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13.2.22

y XVI. "LUIS VARELA. ACTOR TOTAL. LOS GRANDES GENÉRICOS ESPAÑOLES", Gabriel Porras, Valencia: Shangrila 2022.




14. Luis Varela y la vida.
Volver a nacer. Adiós al teatro


Juan Gea, Luis Varela, Iñaki Miramón y Tamzin Rowsend, actores y directora de Héroes (2018)



Luis Varela ha confesado en más de una ocasión que, cuando falleció su mujer, en 2007, pasó seriamente por su cabeza abandonar la profesión. Sin embargo, la posibilidad de encontrarse de repente inactivo, tras una vida entera trabajando de forma continua, le pareció una posibilidad que podía acarrearle más problemas personales que ayuda para salir del lógico estado en que se encontraba.

No se veía a los 64 años “metido en casa viendo la televisión”, cuando se encontraba en plenitud física y mental y, sobre todo, en un momento profesional de máxima actividad, con ofertas laborales en todos los medios donde había venido desarrollando su carrera durante tanto tiempo. Siempre apoyado por sus hijos, que sienten auténtica adoración por él, le aconsejaron continuar y seguir realizándose a través del oficio que inició cuando apenas contaba diez años. Luis, su hijo mayor, vive muy próximo al actor y está pendiente de su vida (“me tratan como si el hijo fuera yo”, afirma) y Christian, el menor, el famoso Christian Varela, disc jockey de proyección internacional, aunque radicado en Londres, viaja con mucha frecuencia a Madrid.

Hemos podido comprobar en las páginas que preceden, la cantidad e intensidad de la carrera artística de Luis Varela y cómo se incrementa de forma notable en los últimos años. En 2017, se encuentra en plenas representaciones de una comedia a la que ya nos hemos referido, Héroes (de Gerald Sibleyras), dirigida por Tamzin Towsend, con la que además de haber permanecido con éxito en Madrid durante varios meses, estaba siendo llevada a distintos lugares de España, siempre con idéntico éxito. El azar, en forma de un accidente doméstico de aparente escasa importancia, va a provocar un cambio diametral en la vida personal del actor y, por consiguiente, en su vida profesional. Vamos a dejar al propio Luis que nos narre todo el proceso a que dio lugar una caída y un golpe que nada hacía presagiar las consecuencias que acarrearía: 

Tengo que hablar de una persona que tiene que ver tanto en mi vida reciente que, el hecho de que estemos ahora, aquí, hablando, ha dependido de ella. Una persona que me salvó la vida, literalmente. Un amigo, además de vecino, que fue quien me encontró y que estoy aquí por él. Como un mes antes, estando en casa de mi hermana Yolanda, en Benidorm, con la que suelo pasar temporadas, en una casa que tiene dos plantas, ocurrió que, bajando la escalera, me resbalé y me di un golpe en la cabeza. 

El caso fue que, bueno, tras el susto del accidente, que fue, como te digo, un resbalón, pues al no sentirme contusionado ni nada similar, lo dejé pasar. Sin darle más importancia. Sin embargo, a medida que iban pasando los días, me notaba raro, como si me pasaran cosas raras… Se me iba una idea, no recordaba lo que estaba haciendo, de tal manera que me sentía inseguro; a veces, iba andando y sentía como si estuviera borracho. Así un día, otro día, hasta que el día antes de viajar con la compañía para hacer la función unos días en Torrelavega, cuando seguía encontrándome pues francamente mal, aunque me mentía a mí mismo, no quería reconocerme como tal. Como digo, el día anterior de hacer el viaje a Torrelavega, yo iba, materialmente, agarrándome a las paredes. Fue entonces cuando este amigo, al que desde entonces llamo “segundo papi”, Daniel Núñez Cruz, a quien encontré en el rellano de la escalera, me dijo: “Luis, te voy a llevar a urgencias”. Yo le dije: “Pero, cómo que me vas a llevar a urgencias ¿estás loco? Mañana trabajo y tengo que irme a Cantabria y no puedo suspender la función”. Daniel me dijo muy serio: “No sé cómo vas o no vas a suspender, pero yo te llevo al hospital ahora mismo”. 

Y así fue. Me llevó y, cómo sería la cosa, que en cuanto entré en urgencias, me llevaron directamente al quirófano. Tuve la inmensa suerte de que el cirujano que me operó fue don Ramón de la Torre, una eminencia, que realizó un trabajo delicadísimo con una perfección extraordinaria. Todo se desarrolló después de forma rápida a pesar de la duración de la intervención, de la que, lógicamente, no me acuerdo. Lo primero que hizo Daniel al llevarme urgencias hospitalarias fue llamar a mi hijo Luis que ya se había presentado en el hospital cuando llegamos.

El doctor De la Torre le dijo a mi hijo que, si me hubiera acostado aquella noche, no me habría levantado. Yo no sabía, en mi ignorancia al respecto y por no mirarme a tiempo, que un golpe en la cabeza puede tener estas consecuencias tan dramáticas, con la formación de un hematoma subdural o algo parecido. Parece ser que, si el golpe te provoca sangrado, no pasa nada o nada comparable a no hacerlo. Mi hijo Cristian se presentó enseguida, desde Londres, donde vive.

A Dios gracias y a mi entrañable Daniel Núñez, lo puedo contar. Esas cosas que a veces pasan en la vida y que nos reconcilian con el género humano. Sin duda ninguna.

Pregunto a Luis si, una vez recuperado de la operación, sopesó de alguna manera dejar de trabajar, si comenzó ya a planteárselo.

Pues, cuando pude reincorporarme, me sentí aliviado, pero más que por seguir trabajando, por reanudar las funciones y cumplir con los contratos que habíamos concertado anteriormente. Hubo que suspender bastantes, con lo que significa de trastorno para todos, teatros, ayuntamientos, la propia compañía…, pero es una fuerza mayor. Todo el mundo estuvo a la altura de las circunstancias y me sentí arropado y querido. Pero los cómicos siempre tenemos esa preocupación, ese sentimiento. Es algo inherente al oficio. No se puede decir que pensase en retirarme. Tanto fue así que aún he rodado un par de películas y seguí con las representaciones de Héroes, que, insisto, es una obra maravillosa y llena de humanidad, con gran aceptación en todos los sitios donde la hemos llevado. Además, mis compañeros, Juan Gea e Iñaki Miramón son fantásticos.
Hubiera seguido con ella más tiempo, pero uno de los compañeros tenía otra cosa ya ajustada y se decidió acabar. Para mí una manera formidable de acabar en el escenario, desde luego.

