Botonera

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8.10.15

III. "INGMAR BERGMAN Y LA CENSURA CINEMATOGRÁFICA FRANQUISTA. REESCRITURAS IDEOLÓGICAS (1960-1967), Rosario Garnemark, Hispanoscope libros 8, Santander: Shangrila Textos Aparte, 2015.




El séptimo sello, Ingmar Bergman, 1957



Aunque Ingmar Bergman escribió su primer guion en 1944 y dirigió su primera película en 1946, la crítica cinematográfica española no entró en contacto con la obra de Bergman hasta el año 1955. Así lo afirma Carlos Fernández Cuenca en su Introducción al estudio de Ingmar Bergman, donde asegura que el descubrimiento internacional de Bergman se fecha erróneamente en 1956, año en que su película Sonrisas de una noche de verano recibe el Premio al Humor Poético en el Festival Internacional de Cannes. Según Fernández Cuenca, algunos críticos iberoamericanos (uruguayos, argentinos y brasileños principalmente) ya eran conscientes de la importancia de la obra de Bergman cuando éste recibe el mencionado galardón, y el propio Fernández Cuenca acude a la cita de 1956 en Cannes habiendo podido visualizar ya una buena parte de la obra de Bergman en Iberoamérica (entre otros en el Festival Internacional de Punta del Este, celebrado en enero de 1955, en diversas proyecciones de la Cinemateca Uruguaya y el Cine Universitario del Uruguay, o en el ciclo dedicado a Ingmar Bergman por la Filmoteca del Museo de Arte Moderno de Sao Paulo, en julio de 1955). En su impresionante obra enciclopédica dedicada a Ingmar Bergman, Birgitta Steene también afirma que fue en América Latina (principalmente en Uruguay, Argentina y Brasil) donde Bergman obtuvo por primera vez cierto reconocimiento internacional, ya a comienzos de los 50. Gracias a la “indiscutible ventaja del idioma y merced de unos buenos camaradas del otro lado del Atlántico”, Fernández Cuenca alardea de poder acudir “con conocimiento de causa” a importantes eventos europeos posteriores, como fueron el ciclo de proyecciones con doce películas dedicado a Bergman por la Cinemateca Francesa de París en 1958, la retrospectiva del National Film Archive de Londres en 1959 o el homenaje con exhibición de nueve películas en el Festival Internacional de Locarno en ese mismo año.

Fernández Cuenca fue uno de los más importantes ponentes y editores, entre 1960 y 1969, de un importante evento cinematográfico del momento: la Semana Internacional de Cine Religioso y de Valores Humanos de Valladolid. Otro de los asiduos colaboradores de la Semana de Valladolid, el jesuita Carlos María Staehlin, compartía un enorme interés por Bergman. Ambos formaron parte del jurado que otorgó el Lábalo de Oro en 1960 a El séptimo sello. Habían coincidido ya en el secretariado diocesano de Madrid-Alcalá y en la Revista Internacional de Cine, publicación patrocinada por la Oficina Católica Internacional de Cine (OCIC). Otro punto de conexión entre ambos fue la colección “ABC del Cine” del Centro Español de Estudios Cinematográficos, donde Fernández Cuenca había publicado varios libros sobre cine, y que en 1960 lanzó el estudio Ingmar Bergman y El Séptimo sello (“Det Sjunde Inseglet”), encargado a Pascual Cebollada (uno de los principales impulsores de la Revista Internacional de Cine) y al propio Staehlin. Como veremos, Fernández Cuenca y Staehlin se encargarían además de confeccionar el doblaje de la película, que sería distribuida en salas comerciales un año después de pasar por la Semana de Valladolid.

A pesar de que las lecturas místicas de la obra de Bergman sean tildadas de reduccionistas en estudios recientes, lo cierto es que el sistema cultural franquista aplicó criterios de corte religioso para seleccionar aquellas películas que inaugurarían la recepción de la obra de este realizador en España. Así, la primera película que llegó a las pantallas españolas fue El séptimo sello, proyectada en la V Semana Internacional de Cine Religioso y de Valores Humanos de Valladolid de 1960, donde obtuvo el Lábalo de Oro, galardón supremo del certamen. El séptimo sello fue la película con la que “Ingmar Bergman first became the cinema’s religious philosopher par excellence”. La temática religiosa resultaba muy atractiva para el sistema cultural de la España franquista, que había puesto en marcha la Semana de Cine Religioso en el año 1956 “como un complemento de la compleja manifestación espiritual y artística de la Semana Santa Vallisoletana”. Dado que la cantidad de películas de temática estrictamente religiosa no siempre era suficiente para poder componer un certamen, el festival sufre su primera gran remodelación en 1960, para incluir además films cuyo contenido ensalzara valores humanos, lo cual explica su nueva denominación: Semana Internacional de Cine Religioso y de Valores Humanos de Valladolid. En 1960 se iniciaron también las Conversaciones Internacionales de Cine de Valladolid, de forma paralela al Festival, para dar cabida a una discusión más profunda entre “un selecto grupo de intelectuales católicos dedicados a los problemas del cine”. Pedro Rodrigo, antólogo de las cinco primeras Conversaciones Internacionales de Cine de Valladolid, hace mención a Bergman en su introducción a la Antología, lo que demuestra la importancia que se concedió a la importación de este autor en el entorno franquista: “las Conversaciones […] nacieron con carácter universal en la primavera de 1960 coincidiendo con la V Semana, la de “El Séptimo Sello”. ¿No es tan feliz circunstancia todo un símbolo?” (...)