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18.12.13
XXXI. "THEO ANGELOPOULOS VS. GASPAR NOÉ: APUNTES 'AFTERPOP' ", Aarón Rodríguez Serrano, Shangrila revista nº 18-19, "Theo Angelopoulos. El paso suspendido: punto de encuentro".
La mirada de Ulises, Theo Angelopoulos, 1995
At first sight I felt the energy of sun rays/I saw the life inside your eyes/ (…) Shine bright like a diamond
Diamonds, Rihanna
La actividad del francotirador consiste en ir al encuentro del tiempo
Antibiótico, Agustín Fernández Mallo
0a. Angelopoulos v. 2.0 (Las variaciones nocilla I)
En la fabulosa segunda novela de su Trilogía Nocilla, Agustín Fernández Mallo decide samplear La mirada de Ulises (To vlemma tou Odyssea, 1995) injertando en el viaje de A. (Harvey Keitel) una anécdota apócrifa en la que el director se encuentra con dos niños nómadas. En ese momento determinado, el escritor afirma:
Lo importante de una cámara de cine es que el ojo del que filma no se refleja en el cristal del objetivo que separa los dos mundos, el que filma y el filmado. Al contrario que cuando miras un escaparate y te ves en el vidrio reflejado. La piel de un adulto tiene un espesor aproximadamente igual al de una película de 16 mm, la de un niño a una película de Super 8.1
La piel convertida en celuloide, la escritura fílmica –la impresión de la luz– inventando la textura del cuerpo acariciado en el momento en el que el impacto de los electrones nostálgicos impresionan una superficie fotoquímica –ahora, o en Gaspar Noé–, las células que traducen su danza en información alfanumérica, ceros y unos que esconden y construyen cuerpos que copulan, las luces de Tokyo, el choque de un coche contra otro coche. Dos cines, dos escrituras que son un choque de cuerpos y universos.
Canción triste para dos ideologías desafinadas, corazón.
Pero la piel convertida en celuloide. La fisicidad de la imagen cinematográfica. A partir de ahí se entendería por qué A. decide recorrer Europa en busca de una mirada fundacional, quizá para resucitar mediante la proyección la presencia de los cuerpos muertos, reconfigurar su propio ser cine desde el abismo proyectado. Y a partir de ahí se entenderían también sus lágrimas finales, unas lágrimas que Europa entera tenía que expulsar de alguna manera como la plañidera universal en la que se ha convertido desde que entendimos la barbarie como seña de identidad, como copyright, como fundamento ideológico máximo de nuestro pobre territorio histórico. Barbarie Europa vs. Las amargas lágrimas de (...)
Diamonds, Rihanna
La actividad del francotirador consiste en ir al encuentro del tiempo
Antibiótico, Agustín Fernández Mallo
0a. Angelopoulos v. 2.0 (Las variaciones nocilla I)
En la fabulosa segunda novela de su Trilogía Nocilla, Agustín Fernández Mallo decide samplear La mirada de Ulises (To vlemma tou Odyssea, 1995) injertando en el viaje de A. (Harvey Keitel) una anécdota apócrifa en la que el director se encuentra con dos niños nómadas. En ese momento determinado, el escritor afirma:
Lo importante de una cámara de cine es que el ojo del que filma no se refleja en el cristal del objetivo que separa los dos mundos, el que filma y el filmado. Al contrario que cuando miras un escaparate y te ves en el vidrio reflejado. La piel de un adulto tiene un espesor aproximadamente igual al de una película de 16 mm, la de un niño a una película de Super 8.1
La piel convertida en celuloide, la escritura fílmica –la impresión de la luz– inventando la textura del cuerpo acariciado en el momento en el que el impacto de los electrones nostálgicos impresionan una superficie fotoquímica –ahora, o en Gaspar Noé–, las células que traducen su danza en información alfanumérica, ceros y unos que esconden y construyen cuerpos que copulan, las luces de Tokyo, el choque de un coche contra otro coche. Dos cines, dos escrituras que son un choque de cuerpos y universos.
Canción triste para dos ideologías desafinadas, corazón.
