Botonera

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18.4.14

XVIII. ME ENVENENO DE CINE. AMOR Y DESTRUCCIÓN EN LA OBRA DE FRANCISCO REGUEIRO, José Luis Castro de Paz / Xosé Nogueira (Coords.), Hispanoscope libros 3, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2014.




Dibujo de Francisco Regueiro





Como diría Santos Zunzunegui empecemos por el principio. Eran diez o doce. No cabía nadie más. Solo tenían una cámara Pathé Baby de 9 mm y, finalmente, la criatura se echó a andar. Leyendo a Angelino Fons, desaparecido solo hace unos meses, se comprenden algunas cosas sobre el llamado Nuevo Cine Español. Bardem influye, Berlanga no. La tía Tula influye, Buñuel también. Francisco Regueiro lee buena literatura y se deja llevar por Fons, por Bardem, por Saura, por Picazo, y se da de bruces por el camino con Basilio Martín Patino. Estos octogenarios, o para ser exactos, nonagenarios, eran niños que pululaban al borde o alrededor de las canciones de una guerra; canciones, batallas, muerte, y luego silencio, silencio y más silencio. Pero en los años sesenta se hacen una serie de películas excepcionales, El mundo sigue (Fernando Fernán Gómez: 1963) Plácido (Luis Gª Berlanga, 1963), La tía Tula (Miguel Picazo, 1964), El verdugo (Luis Gª Berlanga, 1964), El extraño viaje (Fernando Fernán Gómez, 1964), Nueve cartas a Berta (Basilio Martín Patino, 1966), La busca (Angelino Fons, 1966), La caza (Carlos Saura, 1965), Peppermint frappé (Carlos Saura, 1967) y, naturalmente, Regueiro, que deja también su aportación con El buen amor (1963), Amador (1965) y Si volvemos a vernos (1967).

Y, entonces, ocurre una cosa sorprendente, algo con lo que se encuentran los lectores de la revista Nuestro Cine una mala mañana de aquellas, un artículo de Ángel Fernández Santos a otro que firmaba un tal Vila-Matas en la revista Fotogramas, en el cual el hoy prestigioso escritor calificaba este Nuevo Cine Español como el cine mesetario. Fernández Santos titulaba el suyo “La técnica de los falsos comentarios” con gran sagacidad. Al principio, Fernández Santos confiesa que si contesta al artículo ello se debe al hecho de que Vila-Matas le concede al concepto una base rigurosa y ordenada. Entiende el crítico que el colaborador de Fotogramas habla de un cine que solo se hace en Madrid, y que los antecedentes de ese cine serían Berlanga, Bardem y Ferreri, el IIEC y su trasformación en la EOC, las Conversaciones de Salamanca, la novela realista de Ferlosio y Martín-Santos —añadiríamos Jesús Fernández Santos—, la poesía social de Goytisolo, Celaya y Hierro; el asunto Viridiana (Luis Buñuel, 1961), y la realización de un filme como Los golfos (Carlos Saura, 1959), entre algunos más. En algún momento Vila-Matas afina y denomina la cosa como escuela mesetaria.

Lo que no acepta Ángel Fernández Santos es que esta escuela no influyera de algún modo en el cine catalán de entonces, es decir no perturbara la lógica autónoma del cine catalán, pues Fata Morgana (Vicente Aranda, 1965), fue apoyada por la revista del crítico y otras de Grau, Balañá, etc., también. De hecho, en las numerosas semanas internacionales de cine español dispersas por todo el mundo los filmes mesetarios y los catalanes compartieron salas y publicidad. Fernández Santos hace chanza de la tesis de Vila-Matas sobre los embarazos en el cine mesetario cuando precisamente La tía Tula, está íntegramente dedicada al análisis de la (...)

Epílogo: Francisco Regueiro,
el emboscado del cine español
Juan A. Hernández Les

Me enveneno de cine
Amor y destrucción en la obra de Francisco Regueiro
VV.AA
Coordinación:
José Luis Castro de Paz / Xosé Nogueira


Hispanoscope libros 3
17x25cm. - 316 páginas
ISBN: 978-84-941753-7-4
PVP: 20.00 euros