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XV. "LUIS VARELA. ACTOR TOTAL. LOS GRANDES GENÉRICOS ESPAÑOLES", Gabriel Porras, Valencia: Shangrila 2022.



13. Salto cualitativo.
Actor fetiche (1990-2018)


Con Luis Merlo en Don Juan en Alcalá (1998)




El amplio espacio de tiempo que comprende la que podemos considerar como última etapa de la carrera profesional de Luis Varela de casi treinta años, es preciso dividirla en varios periodos, más que cronológicos, laborales. A lo largo de todo ese tiempo nuestro actor desarrolla un trabajo intenso que afecta a las cuatro facetas que han venido definiendo aquella carrera: teatro, cine, televisión y doblaje. No obstante, será preciso diferenciar muy bien tanto el tipo de trabajo realizado como los ciclos en que se ha producido y, muy especialmente, los géneros que han predominado con mayor continuidad.

A lo largo de estos veintiocho años Luis Varela intervino en 14 películas, 50 obras de teatro (con las múltiples representaciones correspondientes en teatros de Madrid y otras partes de España), como habrá ocasión de comprobar; trabajó en 26 programas de televisión de los que varios han sido series que han dado un total de 103 espacios emitidos, ha dirigido una comedia musical y ha prestado su voz a través del doblaje a nada menos que 143 personajes en otros tantos filmes, tanto cinematográficos como de televisión. Si a ello se añadieran las apariciones en diferentes programas de radio y especialmente de televisión, no específicamente dramáticos, podemos llegar a la conclusión de que el ritmo de trabajo (por otra parte, constante en su carrera), no solo se ha mantenido, sino intensificado en estas dos últimas décadas de su dilatadísima trayectoria artística. Es difícil hallar un profesional del mundo del espectáculo español que llegue a igualar tal intensidad de trabajo.

Para poder discernir dentro de todo ese acervo de trabajo y situarlo en su variedad y tipos, es preciso establecer los correspondientes bloques dentro de cada modalidad y género.

A pesar de ser el cine y la televisión, los medios que deberían constituir la base de este recorrido profesional, en modo alguno podemos (como se viene haciendo hasta aquí) obviar su trabajo teatral, por otra parte, base y germen de esa carrera y vocación primera del actor. Por ello, daremos comienzo a sus trabajos a lo largo del periodo que ahora iniciamos por una modalidad de trabajo escénico que, justamente, se nutre de obras pertenecientes al teatro musical en todas las modalidades y subgéneros, desde la zarzuela a la comedia musical, pasando por la revista y otras piezas relacionadas con las varietés hasta llegar a la opereta y a la mismísima ópera, como enseguida comprobaremos.

De las 50 obras citadas más arriba, nada menos que 33 corresponden a los apartados señalados, sin que ello impida que, de nuevo, participe en un montaje de Don Juan Tenorio que realizó Gustavo Pérez Puig en el Teatro Español de Madrid en 1990, sobre una revisión del texto hecha por Enrique Llovet.

El actor interpreta en todas ellas papeles clave, con las partes dialogadas convencionalmente y otras cantadas. Cierto es que en las pertenecientes al teatro lírico clásico, zarzuela y ópera, son los cantantes profesionales (tenores, barítonos, sopranos…) quienes se encargan de la interpretación de los personajes principales, pero al existir también otros, generalmente de corte cómico, aunque no siempre, que alternan las partes habladas con las vocales o cantadas, que no necesariamente han de ser interpretadas por cantantes líricos, sino por actores cualificados y con formación musical, nuestro actor se hace cargo de esos papeles siendo solicitado por los directores y empresas de forma insistente, conocedores de sus aptitudes como intérprete, su espléndida voz, sus conocimientos musicales y el hecho de haberse dedicado también a la canción como intérprete profesional.

La zarzuela, igualmente conocida como género chico (sin que este adjetivo tenga connotación alguna de carácter peyorativo, como es sabido), ha sido parte esencial en la carrera de Luis Varela, al igual que lo ha sido la revista y la comedia musical, cuyas diferencias fueron expuestas en otro capítulo. Su capacidad como actor le permite alternar los géneros sin problema alguno y siempre acompañado de una profesionalidad ejemplar, sabiendo elegir los títulos y sin llegar jamás a lo que en algunos momentos se ha denominado como género ínfimo, al referirse a cierto tipo de revistas o musicales donde los aspectos más ligeros en los que lo picante, más que lo pícaro, predomina. Siempre, sin duda, con diferencias muy acusadas entre unas y otras, dependiendo también de los autores y del público (y locales) a los que están dirigidos.

Un título destaca entre todos los interpretados por Luis Varela en este periodo: la zarzuela La del manojo de rosas. En ocho montajes distintos de la zarzuela nuestro actor ha encarnado al célebre personaje de Espasa (con las consiguientes representaciones, que se cuentan por centenares), hasta el punto de poder considerarse como el actor que mayor número de ocasiones lo ha interpretado hasta ahora. Dejemos que él mismo nos cuente algunos pormenores de todo ese trabajo.

Lo más importante para mí en este sentido ha sido que es un género que me gusta enormemente y al que considero dignísimo, en el que han trabajado extraordinarios actores y actrices, maestros del arte interpretativo. Me refiero, naturalmente, a la zarzuela, pero también a la revista. El repertorio español en este apartado es riquísimo, con ejemplos magníficos de una calidad equiparable o mayor de la de tantos musicales del cine norteamericano tenidos como clásicos. Tanto la revista propiamente dicha como la comedia musical, que difiere levemente de ella, ofrecen una gama de posibilidades a los actores que sobrepasan a otros géneros. No quiero comparar, solamente decir (y me ciño a la experiencia propia) que no ya el montaje y producción de cualquiera de estos espectáculos musicales es difícil, además de caro y que precisan de intérpretes con muchos registros que además deben saber moverse, bailar, cantar, sin dejar en ningún momento de interpretar.

