Werner Herzog en el rodaje de Rescue Dawn (2006)
(...) Hasta el siglo XIV Europa concebía el mundo desde la perspectiva unitaria que establecía la religión, pero a partir de entonces la superstición y el miedo empiezan a ser remplazados por la razón y el conocimiento, y el mundo inicia un proceso de secularización y transformación irreversible. El mundo clásico y el mundo cristiano, tal y como se habían configurado, quedan relegados al pasado, y por ello el hombre moderno siente una liberación y cierta afirmación de su dignidad. Sin embargo, la ruptura que se produce también le hace sentir un vacío. El ser humano se siente separado de algo con lo que formaba un todo, de algo que tenía sentido. Ya no se reconoce como el sujeto firme y seguro de la tradición, ahora se ha convertido en un sujeto fragmentado y accidental, que, además, en la Edad Moderna se ha quedado solo. Tiene que enfrentarse a las penurias de la existencia en un mundo sin sentido y sin Dios. Por ello, aparece una inextinguible nostalgia de unidad, de una plenitud de sentido que la nueva conciencia científica le niega. El hombre moderno inicia entonces una nueva búsqueda, la de una nueva manera de ser en el mundo que, en esencia, es extravagante y absurda.
Werner Herzog representa en su obra el patetismo de este hombre moderno escindido. Él dice que simplemente quiere contar buenas historias, pero llama la atención que siempre las encuentre en los dramas de personas inadaptadas, marginales, delirantes, que luchan por la supervivencia en un entorno adverso o intentan superar un trauma. En su obra el dolor físico, psíquico o emocional forma parte de los “ritos de paso” de la vida del ser humano, como en las culturas primitivas donde la superación de un ritual especialmente doloroso demostraba que un joven alcanzaba la edad adulta (...)
"La verdad extática"
Beatriz Navas Valdés
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Trayectos libros - 448 páginas
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