Pero la piel convertida en celuloide. La fisicidad de la imagen cinematográfica. A partir de ahí se entendería por qué A. decide recorrer Europa en busca de una mirada fundacional, quizá para resucitar mediante la proyección la presencia de los cuerpos muertos, reconfigurar su propio ser cine desde el abismo proyectado. Y a partir de ahí se entenderían también sus lágrimas finales, unas lágrimas que Europa entera tenía que expulsar de alguna manera como la plañidera universal en la que se ha convertido desde que entendimos la barbarie como seña de identidad, como copyright, como fundamento ideológico máximo de nuestro pobre territorio histórico. Barbarie Europa vs. Las amargas lágrimas de (...)
Theo Angelopoulos vs. Gaspar Noé:
Apuntes afterpop
Apuntes afterpop
Aarón Rodríguez Serrano
THEO ANGELOPOULOS
EL PASO SUSPENDIDO: PUNTO DE ENCUENTRO
Shangrila revista nº 18-19
20x28cm. - 328 páginas
20x28cm. - 328 páginas
XXX. "¿POR QUÉ ODIAMOS A ANGELOPOULOS?", Ricardo Adalia Martín, Shangrila revista nº 18-19, "Theo Angelopoulos. El paso suspendido: punto de encuentro".
Stephen Shore
Me llamo Ricardo Adalia Martín y he nacido en algún momento de la década de los ochenta del siglo pasado. Pertenezco, por lo tanto, a la primera generación cuyo desarrollo biológico, emocional y afectivo corre de forma paralela a la eclosión de todas las tecnologías digitales que ahora nos rodean cotidianamente. Nuestra relación con las imágenes ha sido más íntima y cercana que aquella que han mantenido los que nos preceden en el tiempo. Nuestros padres y abuelos nos contaban sus aventuras de fin de semana en los cines de provincias donde pasaban la tarde gracias a los programas de sesión doble, mientras comenzábamos a tejer una relación con el cine en casa, manipulando a nuestro gusto las películas que alquilábamos en el videoclub de la esquina o que grabábamos de la televisión. Sin saberlo, estábamos construyendo nuestra particular “política de la imagen” con una forma de conocimiento, a través del montaje casero. A nuestra generación se la mirará siempre con cierto recelo porque se ha retratado como un icono de desorientación total en el mundo. Pero pocos se acordarán de que el momento clave para conformar nuestra identidad personal se forjó sobre una paradoja: una falla insalvable entre lo que nos transmitían qué debía ser una imagen y la forma en que teníamos de relacionarnos con ella. Un cambio de régimen en el que, además, escuchábamos el lamento por un cine que había muerto para conformar una nueva paradoja en el momento que comenzábamos a intentar descubrir lo que es el cine.
Por otra parte, la generación a la que pertenezco es, sin duda, la primera que ha vivido en un tiempo de paz casi completo: no ha sufrido en sus carnes guerra, dictadura u otra forma autoritaria de gobierno. Llegamos tarde a los conflictos de la historia. Toda “la barbarie” nos queda lejos. O bien a muchos kilómetros de distancia, mientras la contemplamos en el tiempo real que generan las corrientes de información que nos rodean. O en otro tiempo histórico, al que accedemos gracias a los diferentes relatos y ficciones de la humanidad. Pero, justo en el momento en el que realizábamos el tránsito desde la adolescencia a la edad adulta, nos encontramos ante otra extraña paradoja: la caída de las Torres Gemelas de New York el 11 de septiembre de 2011. Paradoja, porque en unas pocas horas asistimos a la constitución de una variable histórica, de una de esas escasas bisagras donde la humanidad logra cambiar de época. Y no habíamos necesitado reconstruir una serie de hechos desde los diferentes relatos sobre los que se sostiene la historia, ni a partir de los ecos de las diferentes formas de transmisión oral: vivimos un tránsito vital sin (...)