Tuve ocasión de trabajar tanto en la compañía del Teatro de la Zarzuela de Madrid como de otras pertenecientes a prestigiosos teatros españoles, con orquestas compuestas por decenas de profesores, coreografías extraordinarias, decorados y vestuario costosísimos y elencos formidables de actores y cantantes. Por ejemplo, las del Teatro Arriaga de Bilbao o del Campoamor de Oviedo, entre otras.

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XIV. "LUIS VARELA. ACTOR TOTAL. LOS GRANDES GENÉRICOS ESPAÑOLES", Gabriel Porras, Valencia: Shangrila 2022.



12. Más televisión y más teatro


Luis Varela junto a dos grandes nombres de la radio y el doblaje:
María Romero y Rafael de Penagos




Antes de proseguir con el trabajo de Luis Varela en TVE, que en la temporada correspondiente a 1979/1980 se traducirá en cuatro proyectos compaginados con su presencia en los escenarios y la participación en una película (de todo ello daremos cuenta más adelante), justo es recordar un programa como Antología de la Zarzuela, dirigido por un especialista en este tipo de obras de carácter musical, Fernando García de la Vega, quien, como venimos comprobando, tanto tuvo que ver en la carrera de nuestro actor.

El creador de Escala en Hi Fi y versátil realizador de programas de televisión, fue uno de los nombres que más influyó en la carrera televisiva de Luis Varela y con quien trabajó nada menos que en treinta y cuatro ocasiones, entre capítulos de series, espacios concretos, un largometraje y varios cortos de tema musical. (174)

174. En concreto, la mayor parte de las emisiones de Escala en Hi Fi, una Novela de cinco capítulos, tres Estudio 1, un Teatro para todos, la película Un español en la corte del rey Arturo, tres capítulos de La Comedia Musical Española, varios fragmentos de Antología de la Zarzuela y tres intervenciones en el programa Festival.

García de la Vega siempre contó conmigo y le estoy muy agradecido. No sólo en los programas de Escala en Hi Fi que él creó sino en otros muchos, dramáticos, de los que dirigía en TVE. Era un magnífico realizador con ideas nuevas y una visión de conjunto de lo que quería hacer muy interesante. Durante muchos años fue el gran realizador de programas musicales y de variedades en televisión que rivalizaban con los de las cadenas europeas, llenos de ritmo, de humor y con grandes figuras de la canción que venían a TVE de todo el mundo. Yo también lo conocí como realizador y adaptador de obras teatrales y siempre trabajé a gusto con él, entendía muy bien lo que quería y era un hombre muy cordial en trabajo. Mentiría si no admitiera que le debo mucho porque siempre confió en mí.

Antología de la Zarzuela se emitió entre 1979 y 1980 y su fórmula era la misma de Escala en Hi Fi, es decir, se componía de pasajes y fragmentos de distintas zarzuelas que no tenían necesariamente conexión entre ellos. Los actores interpretaban a los personajes, aunque las voces que se escuchaban en los números musicales cantados pertenecían a verdaderos cantantes líricos. Lo que se conoce como procedimiento de playback.

García de la Vega es un experto en el género chico y conoce el lenguaje musical llevado a la pantalla con destreza, algo que volverá a demostrar años más tarde en el programa La Comedia Musical Española.

De igual forma, no debemos olvidar la intensa actividad que Luis Varela sigue manteniendo como actor de doblaje, medio en el que ha sido director de doblaje durante varias temporadas recibiendo premios y reconocimientos dentro de esta modalidad interpretativa. En los años que hemos venido glosando, aproximadamente desde 1973 a 1980, sin hacer referencia a trabajos inmediatamente anteriores, registramos su voz en 93 títulos, entre filmes cinematográficos y telefilmes. Como es lógico, en la mayoría de las ocasiones, doblando a actores extranjeros, aunque también a nacionales (175) con cierta frecuencia.

175. Es preciso tener en cuenta que el actor también se dobla a sí mismo en las películas en que participa que no se rodaban con sonido directo.

Entre todos ellos, además de actores ya citados como Michael York o Sidney Poitier, dobló a personajes de la serie Kung Fu (Les Lanmon), a Marc McClure en Superman, Richard O’Sullivan en las series Un hombre en casa y El nido de Robin o John Sauvage en Material americano, junto a otros muchos.

La serie Un hombre en casa y su sucesora El nido de Robin tuvieron un éxito en televisión casi sin precedentes, solamente superados por Los Ropper que fue la iniciadora de este tipo de programas en forma de series de humor en los que se hacía una disección de la sociedad británica de los años setenta. Fueron vistas en todo el mundo y se llenaron de premios. Me propusieron el doblaje del personaje principal, Robin Tripp que protagonizaba Richard O’Sullivan. (176) Para mí fue una ocasión de oro pues, pese a que mi trabajo en doblaje era cada vez más abundante, tanto la serie como el propio personaje eran extraordinarios y con muchas posibilidades.

176. Richard O’Sullivan (1944). Actor británico activo desde los ocho años hasta 1991 en que se retira. Compaginó el cine con la televisión y adquirió enorme éxito con algunas series como Un hombre en casa y El nido de Robin entre 1973 y 1976.

Trabajamos muy bien todo el equipo, en el que estaban nada menos que Rafael de Penagos y María Romero que doblaban a los célebres Ropper (177), Maripe Castro, Manolo García, Moratalla y unos cuantos más, todos ellos voces estupendas y grandes actores, pues el doblador es, ante todo, un actor. Un trabajo que entraña muchas más dificultades de las que comúnmente se cree y del que siempre me he sentido muy orgulloso.

El año 1979, contrariamente a otros anteriores y algunos que vendrán después, no fue pródigo en cuanto a la presencia de nuestro actor en programas de corte teatral de TVE. Además de su participación en Antología de la Zarzuela ya citada, se repuso (en el espacio Novela) El anticuario que había sido realizada por Domingo Almendros en 1971. En esta ocasión fueron diez los capítulos en que se dividió la obra de Walter Scott según la adaptación de Carlos Puerto. La reposición de 1979 no siguió el ritmo de emisión tradicional en el programa y se fue alternando en cuatro sábados sucesivos a razón de tres capítulos seguidos en dos ocasiones y dos en otras dos.

