Botonera

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29.5.15

X. "ESPEJOS EN AUSCHWITZ. APUNTES SOBRE CINE Y HOLOCAUSTO", AARÓN RODRÍGUEZ SERRANO, Contracampo libros 13, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2015.





¿Un Holocausto televisado es (...) un Holocausto sin sentido? Antes bien, nos atreveríamos a señalar: es un Holocausto con un sentido bien distinto. El sentido del capital que arropa sus imágenes y controla su emisión, un sentido que lo pliega todo y que arrastra en su espiral al espectador hacia el abismo autocomplaciente de una sonrisa idiota, al menos en las primeras grandes apariciones públicas del Holocausto como pulpa de consumo para las masas.

El 27 de mayo de 1953, apenas ocho años después de la liberación de Auschwitz, el programa
This is your life decidió “sorprender” a Hanna Block Kohner ofreciéndole una serie de “encuentros inesperados”. La emisión partía de una construcción narrativa que tuvo después una gran popularidad a escala mundial: la superposición de invitados que retornan, como en un pliegue temporal, al presente de la protagonista y generan una suerte de huellas de estilo (música orquestal lacrimógena, planos cerrados sobre los abrazos de los cuerpos que se reencuentran) orientadas al electroshock emocional del espectador. Este tipo de emisiones comparten el sabor desgarrador del melodrama –un sabor que, como bien señaló Linda Williams, exige incluso una respuesta fisiológica del que observa–, y lo explotan con precisión delante del objetivo de la cámara.

Tomemos como ejemplo el siguiente momento de la emisión:








This is your life


Después de diez años, Hanna se encuentra por sorpresa con su hermano Gottfried. El mayor operador textual del dispositivo televisivo es el umbral, esa suave línea remarcada por dos columnas con sus correspondientes floreros. Por una parte, los vivos ofrecen su testimonio porque hay un código preestablecido que lo permite: un presentador masculino que relata, con una cierta impostación trágica en su voz, los “horrores del campo”, una superviviente retratada como una humilde miniestrella de Hollywood que no deja de responder, titubeando, “la verdad es que no consigo recordarlo…”. Por otra parte, se abre un desgarro entre el tiempo y el espacio, con la presencia de ese cuerpo inesperado, cuerpo que retorna de entre los muertos, de su despedida en el Lager, de su exilio en Israel, y que de pronto se convierte en cuerpo abrazable, palpable, cuerpo físico y rotundamente anhelado que escribe una excepción sobre la muerte (...)

Espejos en Auschwitz
Aarón Rodríguez Serrano