Objetivo 40º (Javier Aguirre, 1970)
La celosía (Isidoro Valcárcel Medina, 1972)
Contactos (Paulino Viota, 1970)
España se encontraba bajo el peso de una dictadura cuyos referentes se ubicaban entre delirantes ensoñaciones de un pasado glorioso y los síntomas cada vez más llamativos de una modernidad que no se acababa de digerir. A pesar de ello, el país no resultaba totalmente impermeable a las agitadas propuestas políticas y estéticas que estaban marcando el paso de la década de los 60 a la de los 70 en el contexto internacional. Sabemos bien, aunque sea de oídas, que aquellos fueron años enormemente acelerados, de rápida forja y vertiginoso derrumbe de conceptos que alimentaban culturas, ideologías y formas de vida pretendidamente alternativas. En el terreno intelectual, tanto el marxismo, en constante mutación y desperdigado en múltiples variantes dogmáticas, como la Gran Teoría (el estructuralismo, la semiótica, el psicoanálisis lacaniano, las ambiciosas proposiciones foucaultianas…) permitían el alumbramiento incesante de ideas que pretendían transformar el mundo, las formas de expresión estética e incluso la vida cotidiana, siempre bajo una implícita promesa de emancipación.
Los acontecimientos del 68 en París, pero también en Praga y los campus de las universidades norteamericanas, la guerra de Vietnam, la culminación de los procesos de liberación colonial de los llamados países del tercer mundo y el intermitente cambio de temperatura en la guerra fría, delineaban esa cambiante realidad. Y algunos rescoldos del incendio llegaban a España a través de canales más o menos apuntalados. Sus manifestaciones cinematográficas penetraban en parte a través de circuitos de exhibición alternativos como las redes de cine-clubs y las pequeñas distribuidoras especializadas. Por supuesto, no fue menos importante la circulación de revistas y libros importados que eran leídos con voracidad, a menudo clandestinamente, por todos aquellos que se querían mantener al tanto de los tiempos. En los debates que se trasladaban a través de estos medios, el cine iba cobrando un lugar cada vez más relevante tanto por su dimensión estética como por su función política. Su legitimación como forma de expresión artística y su potencialidad para llegar a grandes sectores de la población lo convertían en un material decisivo para la práctica artística revolucionaria. Consecuentemente, durante esos años, la teoría y la crítica cinematográfica se fueron apartando poco a poco de la política de autores, de la crítica estilística o de la erudición cinéfila para orientar sus debates hacia la función ideológica del dispositivo, la dimensión psicoanalítica (sobre todo lacaniana) de su configuración imaginaria y narrativa, el modelo de representación institucional y otras consignas que desde revistas como Cahiers du cinéma, Screen o Cinéthique se extenderían por el resto del mundo y acabarían por institucionalizarse con la entrada del cine en los programas universitarios a partir de finales de los años 70 (...)
"El aire de los tiempos: las películas
experimentales de Paulino Viota en su contexto"
Vicente J. Benet
experimentales de Paulino Viota en su contexto"
Vicente J. Benet
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Shangrila Textos Aparte
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