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12.2.22

XIII. "LUIS VARELA. ACTOR TOTAL. LOS GRANDES GENÉRICOS ESPAÑOLES", Gabriel Porras, Valencia: Shangrila 2022.



11. Un rostro televisivo por excelencia





Paralelamente al trabajo en el cine de Luis, en mayor medida también, se desarrolla su carrera en televisión, medio en el que ha venido transcurriendo buena parte de su actividad interpretativa que nació a la par que la propia televisión en España, desde 1956. Enseguida revisaremos, de entre una multitud de trabajos en programas dramáticos, una selección compuesta por algunos de ellos que pueden resultar más significativos, tanto por la propia enjundia literaria de las obras a que pertenecen y autores que las escribieron como a la esencia en sí de sus realizaciones, su repercusión y otras consideraciones.

Se ha de anotar que la vida de Luis Varela, esposo y padre, sigue su curso al margen de su trabajo múltiple en todos los apartados interpretativos que conocemos del actor. 

Como bien sabes, puedo considerarme como uno de los actores pioneros de la televisión en España; naturalmente, por edad. Esa circunstancia se produce porque cuando empecé, prácticamente al mismo tiempo en que nace esa televisión en nuestro país, yo era un niño todavía. Por ese motivo, además de otros, mi carrera está protagonizada por la televisión. Entendámonos, soy un actor que toco todos los medios pero que me considero esencialmente teatral y en todos los géneros que brinda el escenario. Soy también un actor cinematográfico y he pasado por los papeles más diversos en trabajos de distinta índole y extensión, llegando, es curioso, en mi madurez a ser verdadero protagonista en cine, sin embargo, a pesar de todo ello y de mi dedicación al doblaje cinematográfico, que no deja de ser igualmente un subgénero dentro del cine aunque solamente se concentre en la voz ante el espectador, vuelvo a repetir que la televisión me ha dado las mayores oportunidades en una gama tal de registros e interpretaciones que de ninguna manera hubieran sido posible en los medios citados. La televisión me ha ayudado a formarme como actor, me ha posibilitado conocer todos los géneros literarios en las adaptaciones respectivas y me ha brindado una celebridad enorme desde 1957 hasta el presente y de manera continuada. No creo exista otro actor o actriz vivo que pueda decir lo mismo; insisto, propiciado por el hecho de haber sido un actor infantil y el primero que actuó en TVE. Casi todos los actores teatrales tuvimos en TVE la oportunidad de trabajar a lo largo del tiempo que media entre las décadas de los sesenta y ochenta especialmente. La proliferación de programas en los que se dramatizaban textos, novelas, obras de teatro, guiones especialmente escritos para televisión, etc., fue algo extraordinario que ofreció trabajo a cientos de actores y que también ofrecía un entretenimiento de calidad a los espectadores de toda España, llevando el teatro a través de la pequeña pantalla a todos los rincones. No sé bien hasta qué punto fue importante aquello y el enorme significado que tuvo, me atrevo a decir que hasta sociológico y, por supuesto, cultural. No sabría decir el número aproximado de programas en los que he intervenido desde entonces en televisión, especialmente en aquella TVE de los tiempos gloriosos, pero también después en las cadenas privadas, aunque, justo es reconocerlo, en espacios muy diferentes.

Luis Varela nos ofrece en estas declaraciones su agradecido homenaje al medio televisivo en España que, en efecto, ha sido –más en el pasado que en el presente, se debe reconocer– lugar de trabajo para tantos actores y, con frecuencia, refugio de muchos de ellos que, de otra manera, posiblemente, no hubiesen podido sobrevivir en la profesión o haberlo hecho de manera precaria.

* * * 

Si regresamos al año 1975, cuando en el capítulo anterior habíamos dejado el trabajo en televisión del actor, nos encontramos con una cifra tal de títulos y programas que ciertamente resultaría, si no abrumador, sí excesivamente prolijo el comentario pormenorizado de cada uno de ellos. Nada menos que cuarenta papeles en otras tantas adaptaciones repartidas entre espacios como Estudio 1, Novela, Teatro breve, Teatro estudio…, series como Lecciones de tocador, La Comedia Musical Española, Mujeres insólitas…, en los que Luis Varela ofrece una amplia galería de interpretaciones, tan diversas como interesantes, dentro del incontestable conjunto de obras teatrales, narraciones adaptadas y guiones expresamente escritos para el medio televisivo.

Es preciso, por tanto, seleccionar entre todo ese trabajo. Para ello se habrá de seguir un criterio que se base, primero, en la propia densidad del personaje que interpreta nuestro actor, su extensión, sus peculiaridades, etc., después, en la calidad literaria, de la obra y el texto correspondiente y, más tarde, abordando otros elementos no menos importantes que se olvidan a veces y que están relacionados con la propia dirección del programa, la producción y la repercusión obtenida tras su emisión, o sea, el seguimiento por parte de los espectadores de televisión (en la medida en que ese seguimiento pueda ser calibrado de una forma real) así como, de existir, el eco crítico por parte de las secciones de televisión de la prensa general y, por supuesto, de la especializada en cada momento.

La participación de Luis Varela, a requerimiento de Fernando Fernán Gómez, en uno de los últimos capítulos de El pícaro, serie escrita y dirigida por el propio Fernán Gómez, que fue, con diferencia, uno de los más interesantes proyectos de TVE, pues, a la vez que servía para rescatar a los grandes personajes de la Novela Picaresca clásica española, se ofrecía, mediante unas adaptaciones que aunaban la fidelidad literaria (conservando el lenguaje original) con el dinamismo preciso para la puesta en escena y en imágenes del relato correspondiente, siempre lleno de aventuras y, a la vez, situaciones de notable intensidad dramática y ello, contando con el tono de comedia que, tanto las obras, como el estilo empleado por Fernán Gómez, precisaban.

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XII. "LUIS VARELA. ACTOR TOTAL. LOS GRANDES GENÉRICOS ESPAÑOLES", Gabriel Porras, Valencia: Shangrila 2022.