Por otra parte, la generación a la que pertenezco es, sin duda, la primera que ha vivido en un tiempo de paz casi completo: no ha sufrido en sus carnes guerra, dictadura u otra forma autoritaria de gobierno. Llegamos tarde a los conflictos de la historia. Toda “la barbarie” nos queda lejos. O bien a muchos kilómetros de distancia, mientras la contemplamos en el tiempo real que generan las corrientes de información que nos rodean. O en otro tiempo histórico, al que accedemos gracias a los diferentes relatos y ficciones de la humanidad. Pero, justo en el momento en el que realizábamos el tránsito desde la adolescencia a la edad adulta, nos encontramos ante otra extraña paradoja: la caída de las Torres Gemelas de New York el 11 de septiembre de 2011. Paradoja, porque en unas pocas horas asistimos a la constitución de una variable histórica, de una de esas escasas bisagras donde la humanidad logra cambiar de época. Y no habíamos necesitado reconstruir una serie de hechos desde los diferentes relatos sobre los que se sostiene la historia, ni a partir de los ecos de las diferentes formas de transmisión oral: vivimos un tránsito vital sin (...)
¿Por qué odiamos a Angelopoulos?
Ricardo Adalia Martín
THEO ANGELOPOULOS
EL PASO SUSPENDIDO: PUNTO DE ENCUENTRO
Shangrila revista nº 18-19
20x28cm. - 328 páginas
20x28cm. - 328 páginas
17.12.13
XXIX. "LA CASA DE THEO", Alberto Morais, Shangrila revista nº 18-19, "Theo Angelopoulos. El paso suspendido: punto de encuentro".
Cuando el funeral acabó, Phoebe Economopoulos nos llevó a la casa familiar. Un chalet agradable a las afueras de Athenas, amplio y sencillo. Allí nos encontrábamos los extranjeros que habíamos ido al entierro, familiares y gran parte de la troupe íntima de Theo. Phoebe había organizado una cena informal, la gente bebía y comía, contaban anécdotas en griego sobre el fallecido que luego nos traducían. Al fondo del salón dos sofás y una televisión cuadrada, todos los canales brillaban con imágenes del rostro de Angelopoulos y también del funeral en el que le habíamos dado sepultura.
26 de enero de 2012. Funeral de Theo Angelopoulos. Día de luto nacional en toda Grecia, y por eso se acercó una comitiva del Gobierno. La gente empezó a gritar, los extranjeros no entendíamos quiénes eran esos señores de traje. Era el ministro de Cultura, que se tuvo que ir abucheado por la mayoría de los que allí de pie, con el frío metido en el cuerpo por las bajas temperaturas y las horas de espera, se despedían del cineasta. Cientos de personas quietas, vestidas de negro y en silencio. Un pueblo en plano general o, mejor dicho, un primer plano de toda una ciudadanía, eso también aparecía en la tele y podía haber salido de cualquier secuencia puesta en escena por el propio Theo.
Sigo en la casa de Theo, con esa habitual sensación de irrealidad que acompaña a la inesperada, y en este caso brutal, muerte de un amigo. Y además ese amigo es una celebridad, aparece en todos los periódicos, en la televisión… Había algo en esa casa que imagino todos sentíamos, ese sentimiento de robo de la intimidad, de extrañamiento confuso. Mientras, yo estaba ahí, parado delante de un mueble de madera sobre el que había una palma de oro y una foto familiar. En la foto, Theo y Phoebe acompañando a una de sus hijas el día de la graduación en la universidad. Parecía una de esas fotos que aparecen en las películas norteamericanas. Esta casa, llena de gente, la conocí vacía unos años antes.
Fue en el año 2005, en la preparación del largometraje Un lugar en el cine, y en el que la intervención de Theo Angelopoulos y Víctor Erice era fundamental para construir un relato sobre el cine desde el nacimiento del neorrealismo hasta la actualidad.
Cerré el proceso de documentación de la película y traduje al griego el tratamiento que había estado elaborando. Ahora quedaba ponerme en contacto con Theo Angelopoulos y proponerle la participación en la película. Busqué entre (...)
