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16.3.18

III. "TIEMPOS MODERNOS. ENSAYOS SOBRE LA TEMPORALIDAD EN EL ARTE Y LA POLÍTICA", Jacques Rancière, Shangrila 2018



El hombre de la cámara (Dziga Vertov, 1929)



[...] el texto de Virginia Woolf titulado Ficción moderna (Modern Fiction, 1925) [...] denuncia la tiranía de la trama y opone a las falsas secuencias de causa y efecto la verdad de esos átomos de tiempo que caen incesantemente en nuestras mentes y que el escritor debe transcribir. Esta ruptura del orden temporal en la ficción fue vista a menudo como la posición elitista y sesgada de la literatura que se toma su tiempo para detallar los sentimientos varios de frívolas almas burguesas. Pero esto sería olvidar que esa ruptura de la escala temporal fue ante todo un rechazo de la oposición entre dos categorías humanas. El tiempo de los átomos que caen uno tras otro es el tiempo común de los humanos supuestamente activos y de los humanos supuestamente pasivos. Es el tiempo que la heroína de Virginia Woolf, la Sra. Dalloway, comparte con todas esas vidas anónimas que atraviesan su camino. Es el tiempo de todas esas vidas que luchan por romper el orden que las mantiene encerradas en el sentido equivocado de la barrera del tiempo. Detrás del día de la Sra. Dalloway, preocupada con los preparativos de una fiesta, podemos sentir la presencia de otro día descrito por Flaubert: el día de la hija del campesino, Emma Bovary, que contempla a través de su ventana el flujo siempre idéntico del tiempo de las horas e intenta inventar una historia que pueda quebrar la quebrar la repetición de ese orden; y detrás de este día está el día del carpintero, Gauny, que transforma sus horas de servidumbre en horas de libertad. La ficción literaria moderna puso en su corazón este tiempo donde la lucha entre la buena fortuna y la mala fortuna puede ocurrir en cualquier hora del día; un tiempo hecho de una multiplicidad de micro-acontecimientos cuya democrática coexistencia e interpenetración se contrapone al tiempo de la subordinación que caracteriza a la ficción tradicional. Pero esto también significa que la ficción literaria moderna creó, fuera del tiempo recuperado por hombres y mujeres condenados a la cotidianeidad, un tiempo propio, la nueva textura de la narrativa, mientras abandonaba a sus personajes al infortunio de aquellos que desean vanamente tener el tiempo que no tienen [...]




   



15.3.18

II. "TIEMPOS MODERNOS. ENSAYOS SOBRE LA TEMPORALIDAD EN EL ARTE Y LA POLÍTICA", Jacques Rancière, Shangrila 2018




El hombre de la cámara (Dziga Vertov, 1929)



[...] No hemos salido del tiempo de los grandes relatos. Los relatos que construyen adhesión a la dominación o los relatos que claman confrontarla continúan atrapados en la lógica ficcional que nos remite a Aristóteles: la lógica de una conexión necesaria entre los acontecimientos, basada en una distribución jerárquica de temporalidades. En la sombra del denominado “presentismo” reinante, todas las autoridades estatales, financieras, mediáticas y científicas trabajan sin cesar para producir esas distancias que tornan a los  mismos individuos a la vez dependientes de la justicia del tiempo global y constantemente en falta ante ese tiempo. Trabajan para reproducir tanto la ficción de la necesidad global como la diferencia entre quienes viven en el tiempo del conocimiento que hace justicia y quienes viven en el tiempo culpable de la ignorancia. El discurso oficial y el discurso crítico, la ficción del progreso y la buena fortuna, y la ficción de la decadencia y la mala fortuna dan vueltas en el mismo círculo. Si queremos salir del círculo y volver a pensar la justicia del tiempo, quizá debamos cambiar nuestro foco y desplazarnos de la dimensión horizontal del progreso y/o la decadencia hacia la distribución vertical de los tiempos [...]




   



23.5.16

DIDI-HUBERMAN / RANCIÈRE / VERMEER / BECKETT / FAROCKI...



La encajera, Johannes Vermeer, 1669-1770


Samuel Beckett


Harun Farocki


"[...] Yo no soy un pensador político que advierte el papel de la imagen a la manera de Jacques Rancière. Soy un pensador de la imagen que reflexiona sobre su dimensión política. Eso habla de lo que él y yo tenemos de diferente pero a la vez, de lo que nos acerca.

[...] me interesa lo que existe, que es abierto, dialéctico, con conflictos, con soluciones de compromiso. No creo que exista la belleza como tampoco existe la mujer. Hace tiempo escribí un trabajo sobre un cuadro muy famoso de Vermeer, La encajera. Es pequeño, magnífico, perfecto. Me ocupé de señalar que hay un hilo entre sus dedos que es perfecto, lógico, pero justo al lado hay unos hilos muy distintos, caóticos, imprevisibles. ¿Sabe cómo hizo Vermeer para pintar esa parte del cuadro? Lo tomó entre sus manos y chorreó la pintura al estilo de Pollock. Lo perfecto -o lo que llamamos perfecto- está así al lado de lo extraordinario. Y lo extraordinario es que esa representación muestre lo inimaginable. En ese rincón del cuadro hay una explosión.