10. Cine de consumo y comercial
(1975-1984)


Jane, mi pequeña salvaje (Eligio Herrero, 1982)



Entre 1975 y 1984, año este último en el que Luis Varela deja por un tiempo el cine para dedicarse con más asiduidad al teatro y televisión (sin abandonar otras disciplinas interpretativas), el actor interviene en catorce películas y colabora en un par de cortos como narrador. No es que esa cantidad sea excesiva si la comparamos con sus trabajos televisivos, por ejemplo, pero sí representativa de un tipo de cine que se hacía en aquellos años de la Transición en los que, salvo muy excepcionales ocasiones y contados títulos, pareciera como si la desaparición de la censura y la prácticamente completa libertad de acción a la hora de plantear un proyecto cinematográfico, hubiera mermado, paradójicamente, no ya el talento creativo sino el ingenio. Un cine comercial en grado sumo la mayor parte de las veces, en el que solía aunarse la aludida ausencia de imaginación creadora con un evidente mal gusto que a veces roza la chabacanería.

Luis Varela, como tantos otros actores de entonces, en su mayoría con notables carreras interpretativas, ha de asumir esa circunstancia y debe trabajar en un cine bastante ramplón y escasamente interesante desde el punto de vista artístico, cuando no, resueltamente nulo. Y precisamente de esas películas puede rescatarse su trabajo, es decir, su disciplina y profesionalidad al servicio de guiones e historias ramplonas que no buscan sino una comercialidad a toda costa y que van dirigidas a un público sin exigencia alguna.

Es curioso constatar cómo algunos de los grandes realizadores del cine español de siempre, con magníficas películas en su haber y reconocido talento, terminan sus carreras en estos años con los que son, seguramente, sus peores trabajos, haciendo prácticamente irreconocible su presencia como directores, sobre todo si comparamos esos filmes postreros con obras sorprendentes dirigidas décadas atrás. Casos flagrantes en este sentido son los de tres nombres señeros de nuestro cine: José Luis Sáenz de Heredia, José Antonio Nieves Conde y Rafael Gil. Dentro de esas filmografías encontramos a Luis Varela en cuatro títulos: Solo ante el streaking, 1975, de Sáenz de Heredia; Volvoreta, 1976, de Nieves Conde y A la Legión le gustan las mujeres… y a las mujeres les gusta la Legión, 1976 y, …Y al tercer año, resucitó, 1980, ambas dirigidas por Rafael Gil.

Algunos de esos títulos adelantan claramente el probable contenido de las respectivas historias, que, se debe insistir, contrastan ampliamente con buena parte de sus respectivas filmografías. (138)

138. Por citar simplemente un par de filmes en cada uno de los directores, que forman parte esencial de la historia del cine español, podemos señalar, en el caso de José Luis Sáenz de Heredia, por ejemplo, Los ojos dejan huellas (1952) e Historias de la radio (1955); Surcos (1951) y El inquilino (1957) en el caso de José Antonio Nieves Conde o Huella de luz (1943) y La calle sin sol (1948) de Rafael Gil.

Pero no se puede decir nada diferente en el caso del resto de películas en las que encontramos a Luis Varela en estos diez años escasos. Un par de realizaciones de Mariano Ozores de las que Es peligroso casarse a los sesenta (1981), vehículo al servicio de Paco Martínez Soria, se puede rescatar (esencialmente por el trabajo del resto de los intérpretes, como habrá ocasión de analizar); una extraña película de Eligio Herrero (Jane, mi pequeña salvaje, 1982) verdaderamente una excepción en todos los sentidos menos, quizá el más relevante, es decir, el que se refiere a unos mínimos de calidad…, algunas otras películas al servicio de fenómenos de taquilla como el citado Martínez Soria (La tía de Carlos, 1982 dirigida por Luis María Delgado o el remake de un filme de 1957, Todo es posible en Granada (139) con Manolo Escobar de protagonista y dirigida por Rafael Romero-Marchent)…, para llegar a otros cuantos más que se definen también desde sus propios títulos: Pepe, no me des tormento (1981, dirigida por José María Gutiérrez Santos), Cristóbal Colón, de oficio… descubridor (1982) realizada por Mariano Ozores, El Cid cabreador (1983) realizada por Angelino Fons o Cuando Almanzor perdió el tambor (1984) realizada por el antes citado Luis María Delgado. Puede que, en esta relación de filmes, Muñecas de trapo (1984) de Jorge Grau constituya una relativa excepción, tanto por la temática como por la forma de afrontarla y el propio trabajo en la dirección. De todas ellas, aunque brevemente, se tratará a continuación.

139. Dirigido por José Luis Saénz de Heredia y protagonizado por Francisco Rabal y la actriz de Hollywood, Merle Oberon.

Como quiera que Luis Varela, un actor consumado, capaz de resolver cualquier cometido interpretativo, ha sabido siempre adaptarse a las circunstancias laborales de cada momento, no extraña que tanto él como la práctica totalidad de sus colegas españoles hubieran de ceñirse a las ofertas laborales y trabajar en aquello que se les ofreciese. Las modas y tendencias en cada etapa han supeditado ese trabajo, en lo que algunos denominan como “películas alimenticias” cuando nos referimos a la oferta en determinados géneros.

Ello no impide que se pueda calificar el cine realizado en aquellos momentos (no en exclusiva, pero sí de manera mayoritaria) como carente de interés en gran medida, cuando no vulgar y sin altura.

Nuestros profesionales teatrales que se han dedicado también al cine en una u otra extensión en sus respectivas carreras, al igual que a participar en los programas dramáticos de televisión, siguen siendo los mismos, es decir, aquellos que saben dar vida, imprimir carácter y hacer creíbles a los personajes que se les asigne, con mayor o menor fortuna según los casos, la historia respectiva, el perfil del personaje en sí, la más o menos acertada dirección de actores por parte del realizador de turno, etc. Siempre con dignidad y decoro, en su inmensa mayoría.

Entre ellos está Luis Varela.

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XI. "LUIS VARELA. ACTOR TOTAL. LOS GRANDES GENÉRICOS ESPAÑOLES", Gabriel Porras, Valencia: Shangrila 2022.



9. Otras disciplinas interpretativas


Cartel de 1931



Con independencia de que el propósito de este estudio biográfico sobre la carrera profesional de Luis Varela se centre casi en exclusiva en los apartados cinematográfico y televisivo de su trabajo, resulta muy difícil, por no decir imposible, no hacer puntuales referencias a otros géneros interpretativos en los que dicha carrera se encuentra totalmente asentada, hasta el hecho de haber constituido el punto de arranque de la misma y una constante imprescindible en  su trayectoria, como es el caso del teatro.

