LA (POST-)TRANSICIÓN Y LA POSIBILIDAD DE UN CINE POLÍTICO BASADO EN LA INTIMIDAD:
DE ÓPERA PRIMA A EL FUTURO
DE ÓPERA PRIMA A EL FUTURO
El futuro (Luis López Carrasco, 2013) comienza con una pantalla en negro. Escuchamos a Felipe González dirigiéndose a la población española tras la aplastante victoria del PSOE en las elecciones generales de 1982:
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González pone el punto final a la Transición. España entra en un proceso de Post-Transición política y social que concluiría con su integración definitiva en los flujos transnacionales de la cultura y la economía en 1992 —año de la Expo de Sevilla, la polémica celebración de la “Conquista”/ “Descubrimiento” de América, los Juegos Olímpicos de Barcelona y su inclusión en la Unión Europea como miembro fundador. Con su masivo apoyo al PSOE, los ciudadanos habían decidido dar carpetazo a cuarenta años de dictadura de una manera inequívoca. UCD, el primer partido en el gobierno tras las primeras elecciones democráticas, se descomponía ya a pasos agigantados cual cadáver marchito, desapareciendo un año después. Con la victoria del PSOE, por primera vez desde la Segunda República, la izquierda gobierna en España. El discurso de González, sin embargo, está lejos de expresar una ruptura, demarcando, por el contrario, los símbolos definitorios del llamado “consenso” de la Transición: olvidemos el pasado y miremos hacia el futuro. Las sangrantes heridas del franquismo debían quedan detrás, limando las diferencias entre las “dos Españas.” González “se vende”, quizá de manera necesaria, al bien común y desata la consolidación del llamado “desencanto” (...)