[...] Aby Warburg es tan importante para el arte como Le Corbusier, pero lo que él hace no es una obra de arte. Se trata de aproximarse a la misma cuestión a través de actividades diferentes. Un investigador como Warburg, un escritor como Samuel Beckett o un artista como Harun Farocki tienen en común que todos ellos experimentan sobre la forma para generar un pensamiento. Todos. En cada uno de estos casos se trata de cómo nos aproximamos a la obra de arte a través del pensamiento. En mis conversaciones con Farocki, siempre tuve la impresión de que teníamos la misma profesión. Hay una diferencia social que hace que un artista pueda vender muy cara una instalación, por ejemplo, y no sea ése el caso de un investigador como yo. Hoy hay una valuación monetaria diferente y por completo artificial. De hecho, el arte es algo extremadamente valorado al punto que pretende que sea la solución de todo. Es necesario criticar ese modo de asignar valor. Un texto de Agamben es tan precioso como cuadros de valor millonario. En este contexto, si tuviera que definir lo que hago, retomando la precisa definición que dio Adorno, diría que soy un ensayista en el sentido de que el producto de mi reflexión no es ni una obra de arte ni una obra filosófica, sino que está entre ambas. Yo soy un ensayista [...]"

Georges Didi-Huberman
"Yo no sé lo que es el arte"
Entrevista publicada en La Nación, 31.10.2014.







5.8.14

BÉLA TARR - JACQUES RANCIÈRE - SHANGRILA




EL TIEMPO DEL DESPUÉS
ENTREVISTA A JACQUES RANCIÈRE (Junio 2013)

POR JOSÉ MIGUEL BURGOS MAZAS

[A propósito de la edición del libro Béla Tarr, el tiempo del después y del número 17 de la revista Shangrila dedicado también al cineasta húngaro: Béla Tarr. ¿Qué hiciste mientras esperabas?, Jacques Rancière nos concedió la entrevista que a continuación publicamos]





1- El cine ocupa un lugar importante en su obra ¿En qué momento sintió la necesidad de escribir sobre cine? ¿Qué significa para usted la experiencia cinematográfica?

En realidad, los primeros textos que he escrito, cuando tenía veinte años, eran sobre cine. Corresponden a mi entrada en el universo cinéfilo, con todo lo que el ser aficionado al cine suponía como interferencia respecto a los criterios estéticos dominantes. Esto es lo que el cine, de hecho, significa para mi: un arte que se ha (...)





Revista Shangrila 17

Contracampo libros 4



BÉLA TARR - JACQUES RANCIÈRE - SHANGRILA




ERIKA BOK. YOU'RE A BIG GIRL NOW


































Revista Shangrila 17

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4.8.14

BÉLA TARR - JACQUES RANCIÈRE - SHANGRILA






"El tiempo del después es aquel donde uno sabe que, con cada nueva película, se hará la misma pregunta: ¿para qué hacer una película más sobre una historia que es, en principio, siempre la misma historia? Podríamos sugerir que es porque la exploración de las situaciones que esta historia idéntica puede determinar es tan infinita como la constancia con la que los individuos se aplican a soportarla. La última mañana es todavía una mañana anterior y la última película es, todavía, una película más. El círculo cerrado está siempre abierto."



Béla Tarr, el tiempo del después
Jacques Rancière




Revista Shangrila 17

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BÉLA TARR - JACQUES RANCIÈRE - SHANGRILA






"El tiempo del después no es ni el tiempo de la razón recobrada ni el tiempo del desastre previsto. Es el tiempo del después de las historias, el tiempo en el que uno se interesa directamente en la materia sensible en la que ellas tallaban sus atajos entre un objetivo proyectado y un objetivo cumplido. No es el tiempo donde uno construye bellas frases o bellos proyectos para compensar el vacío de toda espera. Es el tiempo en el que uno se interesa en la espera en sí misma."


Béla Tarr, el tiempo del después
Jacques Rancière




Revista Shangrila 17

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3.8.14

BÉLA TARR - JACQUES RANCIÈRE -SHANGRILA






BÉLA TARR - JACQUES RANCIÈRE - SHANGRILA






"Las historias son historias de mentirosos y crédulos, porque son mentirosas en sí mismas. Hacen creer que sucedió algo de lo que esperábamos. La promesa comunista no era sino una variante de esta mentira mucho más antigua. Por eso es inútil creer que el mundo se volverá razonable si uno da vueltas indefinidamente sobre los crímenes de los últimos mentirosos, pero también grotesco asegurar que vivimos de aquí en más en un mundo sin ilusión."


Béla Tarr, el tiempo del después
Jacques Rancière




Revista Shangrila 17

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2.8.14

BÉLA TARR - JACQUES RANCIÈRE - SHANGRILA






"De La condena a Las armonías de Werckmeister, Béla Tarr construirá un sistema coherente, poniendo en práctica procedimientos formales que constituyen propiamente un estilo, en el sentido flaubertiano del término: una “manera absoluta de ver”, una visión del mundo devenida creación de un mundo sensible autónomo. No hay temas, decía el novelista. No hay historias, dice el cineasta. Todas fueron contadas en el Antiguo Testamento. Historias de esperas que se revelan mentirosas. Uno espera a quien jamás vendrá, pero en lugar del cual vendrán toda suerte de falsos mesías. Y aquel que venga entre los suyos no será reconocido por ellos."


Béla Tarr, el tiempo del después
Jacques Rancière




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BÉLA TARR - JACQUES RANCIÈRE - SHANGRILA






"[Tarr] se interesa en los cuerpos, en la manera en la que se alzan o se desplazan en el espacio. Se interesa en las situaciones y en los movimientos más que en las historias y en los objetivos mediante los cuales dichas historias explican esos movimientos a riesgo de alterar su fuerza. Una situación no libera su potencia sino mediante la distancia que traza respecto de la simple lógica de una historia: el tiempo empleado en seguir la marcha uniforme de los personajes en una llanura privada de cualquier accidente, en filmar alrededor de un rostro silencioso o en encuadrar en un plano fijo la gesticulación, sin fin, de los cuerpos. Esta vinculación puede leerse, no obstante, en sentido inverso: las distancias son la norma de la historia."




Béla Tarr, el tiempo del después
Jacques Rancière




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