Luis Varela es, ante todo, un actor de teatro. Sin olvidar que la diversificación de su actividad artística es tan variable como interesante, la escena es su esencia y sigue siendo la raíz de su vocación.

Además, entre aquellas otras ramas a las que aludimos, junto al doblaje, del que hemos hablado más arriba (y del que se volverá a tratar dada la importancia y continuidad a lo largo de su vida artística), existen otras, como su presencia en programas de radio (más abundantes en su etapa juvenil), el trabajo de locución como narrador de documentales y otras actividades afines en las que la voz del actor sirve como hilo conductor. (136) Pero existen dos vertientes muy significativas en su carrera, a las que Luis Varela profesa gran cariño y por las que siente un enorme respeto que entran dentro de la faceta, no sólo interpretativa, sino plenamente musical que acercan al actor a sus estudios primigenios en el Conservatorio; nos referimos a la Zarzuela, género que sigue cultivando con pasión y a la revista, la tradicional Revista Española que tantos ejemplos ha dado de magníficos espectáculos musicales llenos de color, humor y alegría.

136. De entre las numerosas veces en las que Luis Varela ha prestado su voz como narrador en muy diversos programas de televisión, en documentales de diversa temática y otros eventos similares, recogemos aquí aquellos que, por su directa conexión con el cine a través de cortos y largometrajes, tanto de ficción como en el apartado documental, forman parte de la filmografía del actor, así como del registro de sus trabajos televisivos. En ambos casos aparecerán en el apéndice correspondiente con las referencias precisas a lo largo del texto.

Si nos atenemos estrictamente a la cronología exacta, hemos de convenir que la primera experiencia de Luis Varela con el teatro lírico se produce en 1953 en el Teatro de la Zarzuela con una adaptación de El retablo de maese Pedro, donde, lógicamente, interpretaba un personaje infantil. Y se debe reparar en esta fecha crucial (e inicial) de nuestro actor, en la que comienza su carrera en el teatro, tanto en el llamado teatro convencional, en cuanto al concepto clásico y tradicional del mismo, como en el teatro musical o con partes musicales, como es el caso de la zarzuela que tanta importancia de todo orden ha venido teniendo en la citada carrera. ¿Pudiera ser una premonición la obra de Manuel de Falla inspirada en El Quijote, como debut tan temprano del jovencísimo actor? Quizá. Tanto en lo que concierne a sus múltiples y continuados trabajos en el género como en las veces que ha intervenido en sucesivos montajes de la obra de Cervantes.

La primera zarzuela, propiamente dicha, que encontramos en la carrera teatral de Luis Varela fue La revoltosa, el famoso sainete de Fernández Shaw y López Silva al que puso música Ruperto Chapí. Una pieza que llegará a ser una constante en la vida artística del actor, como otras cuantas que tendremos oportunidad de comentar. Fue en 1963, en el Teatro de la Zarzuela dirigida por José Luis Alonso. El joven Luis Varela encarnó al personaje de Tiberio, uno de los enamorados de la célebre Mari Pepa. A partir de ahí, con intermitencias que cada vez se fueron haciendo más cortas, nuestro actor es llamado con insistencia para interpretar obras del llamado Género Chico, donde, además de cantar, siempre era uno de los encargados de dar vida a un personaje tan característico e indispensable en el género como es el (llamémosle así y con el máximo respeto) gracioso, un tipo que sirve de nexo entre el tenor protagonista y el resto. Tal ha sido el éxito de Luis Varela en la zarzuela que existe un personaje quintaesencial del género como es el Espasa de La del manojo de rosas al que ha escenificado en decenas de funciones hasta el punto de ser considerado como el intérprete paradigmático del popular camarero hiperbólico, de gracia insuperable. 

Cuando el actor entra de lleno en la zarzuela propiamente dicha, con algunas incursiones en otros géneros musicales como la revista, es a partir de 1990. Trabajando dentro de la compañía del Teatro de la Zarzuela, en empresas privadas, en las temporadas líricas de diversos teatros (Arriaga de Bilbao, Campoamor de Oviedo…) e incluso en el extranjero, América Hispana especialmente, Luis Varela ha llegado a participar, siempre en primerísimos papeles, en 37 títulos, desde Las leandras en 1990 hasta poco antes de su retiro de las tablas, en 2013, con La del manojo de rosas, pudiendo afirmarse que su nombre ha estado presente en los grandes montajes del género en ese amplio periodo. A medida que en el recorrido por la carrera de nuestro actor vayan apareciendo los títulos de tantos montajes de zarzuela en que ha intervenido, habremos de detenernos en las circunstancias de las mismas y con sus recuerdos al respecto.

Participé desde muy joven en zarzuelas y he de confesar que este género lírico español me apasiona. Creo que no le damos en nuestro país la importancia que realmente tiene. Cuando he tenido oportunidad de salir a América con algún espectáculo de zarzuela, especialmente en Argentina, pero también en otros países, como Cuba, por ejemplo, ha sido el delirio por parte del público, con llenos constantes y éxito extraordinario. Soy de la opinión de que nuestro género musical es notablemente superior a otros, muy famosos y prestigiados, de algunos países. Nada tiene que ver el término “chico” referido a la zarzuela con el mayor o menor valor de esta respecto a la ópera. Es otra variante, quizá más genuinamente teatral. La del manojo de rosas, del maestro Pablo Sorozábal, con el delicioso libreto de Ramos de Castro y Carreño, ha sido la que más veces he tenido ocasión de interpretar y, efectivamente, tal y como dices, el personaje de Espasa, muchas veces lo han asociado a mi persona como actor pues lo he interpretado, que recuerde en por lo menos siete veces, con un amplio número de funciones. No me molesta en absoluto que me asocien con el personaje; en modo alguno supone nada parecido a un encasillamiento…, ahí está mi carrera para demostrarlo. Sin embargo, esa asociación, es para mí un honor.

