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21.9.15

XI. "CONTACTOS". ANÁLISIS TEXTUAL DE UNA ENUNCIACIÓN ENUNCIADA, Jesús González Requena: "Paulino Viota. El orden del laberinto".







Contactos (Paulino Viota, 1970)


En los tiempos en los que Contactos (1970) fue rodada —que son los mismos en los que se ambienta la narración— y en el ámbito al que pertenecen sus personajes, el de la militancia clandestina antifranquista, un contacto no era solo un encuentro, una puesta en relación, sino también, alguien que, para otro, ejercía de contacto —de vínculo— con la organización clandestina.

Ese era el contexto que daba su sentido a expresiones como “¿quién es tu contacto?”, con el consiguiente desplazamiento del hecho —o del acto— de contactar, al sujeto que lo hacía posible —”el contacto”. Y, también, con el inevitable desvanecimiento funcional del ser que actuaba como tal, pues su función requería de él ser no sujeto del acto del contacto, sino el mediador de un contacto con otros —a su vez, desvaídos e impersonales, pues miembros de una organización clandestina, pero a la vez sobrecargados de la intensidad emocional propia de un colectivo unido por los lazos de la persecución (...)


Contactos. Análisis textual
de una enunciación enunciada
Jesús González Requena


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Hispanoscope libros - 404 páginas
Shangrila Textos Aparte





2.11.14

BITBLIOGRAFÍA - "EL TEXTO Y EL ABISMO: DIÁLOGOS CON GONZÁLEZ REQUENA", Gobantes Bilbao, Maite & González Requena, Jesús, Barcelona: Sans Soleil Ediciones, 2014.




El texto y el abismo:
Diálogos con González Requena
Gobantes Bilbao, Maite
& González Requena, Jesús
Barcelona: Sans Soleil Ediciones, 2014

Las descendencias
Aarón Rodríguez Serrano



Casi todos los que en algún momento hemos contraído una deuda intelectual con González Requena –que no hemos sido pocos-, hemos sentido también en algún momento la necesidad de establecer un duelo hacia su teoría, contra su teoría. Es noble reconocer la deuda no tanto por lo aprendido, sino antes bien, por lo descubierto en la lucha y por el acicate inconformista que despiertan los planteamientos del teórico madrileño. Dormitar cómodamente en una cierta doxa –y qué duda cabe que la doxa requeniana es una de las más intensas que se han planteado en las últimas décadas- ofrece la garantía de tener un sólido aparataje de respuestas, pero a la contra, adormece los músculos de la reflexión y genera una suerte de esclerosis intelectual poco productiva. De ahí que muchos enarbolen su odio o su amor incondicional ante una figura cuya evolución ha conseguido enfurecer a propios y extraños de todo pelaje y escuela teórica.

El trabajo de Maite Gobantes recupera uno de los géneros más estimulantes del pensamiento –la entrevista- y ofrece una muy cuidada topografía por el particular paisaje requeniano. No se trata tanto de diálogos, como sugiere el título, sino como una suerte de exploraciones hacia el interior de un cierto decir, incluyendo algunas estimulantes pinceladas sobre los referentes, los interminables problemas con Lacan, el manifiesto desinterés hacia Zizek o el descabellado sistema de medición de éxito de las revistas académicas españolas. Hay en el texto una cierta libertad que sólo se consigue desde el sillón de Catedrático, un divertido ajuste de cuentas –por otro lado, nada alejado de la realidad- con respecto a las bolsas de basura conceptuales que la sociedades del bienestar han ido depositando en nuestro umbral en los últimos años.

Ciertamente, Gobantes ha conseguido al menos dos objetivos que merecen toda nuestra atención: la primera, reconducir y sintetizar el flujo de pensamientos de González Requena en una suerte de hilado milimétrico que invita de alguna manera a leer sus textos. Los que hemos tenido una educación fragmentaria de su obra sabemos la complejidad de encajar con facilidad no sólo las herramientas iniciales, sino también establecer etapas, intereses, figuras, evoluciones. El texto y el abismo es, en tanto libro iniciático para el González Requena de ahora, prácticamente insuperable. En segundo lugar, ha realizado una profunda espeleología del pensamiento de su entrevistado que no deja prácticamente ninguna parcela sin tocar: desde San Juan de la Cruz hasta el Freud del Moisés, pasando por sus intuiciones en torno al relato clásico o la más que polémica teoría de la Diosa.

En el lado contrario, por supuesto, el libro funciona en ocasiones como una suerte de hagiografía que parece exigir mayor distancia con el sujeto entrevistado. La teoría de González Requena, como todos sabemos, es un discurso perfectamente encajado cuyo funcionamiento (su metodología) es perfectamente extrapolable a todo aquello que se pueda considerar “un texto”. De ahí que su poder para tamizar cualquier ámbito de la realidad –desde la antropología filosófica hasta la teología, pasando por la Filosofía de la Ciencia o el ejercicio mismo de la Lógica- puede ser “requenizado” obteniendo, si el analista es lo suficientemente hábil, una buena nómina de resultados. Hubiera sido interesante, por el contrario, provocar tensión allí precisamente donde la teoría muestra sus sombras, sus puntos más complejos. Pero para ello estaríamos hablando de otro libro en el que, sin duda, deberíamos incorporar herramientas provenientes de, pongamos por caso, el Lacan posterior al Seminario 3, la ontología heideggeriana por encima de la baziniana o el Nietzsche pensador no arrinconado únicamente como un “paranóico” o como un “ejemplo de paranoia”. El debate, en cualquier caso, está intuido también en momentos en los que Gobantes no adopta únicamente una postura de “correa de transmisión”, sino que exige mayor claridad sobre algunos puntos o intenta bucear, a la contra, en ciertos aspectos personales del mundo requeniano –su análisis, su infancia- que pueden ayudar a entender su pensamiento.

Y es que, por mucho que nos cueste aceptar algunas derivas de su trabajo, González Requena sigue mostrando una capacidad endiablada para sugerir y ofrecer estímulos creativos. Alguna de sus intervenciones –las referentes, por ejemplo, a su hipotética soledad académica- sabemos que, directamente, no se corresponden con la realidad. Otras –aquellas en las que se arroja abiertamente frente a la idea de Dios o en las que analiza las relaciones entre texto e inconsciente- levantan el vuelo y nos regalan lo mejor y lo más emocionante de su labor académica, o si se prefiere, humanística. Gobantes ha sabido recoger esa emoción, buscarla, mantenerla, y darle forma textual.

Probablemente, hay tantas interpretaciones de la doxa de González Requena como estudiantes que hemos acudido a sus conferencias o a sus seminarios. Para algunos, y es el caso del que esto escribe, su figura fue ejemplar en los primeros pasos del pensamiento no sólo por su potencia metodológica sino por su particular apuesta ante la idea de que el análisis textual podía ayudar a dar forma a las experiencias de la subjetividad. El libro de Gobantes puede servir como un punto de encuentro ante toda esa herencia recibida, una agradable postal de pensamiento puro que retorna de la certeza que quisimos tener y que, de alguna manera, nos hace más conscientes de las descendencias que nos han construido. 



Jesús González Requena