemporánea (1900-2015). Madrid: Iberoamericana-Vervuert, 2017; SÁNCHEZ TRIGOS, Rubén. ‘Muertos, infectados y poseídos: el zombi en el cine cine español contemporáneo’, en Pasavento. Revista de estudios hispánicos. Vol. 1. nº 1. Invierno 2013. pp.11-34; ‘Tradición y transnacionalidad en el tratamiento de lo fantástico en la saga Rec de Jaume Balagueró y Paco Plaza’, en Brumal. Revista de investigación sobre lo fantástico. Vol. I. nº 2. Otoño 2013. pp.283-307; ‘De Jesús Franco a Pedro Almodóvar. Mad doctors en el cine español’, en HIGUERAS FLORES, Rubén (ed.), Mad Doctors. El sueño de la razón. Madrid: T&B editores, 2013. pp.97-126; ‘El cine fantástico español bajo la sombra de la crisis (2007-2015)’, en PAREJO, Nekane y SÁNCHEZ-ESCALONILLA, Antonio (Eds.), Imaginarios audiovisuales de la crisis. Pamplona: Ediciones Universidad de Navarra, 2016. pp.157-171.
9. ‘Zombies made in Spain: los muertos vivientes al estilo ibérico’. 31 de marzo de 2012. En línea: http://cinemania.es/noticias-de-cine/zombies-made-in-spain-los-muertos-vivientes-al-estilo-iberico. Fecha de consulta: 4 de septiembre de 2018.
10. ‘El cine de zombies en la España franquista. Los casos de Amando de Ossorio y Jorge Grau’ (Parte I). En línea: http://www.scifiworld.es/articulos.php?id_articulo=711. (Parte II). http://www.scifiworld.es/articulos.php?id_articulo=732. Fecha de consulta: 4 de septiembre de 20018.
11. ‘Especial Zombie Mediterráneo’. En Monster World. Nº 10. Septiembre de 2011.
Como cabe deducir, el cine de zombis español en tanto objeto de estudio encierra en realidad dos objetos claramente demarcados en él: por un lado, la tradición desarrollada por el zombi como personaje, por otro, el cine español de terror en el que se inscribe. En extraordinaria sincronía, ambos campos resultan relativamente recientes en el área de los estudios académicos. El primer handicap al que este trabajo tiene que enfrentarse es, pues, la ausencia de una tradición académica consolidada en estas líndes. En lo que se refiere al zombi, desde que Estados Unidos ocupara Haití en las primeras décadas del siglo XX, el término forma parte de Occidente en acepciones aparentemente muy distintas. (12) Las discusiones que, desde la filosofía y/o la sociología, consideran al zombi una metáfora multidisciplinar que, desarrollándose originalmente en el cine, en la actualidad tiene un valor independiente por sí mismo se concentran prácticamente en las últimas dos décadas, desde publicaciones inaugurales como The undead and philosophy (13), hasta españolas como Filosofía zombi, de Jorge Fernández Gonzalo (14), Ensayo Z, de Jorge Martínez Lucena (15) o The walking dead (VVAA) (16), George A. Romero de Luis Pérez Ochando (17) o Mundos Z. Sociologías del género zombi (VVAA). (18) La tendencia de estos estudios es la de integrar aspectos tan distintos como la cultura, la crítica ideológica o las relaciones sociales en una visión totalizadora del término zombi como un posible paradigma de pensamiento (o, en ocasiones, como sugiere el ensayo de Fernández Gonzalo, de no pensamiento), casi siempre bajo el prisma de la postmodernidad. En este sentido, todas ellas aluden en un momento u otro a las raíces antropológicas y folclóricas del mito para explicar la pérdida de identidad y de consciencia que constituye su razón de ser, como discutiré en mi propuesta definitoria del personaje; del mismo modo, todas acaban, en mayor o menor medida, por pivotar alrededor del cine (con especial atención a la escuela fundada por las películas de George A. Romero) sugiriendo a este como el definitivo catalizador del personaje en la cultura moderna.
12. Para comprobar hasta qué punto la expresión se encuentra cómodamente instaurada en nuestro imaginario, baste señalar que se denomina PC zombi a aquellos equipos que son controlados a distancia por una segunda persona sin que el usuario se percate de ello, o que recientemente se ha descubierto un fenómeno natural entre ciertas hormigas de la selva tropical atlántica de Brasil al que los científicos han denominado “hormigas zombi”, consistente en un tipo de hongo capaz de “teledirigir” a estos insectos por medio de unas esporas adheridas a sus cuerpos.
13. GREENE, Richard y MOHAMMAD, Silem K (eds.). The undead and philosophy. Illinois: Carus Publishing Company, 2006.
14. FERNÁNDEZ GONZALO, Jorge. Filosofía zombi. Barcelona: Anagrama, 2011.
15. MARTÍNEZ LUCENA, Jorge. Lucena. Ensayo Z. Córdoba: Berenice, 2012. p.107.
16. VVAA. The walking dead. Apocalípsis zombi ya. Madrid: Errata Naturae, 2012.
17. PÉREZ OCHANDO, LUIS. George A. Romero. Madrid: Ediciones Akal, 2013.
18. URRACO SOLANILLA, Mariano; GARCÍA-GARCÍA-Juan, BAELO ÁLVAREZ, Manuel. (eds.) Mundos Z. Sociologías del género zombi. Madrid: Libros de la catarata, 2017.
En lo que a la cultura popular se refiere, el término zombi designa a un tipo muy particular de monstruo que a su vez encierra una multiplicidad considerablemente amplia (y a veces, incluso, contradictoria entre sí) de formas y representaciones. En este sentido, al zombi le ha bastado menos de un siglo para ocupar un espacio de privilegio en el panteón monstruoso de nuestra memoria colectiva, junto a mitos de mayor tradición literaria y folclórica que él, como el vampiro, el hombre lobo, Jeckyll y Hyde o la criatura de Frankenstein. El zombi es, en palabras de Jesús Palacios, el monstruo por excelencia del siglo XX (19) (y de lo que llevamos del XXI, podríamos añadir); no solo por la ingente cantidad de productos culturales protagonizados por él, sino, sobre todo, por la eficacia y la velocidad con que ha sabido exteriorizar los miedos y tensiones del hombre occidental en las últimas décadas, como ha afirmado Peter Dendle. (20) [...]
19. PALACIOS, Jesús. La plaga de los zombis y otras historias de muertos vivientes. Madrid: Valdemar, 2010. p.3.
20. DENDLE, Peter. ‘The zombie as barometer of cultural anxiety’, en SCOTT, Niall. (ed.) Monsters and the monstrous. Myths and metaphors of enduring evil. Ámsterdam – New York: Rodopi B,V, 2007. p.48.
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