La casa de Theo
Alberto Morais
THEO ANGELOPOULOS
EL PASO SUSPENDIDO: PUNTO DE ENCUENTRO
Shangrila revista nº 18-19
20x28cm. - 328 páginas
20x28cm. - 328 páginas
XXVIII. "THEO ANGELOPOULOS ENTRE EL MITO Y LA HISTORIA. (NOTAS DISPERSAS)", Víctor Erice, Shangrila revista nº 18-19, "Theo Angelopoulos. El paso suspendido: punto de encuentro".
Theo Angelopoulos en el rodaje de La eternidad y un día, 1998
1. Ego eimai, ego eimai...
En la mayor parte de la obra de Theo Angelopoulos se percibe una pulsión que, a la manera de un troquel, inscribe en la imagen, una y otra vez, la firma de su autor, sus devociones más íntimas, sus obsesiones también: poemas, canciones, esculturas, naturalezas muertas, mitologías, símbolos y emblemas del pasado. Si vivir es una huella, Angelopoulos imprimió la suya en todo lo que hizo con una terquedad inusitada, como si -al modo de las gentes de su país- no pudiera dejar de repetir: Ego eimai, ego eimai... (“Yo soy, yo soy...”).
2. Un día Angelopoulos
“Hoy no hace un día Angelopoulos”. Con esta frase –me contaron en Tesalónica– algunos profesionales del cine griego, al comenzar su jornada de trabajo, solían referirse con humor a la presencia de un cielo pleno de sol, exento totalmente de nubes; es decir, lo opuesto a un cielo gris, invernal, justo aquel que Theo Angelopoulos reclamaba para rodar los exteriores de sus películas. Una exigencia, con pinta de manía, que desde sus primeras obras le acompañó, y que sin duda respondía a una elección de carácter estético.
En la superficie de la imagen entrañaba la búsqueda de una luz natural uniforme, sin grandes contrastes, que no planteara ningún problema a las panorámicas de 360 grados que tantas veces incluían sus famosos planos-secuencia. Una luz generadora de una atmósfera propicia a la elegía, dominando un espacio donde se daban cita el pasado y el presente de sus relatos formando parte de un tiempo único, sin cortes ni puntos y aparte.
Pero ¿qué había más allá de estos rasgos presentes –insisto– en la superficie de la imagen? Parece claro: la preocupación de Angelopoulos por eliminar delante de la cámara cualquier elemento, por mínimo que fuera, que escapara a su control; la voluntad de que en la acción de sus películas casi todo sucediera de una forma prevista de antemano. Una estrategia -una figura de estilo también- que llevaba aparejada, entre otras cosas, la abolición del (...)
En la mayor parte de la obra de Theo Angelopoulos se percibe una pulsión que, a la manera de un troquel, inscribe en la imagen, una y otra vez, la firma de su autor, sus devociones más íntimas, sus obsesiones también: poemas, canciones, esculturas, naturalezas muertas, mitologías, símbolos y emblemas del pasado. Si vivir es una huella, Angelopoulos imprimió la suya en todo lo que hizo con una terquedad inusitada, como si -al modo de las gentes de su país- no pudiera dejar de repetir: Ego eimai, ego eimai... (“Yo soy, yo soy...”).
2. Un día Angelopoulos
“Hoy no hace un día Angelopoulos”. Con esta frase –me contaron en Tesalónica– algunos profesionales del cine griego, al comenzar su jornada de trabajo, solían referirse con humor a la presencia de un cielo pleno de sol, exento totalmente de nubes; es decir, lo opuesto a un cielo gris, invernal, justo aquel que Theo Angelopoulos reclamaba para rodar los exteriores de sus películas. Una exigencia, con pinta de manía, que desde sus primeras obras le acompañó, y que sin duda respondía a una elección de carácter estético.
En la superficie de la imagen entrañaba la búsqueda de una luz natural uniforme, sin grandes contrastes, que no planteara ningún problema a las panorámicas de 360 grados que tantas veces incluían sus famosos planos-secuencia. Una luz generadora de una atmósfera propicia a la elegía, dominando un espacio donde se daban cita el pasado y el presente de sus relatos formando parte de un tiempo único, sin cortes ni puntos y aparte.
