(...) Como hicieron en su día Leni Riefenstahl, John Ford o Humphrey Jennings, Werner Herzog viene demostrado que el cine documental no está reñido, sino más bien al contrario, con el cine de autor (o que, si se prefiere, la construcción de un artefacto fílmico que enuncia una verdad documentada sobre el mundo no es incompatible con la puesta en valor de un trabajo de la forma en el que trasluce el hacer singular de un artista). A diferencia de tan ilustres precedentes, sin embargo, la afirmación de veracidad en la que se cimientan sus películas documentales se hace sobre la base de un posicionamiento explícitamente subjetivo o poniendo el acento en su rol de intermediario-documentalista hasta extremos histriónicos (la analogía la encontramos aquí con Michel Moore o Robert Spurlock). En el documental made in Herzog, por añadidura, la manifestación de la individualidad y el posicionamiento subjetivo del documentalista se presentan como signos de honradez y sinceridad. Lo que, amén de conferir, como se irá viendo, una nada despreciable dimensión humorística a un filme que se quiere pegado a la realidad, acaba redundando en beneficio de su verosimilitud (...)
Epifanía mural:
La cueva de los sueños olvidados (2010)
La cueva de los sueños olvidados (2010)
Imanol Zumalde
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