¿Sobrevive una casa en otra casa? ¿Y en el cuerpo, en la escarcha del cuerpo que contiene otro cuerpo invisible? ¿Y en las habitaciones del desborde o en la calma que sobreviene al agua?
Tormentas de vapor en los bolsillos y nubes en la nuca arañan el trasiego del huido. Los objetos se nutren de las manos, los ojos en la apariencia de la realidad construida a través de los días y las pertenencias: un muñeco de barro al que le falta un brazo, el vidrio verde de río desgastado, un búho de madera esponjosa sin sus lentes metálicos.
La intemperie del tiempo que no existe empuja los objetos al vacío. Por eso sobreviven los restos en su órbita, huellas frágiles que los expedicionarios abandonaron a su suerte. Botas, mantas de lana vieja, picos atravesados en el hielo.
De uno a otro refugio se entierran en el polvo gestos torpes y vasos empañados en humo. Utensilios todavía calientes, mellados por el uso y el corte y la necesidad de alimentarse. Cucharas de madera madre. Siluetas de pájaro en la nieve.
De la casa que debe vaciarse la mayor parte de la cosas están rotas porque la gravedad sigue abriendo su partida secreta. El cuerpo, adelgazado, tropieza sin embargo con las mismas esquinas donde hubo muebles, huesos, alambres, contracturas.
El moho aún no trepará por las paredes (...)
Tormentas de vapor en los bolsillos y nubes en la nuca arañan el trasiego del huido. Los objetos se nutren de las manos, los ojos en la apariencia de la realidad construida a través de los días y las pertenencias: un muñeco de barro al que le falta un brazo, el vidrio verde de río desgastado, un búho de madera esponjosa sin sus lentes metálicos.
La intemperie del tiempo que no existe empuja los objetos al vacío. Por eso sobreviven los restos en su órbita, huellas frágiles que los expedicionarios abandonaron a su suerte. Botas, mantas de lana vieja, picos atravesados en el hielo.
De uno a otro refugio se entierran en el polvo gestos torpes y vasos empañados en humo. Utensilios todavía calientes, mellados por el uso y el corte y la necesidad de alimentarse. Cucharas de madera madre. Siluetas de pájaro en la nieve.
De la casa que debe vaciarse la mayor parte de la cosas están rotas porque la gravedad sigue abriendo su partida secreta. El cuerpo, adelgazado, tropieza sin embargo con las mismas esquinas donde hubo muebles, huesos, alambres, contracturas.
El moho aún no trepará por las paredes (...)
"¿Sobrevive una casa en otra casa?"
Pepe Maiques
Pepe Maiques
en La supervivencia. Herramientas mínimas
Revista Shangrila nº 25