Siempre que se me ofrecía trabajar en alguna función que me parecía interesante –nos cuenta el actor– y si disponía de tiempo o era compatible con otras actividades o compromisos previos, la aceptaba. No recuerdo con exactitud las obras en las que trabajé en esos años. Después de tanto tiempo los recuerdos se amontonan en la memoria y no resulta fácil situar cada uno en su momento. Pero te diré que, en 1972, creo recordar, formé compañía y debutamos, me parece que, con Tú y yo somos tres de Jardiel, autor que siempre me ha gustado mucho y que me parece no sólo un genio del teatro y del humor en general sino de una modernidad perenne. No pasa de moda. Por eso he interpretado obras de Jardiel cuando me ha sido posible y, por ello, al formar compañía quise expresamente debutar con este autor. Fue la primera función que produje. Mi mujer se asustó mucho cuando le dije que iba a formar compañía y más aún cuando supo que me había quedado con un teatro, el Arniches. Hay que tener en cuenta que se arriesgaba mucho y que todo dependía de que te fuera mínimamente bien pues en el caso contrario, significaba la ruina. Afortunadamente fue bien y me quedé también con el Martín… Una cosa que parecía locura, pero tenía entonces…, no había cumplido aún los 30 años y estaba lleno de ganas, a pesar del riesgo cierto que suponía.

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11.2.22

X. "LUIS VARELA. ACTOR TOTAL. LOS GRANDES GENÉRICOS ESPAÑOLES", Gabriel Porras, Valencia: Shangrila 2022.



8. Cinco años de intenso trabajo
(1970-1975)





Las actividades laborales del actor prosiguen a ritmo creciente en los años 1968 y 1969. Su nueva situación personal no impide, más bien al contrario, que diversifique los trabajos que, además del teatro, la televisión y el cine –este, de momento, de forma más esporádica y en personajes de menos peso–, continúan, como ya vimos más arriba, en el doblaje y en las actuaciones como cantante. Todo un récord de actividad en cuanto a versatilidad artística que siempre acomete con entusiasmo.

Sin duda, la mayor parte de ese trabajo se produce en TVE y Luis Varela, tan asiduo al medio, como bien conocemos, llega a participar en catorce títulos dentro de varios espacios dramáticos, con particular incidencia en los de Estudio 1 y Novela en este caso, dividida en capítulos, de lunes a viernes. (93) Resulta llamativo, por ejemplo, que nuestro actor sea capaz de intervenir en ocho dramáticos de televisión a lo largo de 1969 con lo que suponen de ensayos, preparación y grabación, al tiempo que estrena una obra teatral de evidente envergadura como A mitad del camino en la que forma parte del elenco principal, y continúa con su trabajo de doblaje.

93. Aunque esa fue la norma, en algunas ocasiones, el espacio Novela se emitió durante dos semanas, es decir, en diez capítulos y, con menor incidencia, en tres o, incluso, en cuatro, adquiriendo el carácter de lo que normalmente se considera como serie. 

Aunque de forma concisa, es preciso hacer referencia a buena parte de esos trabajos, alguno de los cuales forma parte de lo mejor en la carrera del actor en este segmento de su biografía artística. Veámoslo.

En el mes de junio de 1968, Pilar Miró requiere a Varela para formar parte de un amplio reparto de grandes intérpretes en la adaptación de Los cascabeles de la locura realizada por el matrimonio formado por el realizador de cine y escritor Gonzalo Delgrás y la también escritora y actriz Margarita Robles basada en un relato novelado del hoy olvidado Antonio de Hoyos y Vinent. (94) Un reparto, como se ha dicho, espléndido, en el que figuraban rostros y nombres tan frecuentes como populares en la televisión de aquellos años como Mercedes Prendes, Lola Lemos, Tomás Blanco, Paco Morán o Marisa Paredes, entre otros. Prácticamente encadenando una grabación con otra, interpreta Los que no tienen paz, de Ramón Solís, que había sido finalista del Premio Planeta de 1956 y posteriormente dramatizada por José María Pemán, emitida igualmente para el espacio Novela e interpretada por Luis Varela junto a Emilio Gutiérrez Caba y Paloma Valdés.

94. Antonio de Hoyos y Vinent, Marqués de Vinent (Madrid, 1884-1940). Novelista, ensayista, autor teatral, se distinguió aún más por su personalidad, en modo alguno acomodada a las exigencias sociales de su clase, por ser un transgresor y por vivir abiertamente su homosexualidad en un medio y sociedad no precisamente proclives a aceptarlo. Tras una vida intensa y muy creativa, falleció en la cárcel en el mayor abandono. Su obra es tan extensa como variada, tanto en lo relacionado con los temas tratados como en el propio valor artístico, estético y literario. Poco conocido y muy mal estudiado, bien merece un reconocimiento acorde con su calidad como escritor y su valentía para hacer frente a los convencionalismos.

En ese frenético verano de continuada presencia en TVE, dos Estudio 1 contaron con importantes interpretaciones del actor: El puente, basada en la obra homónima del argentino Carlos Gorostiza, realizada por Juan Guerrero Zamora (95) y una cuidada adaptación de El pueblo veraniego (96) de Ugo Betti que realizó Alberto González Vergel. En esta ocasión el actor formó parte de un grupo de intérpretes de la envergadura de Lola Herrera, María José Alfonso, Pedro Sempson (este muy frecuente también en doblaje) y la gran Mercedes Prendes.

95. Esta obra teatral fue adaptada para el cine en 1950 por el propio autor, quien se ocupó también de la dirección.

96. Con la variante en el título de Il paese delle vacanze, fue estrenada en 1937.

Ya acabando el año, volvemos a encontrar a Varela en La encantadora familia Bliss, una comedia característica de Noel Coward, llena de situaciones divertidas con equívocos y momentos delirantes siempre dentro de una elegancia manifiesta que envuelve toda la acción, el lenguaje y la propia caracterología de los personajes. Guillermo Marín y Mayrata O’Wisiedo formaron la excéntrica pareja Bliss mientras que Luis Varela y Roberto Llamas completaban los papeles esenciales del reparto junto a una espléndida Maite Blasco, en una nueva dirección de Juan Guerrero Zamora. 

Asistimos, sin temor a equivocarnos, a la plenitud de Luis Varela como actor televisivo, precisamente en un momento, aquellos años, en los que TVE sirvió de medio para tantos intérpretes que llenaban con su trabajo la gran cantidad de espacios en los que las dramatizaciones literarias eran el centro, donde el teatro, en cualquiera de sus manifestaciones, se ofrecía a diario y propiciaba que la inmensa mayoría de los españoles tuviesen acceso al mismo a través de la pequeña pantalla. Entretenimiento, sin duda alguna, pero también difusión cultural.