Pero ¿qué había más allá de estos rasgos presentes –insisto– en la superficie de la imagen? Parece claro: la preocupación de Angelopoulos por eliminar delante de la cámara cualquier elemento, por mínimo que fuera, que escapara a su control; la voluntad de que en la acción de sus películas casi todo sucediera de una forma prevista de antemano. Una estrategia -una figura de estilo también- que llevaba aparejada, entre otras cosas, la abolición del (...)
Theo Angelopoulos entre el mito y la historia
(Notas dispersas)
(Notas dispersas)
Víctor Erice
THEO ANGELOPOULOS
EL PASO SUSPENDIDO: PUNTO DE ENCUENTRO
Shangrila revista nº 18-19
20x28cm. - 328 páginas
20x28cm. - 328 páginas
16.12.13
XXVII. "THEO ANGELOPOULOS Y ALGUNAS AFINIDADES ELECTIVAS. EL ESPACIO DE LA TRAGEDIA GRIEGA ", Pere Alberó, Shangrila revista nº 18-19, "Theo Angelopoulos. El paso suspendido: punto de encuentro".
La eternidad y un día, Theo Angelopoulos, 1998
Esta perversión literaria, curiosamente, va en contra del propio texto literario. No es necesario hacer una lectura muy perspicaz de los textos trágicos para descubrir que no solamente no estaban concebidos para ser leídos, sino que en ellos hay una sabiduría escénica que raramente encontraremos en autores teatrales posteriores. Son textos concebidos con la conciencia absoluta de que su finalidad es ser representados en un espacio y con unas condiciones muy precisas. Los mismos autores llegaron a participar como actores, coreutas o directores del coro, así que dominaban todos los recursos para que aquellas palabras se colocaran en función de su futura puesta en escena.
En sus textos se encuentra, claramente, inscrito el espacio escénico y, más aún, aquel otro espacio que sin ser visible va a tener idéntica importancia y participación en la representación. De tal manera que, entre otras lecturas, la tragedia podría ser vista como el resultado de las tensiones y la confrontación entre un espacio escénico visible y otro espacio al margen de la escena, invisible. Una dualidad que se podría interpretar como una variación de lo orgánico y lo aórgico de Hölderlin, o lo apolíneo y dionisíaco nietzscheano. La potenciación de esta confrontación espacial marginó la vía que posteriormente adoptaría el teatro occidental, convocando, ante la mirada del espectador, los diferentes escenarios en los que discurre la acción.
La acción de la tragedia discurre, esencialmente, en un espacio único. Esto no se puede ver como una falta de recursos o como señal de un estado inicial en el desarrollo escénico. Sirva como justificación que en dos de (...)
Theo Angelopoulos y algunas afinidades electivas.
La tragedia griega
La tragedia griega
Pere Alberó
THEO ANGELOPOULOS
EL PASO SUSPENDIDO: PUNTO DE ENCUENTRO
Shangrila revista nº 18-19
20x28cm. - 328 páginas
20x28cm. - 328 páginas
XXVI. "THEO ANGELOPOULOS Y ALGUNAS AFINIDADES ELECTIVAS. EL ENCUENTRO CON YORGOS SEFERIS", Pere Alberó, Shangrila revista nº 18-19, "Theo Angelopoulos. El paso suspendido: punto de encuentro".
Yorgos Seferis
La misma biografía del poeta resultaría apropiada para un personaje del cineasta. Nacido el año 1900 en Esmirna (Asia Menor), en aquel momento la ciudad con mayor población griega y con la economía más potente de toda la comunidad, tuvo que sufrir, en el año 1922, la pérdida de la casa y la tierra de sus orígenes, arrastrando el resto de su vida el sentimiento de haber sido expulsado del paraíso donde había crecido.
Todo lo que amaba se perdió con las casas
que aún eran nuevas el último verano
y se derrumbaron con el viento del otoño.
Yorgos Seferis
Ese sentimiento de exilio se verá multiplicado, a lo largo de su vida, por los (...)
