Signos de vida (1968)
(...) Toda la obra de Werner Herzog, según ha afirmado él mismo en repetidas ocasiones, es el resultado de la labor de un arqueólogo, de un tenaz buscador de “imágenes puras”. En su primer largometraje, Herzog viaja a la isla de Kos, una isla griega en la que su propio abuelo había trabajado como arqueólogo –ánimo “viajero” que se constituirá en una constante de toda su obra, anticipada también en Signos de vida por un personaje episódico, el gitano que viaja por todo el mundo tan solo con una enorme caja de música como equipaje–. Es más, algunos restos arqueológicos de la Grecia clásica, cuyas inscripciones trata de traducir uno de los soldados que han sido destinados a una aislada fortaleza, adquieren cierta relevancia en el entramado simbólico de la película (...)
"Explosiones: Signos de vida (1968)"
José Francisco Montero
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Trayectos libros - 448 páginas
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