El nuevo año, 1969, supone el momento álgido de entre todos los que conforman su larguísima trayectoria en televisión, desde su niñez hasta nuestros días, es decir, a lo largo de casi sesenta años. Dejando a un lado las apariciones continuas en el espacio musical tantas veces citado aquí, Escala en Hi Fi, serán catorce los programas en los que intervendrá como actor dramático, repartidos entre varios Estudio 1, una Novela de cinco capítulos y un par de series en las que también participa. El actor es tremendamente popular, forma parte de la iconografía general del espectáculo español y, gracias a la televisión, se ha convertido en un rostro familiar y querido, algo a lo que no es ajena su desenfadada simpatía y el inconfundible aire de muchacho cercano, sencillo, que bien pudiera formar parte de cada uno de los círculos y ambientes de la gran mayoría de españoles de aquellos años. Una característica, por otro lado, que nunca ha abandonado a Luis Varela y que forma parte de su personalidad, tanto como intérprete proteico y diversificado como de su propia persona.

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IX. "LUIS VARELA. ACTOR TOTAL. LOS GRANDES GENÉRICOS ESPAÑOLES", Gabriel Porras, Valencia: Shangrila 2022.



7. Regreso a las tablas





Con la salvedad de su intervención en La revoltosa en 1963, primera de las sucesivas veces en que en adelante Luis Varela interpretará la famosa zarzuela de Ruperto Chapí, nuestro actor no vuelve a los escenarios teatrales hasta 1969. Lo hace contratado por Enrique Guitart quien ha decidido adaptar al castellano una obra de Peter Ustinov, A mitad del camino, que llegaba precedida de considerable éxito fuera de España. 

De nuevo se trató de abordar el problema generacional que, en la década de los años sesenta, fue un tema reiterado. Peter Ustinov lo plantea desde su particular preocupación por la juventud, que había ya expuesto en otras obras teatrales como El amor de los cuatro coroneles. Sabido es que el célebre actor, director y autor, siempre manifestó un profundo interés por los ambientes y circunstancias que aquejaban a la infancia y la juventud, con una participación activa en numerosos proyectos al respecto, incluida su colaboración como Embajador de Buena Voluntad de la UNICEF durante casi cuarenta años.

La obra se sitúa claramente dentro de, o desde, un punto de vista juvenil frente a los conflictos que las nuevas ideas, costumbres y corrientes acarreaban en la vida particular, como expresión de enfrentamiento familiar, de incomunicación y de lucha, que formaba parte del inconformismo y la rebeldía que los jóvenes de entonces mantenían dentro de la sociedad en general.

Ustinov ubica la acción en un medio social perteneciente a la alta burguesía británica, cuando el padre de familia, militar de alta graduación, regresa a casa tras cuatro años seguidos destacado en un país asiático. Allí encuentra un cuadro que no imaginaba, con sus hijos entregados a las ideas y costumbres hippies, dando lugar al desencadenamiento del conflicto, más por la incomprensión que por una dogmática negación de una realidad que se impone.

La obra, que estuvo adaptada por Ana Diosdado con gran respeto por el texto original, formó parte de un grupo en el que unos cuantos ejemplos más giraban en torno al tema expuesto, al que no fue ajena la propia Diosdado con sus propias obras teatrales, en especial con la exitosa Olvida los tambores de la que habrá ocasión de ocuparse más adelante, toda vez que Luis Varela formó parte del elenco cuando se estrenó. 

A mitad de camino fue dirigida por Ramón Ballesteros, director escénico a quien Luis Varela recurrirá cuando, años más tarde, decida formar compañía, en la seguridad de su pericia. Algo que demostró en este montaje, que fue muy bien recibido por el público y la crítica.

En su amplia reseña sobre el estreno de A mitad de camino, en el diario ABC se escribió, entre otras cosas:

Enrique Guitart ha hecho un estudio acabado de su personaje para realizar una versión insuperable en su doble y dispar vertiente, rica en matices de todo tipo y en contrastes estupendos; Luis Varela le da la réplica en todo momento. (90)

90. Pérez Fernández. ABC (31 de agosto de 1969).

Enrique Guitart y Josefina de la Torre (91) encabezaban el reparto en el apartado generacional de los padres, mientras Patricia Nigel, Javier Campos, Teresa del Olmo…, encarnaban a los jóvenes, contando igualmente con la presencia de, entre otros, el actor característico Miguel Armario. Toda la actuación fue destacada en la crítica, así como la ambientación, con decorados de Santiago Ontañón y el propio montaje escénico.

91. Josefina de la Torre (1907-2002). Poetisa y actriz canaria, hermana de Claudio de la Torre. Además de publicar varios poemarios tanto en España como Estados Unidos, fue una actriz dedicada esencialmente al teatro, formando compañía propia en varias ocasiones. A la par de esas dos facetas artísticas esenciales en su vida, Josefina de la Torre escribió novelas, fue cantante y actriz radiofónica y trabajó en doblaje. Mujer de exquisita sensibilidad y clara inteligencia, formó parte de la Generación del 27. No se prodigó mucho en el cine y siempre con intervenciones breves. Más abundante, sin embargo, fue su trabajo en televisión tanto en series como en programas dramáticos. Su presencia y su estilo añadían a sus actuaciones un encanto especial. Josefina de la Torre estuvo casada en segundas nupcias con el también actor Ramón Corroto (1930-1980).  

El papel que me ofrecieron y el tema en general de la comedia, me atraían mucho, comenta Luis. Entonces estaba muy en boga todo lo relacionado con la incomprensión familiar entre padres e hijos, el llamado conflicto generacional. Peter Ustinov, al que conocí personalmente cuando compartí decorados con él en Un ángel pasó por Brooklyn, me caía muy bien como persona y había oído hablar de sus obras y su contenido humano, social y comprometido. Tenía un papel bonito, incluso teniendo en cuenta de las situaciones en que se encontraba el personaje. Aprendí mucho con Enrique Guitart, un actor veterano con una gran carrera detrás. Fue un regreso a las tablas excelente. Tanto es así que reinicié mi carrera escénica con fuerza y durante unos cuantos años estuve haciendo teatro ininterrumpidamente.

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