Theo Angelopoulos y algunas afinidades electivas.
En encuentro con Yorgos Seferis
En encuentro con Yorgos Seferis
Pere Alberó
THEO ANGELOPOULOS
EL PASO SUSPENDIDO: PUNTO DE ENCUENTRO
Shangrila revista nº 18-19
20x28cm. - 328 páginas
20x28cm. - 328 páginas
15.12.13
XXV. "BAJO LA MIRADA DE LOS FANTASMAS", Sylvie Rollet, Shangrila revista nº 18-19, "Theo Angelopoulos. El paso suspendido: punto de encuentro".
En este sentido, aunque las referencias mitológicas funcionan “como el equipaje cultural que todo griego posee desde su nacimiento”, dependiendo en este sentido más de la memoria colectiva que de la elección personal del cineasta, jamás sirven para disolver la perspectiva histórica en una ideología de la continuidad. Al contrario, las películas de Angelopoulos se ciñen siempre a enmarcar (...)
Bajo la mirada de los fantasmas
Sylvie Rollet
THEO ANGELOPOULOS
EL PASO SUSPENDIDO: PUNTO DE ENCUENTRO
Shangrila revista nº 18-19
20x28cm. - 328 páginas
20x28cm. - 328 páginas
XXIV. "ASCENSIÓN Y CAÍDA", Jaime Pena, Shangrila revista nº 18-19, "Theo Angelopoulos. El paso suspendido: punto de encuentro".
La eternidad y un día, Theo Angelopoulos, 1998
Quizás la Palma de Oro colmó todas sus aspiraciones o, quizás también, La eternidad y un día ya fue en su momento algo así como un digest de su cine anterior, un artefacto prefabricado que, limando buena parte de las aristas de su cine, tenía como objetivo prioritario alcanzar el máximo galardón en el principal certamen cinematográfico mundial. En realidad el cine de Angelopoulos ya había sido objeto de una suerte de lifting que intentaba acercarlo a un público más amplio desde varios años atrás. Ya desde Alejandro el Grande (O Megalexandros, 1980), en la que había contado con la participación del actor italiano Omero Antonutti, pero sobre todo a partir de El apicultor (O melissokomos, 1986), en la que contó con la presencia de Marcello Mastroianni, al igual que luego en El paso suspendido de la cigüeña (To meteoro vima tou pelargou, 1991), los papeles protagonicos acostumbran a reservarse a una gran figura internacional. Esta tendencia culminará con Harvey Keitel como insospechado protagonista de La mirada de Ulises (To vlemma tou Odyssea, 1995) y Bruno Ganz en La eternidad y un día, antes de plantear todo un cast de estrellas internacionales en El polvo del tiempo (Willem Dafoe, Bruno Ganz, Michel Piccoli, Irère Jacob). No es el único signo de esta internacionalización de sus producciones. Desde 1984 con Viaje a Citera (Taxidi sta Kythira, 1984), el guionista italiano Tonino Guerra se convierte en colaborador habitual en las escritura de sus películas. Santos Zunzunegui, en un magnífico artículo para Caimán Cuadernos de Cine, “El gusano en la manzana”, atribuye al encuentro con Guerra el “anquilosamiento retórico” del cine de Angelopoulos. En cualquier caso, esta (...)
Ascensión y caída
Jaime Pena
THEO ANGELOPOULOS
EL PASO SUSPENDIDO: PUNTO DE ENCUENTRO
Shangrila revista nº 18-19
20x28cm. - 328 páginas
20x28cm. - 328 páginas
14.12.13
XXIII. "ADENTRARSE EN LAS NIEBLAS DE CITERA. DERIVAS EN TORNO AL DESENCANTO DEL CINE GRIEGO EN EL SIGLO XXI", Adrián Tomás Samit, Shangrila revista nº 18-19, "Theo Angelopoulos. El paso suspendido: punto de encuentro".
Canino, Yorgos Lanthimos, 2009
En el principio había oscuridad y después se
hizo la luz... y la luz se separó de la oscuridad.
Voula en Paisaje en la niebla
Casus belli (Giorgos Zois, 2010), es una muestra del cine griego más interesante que ha surgido en la última década, y que tiene como mayor preocupación la crisis económica, social e identitaria del país. Un cine de “propuestas conceptuales, formalistas, llenas de un intelectualismo distante y un esteticismo hermético. A priori, todo lo contrario que Angelopoulos”. Los nuevos cineastas griegos se han distanciado del pragmatismo del director heleno para optar por unas posturas formales más cercanas a la angustia e incomodidad de un Michael Haneke o el acercamiento a temas polémicos mediante un “lenguaje cinematográfico realista reminiscente del idioma visual de Lars Von Trier”. Pero no es el único modelo de representación que predomina en esa industria en la que los cineastas han tenido que convivir con la crisis (también la temática), una sombra que ha llegado hasta nuestro país. A este metacine reflexivo, le acompañan apuestas más punk, cine comercial, comedias a las costas del Egeo como Mikro eglima (Christos Georgiou, 2008) o filmes de época. Y, entre todas estas apuestas se encuentran los últimos trabajos de Angelopoulos. Un cineasta tan personal, con un estilo tan marcado, imposible de crear escuela sin provocar comparaciones y/o duplicados, que no ha dejado lugar a una herencia estilística que se le aproxime y de la que los nuevos realizadores griegos han decidido distanciarse, aún manteniendo ciertos puntos de conexión que van más allá de la forma. Y es que el cine de Angelopoulos, sus temas, sus personajes, son de carácter universal, al mismo tiempo que están profundamente arraigados en su tierra. Lo universal resulta de lo particular. Por lo que algunas preocupaciones temáticas que Angelopoulos ha tratado a lo largo de su filmografía están presentes en las derivas de estos cineastas emergentes. El exilio, la ausencia del padre, el conflicto fronterizo… Pero, de los personajes-símbolo de Angelopoulos se ha pasado al acercamiento intimista y personal de los protagonistas. El distanciamiento brechtiano (que todavía conservan, en cierta medida, los filmes de Lanthimos o Tsangari ) ha dejado paso al primer plano y la complicidad con el personaje. Los grandes paisajes se han tornado claustrofóbicas estancias herméticas. Más que revelarnos la historia quieren hacernos partícipes de ella, de la angustia de sus protagonistas. Como bien expone Vrasidas Karalis: “el paso lento, las tomas largas, las (...)
Adentrarse en las niebles de Citera.
Derivas en torno al desencanto del cine griego en el siglo XXI
Derivas en torno al desencanto del cine griego en el siglo XXI
Adrián Tomás Samit
THEO ANGELOPOULOS
EL PASO SUSPENDIDO: PUNTO DE ENCUENTRO
Shangrila revista nº 18-19
20x28cm. - 328 páginas
20x28cm. - 328 páginas
XXII. "LITURGIA MATERIALISTA. LA IDEOLOGÍA ESTÉTICA DEL PLANO-SECUENCIA DE ANGELOPOULOS", Imanol Zumalde, Shangrila revista nº 18-19, "Theo Angelopoulos. El paso suspendido: punto de encuentro".
La mirada de Ulises, Theo Angelopoulos, 1995
Aunque la cima de la filmografía de Angelopoulos se sitúa a buen seguro en El viaje de los comediantes (O Thiassos, 1975)2, la praxis fílmica del cineasta griego es rica en esa suerte de lances nodulares en los que ideología temática e ideología estética se imbrican en un estado de equilibrio que se antoja perfecto. Estos fragmentos coagulantes que jalonan su obra tienen no pocas veces cobijo al amparo del estilema fundamental que distingue a su escritura, ese plano-secuencia de concepción coreográfica capaz de (...)
Liturgia materialista. La ideología
estética del plano-secuencia de Angelopoulos
estética del plano-secuencia de Angelopoulos
Imanol Zumalde
THEO ANGELOPOULOS
EL PASO SUSPENDIDO: PUNTO DE ENCUENTRO
Shangrila revista nº 18-19
20x28cm. - 328 páginas
20x28cm. - 328 páginas
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