Botonera

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26.10.16

"MAGDALENA MONTEZUMA. MUSA, MÁSCARA Y MUÑECA", DE MARIEL MANRIQUE, TRAYECTOS [MINOR] LIBROS, SHANGRILA, 2016




Cy Twombly, Proteus, 1984. Polímero sintético, lápices de colores y grafito sobre papel
Magdalena Montezuma


[...] Magdalena [Montezuma] no es una persona ni un sujeto: es una colección de sensaciones intensivas, un bloque de sensaciones variables. Y como los dibujos en papel de Twombly, que no tienen modelo ni propósito y están pintados “alla prima”, de una sola vez (porque lo que no tiene maestro no sufre la necesidad ni el riesgo de corregirse), Magdalena no tiene un amo ante el que rendir cuentas ni enemigos a los que combatir, excepto ella misma. Su sensibilidad es una alternativa que camina por su propia cuerda, al margen de cualquier lógica binaria, tabla de valores o paradigmas de organización. Magdalena está al margen.

En esa marginalidad reside su delicadeza. Su rechazo discreto a intentar capturarnos. Como el arte de Twombly según Barthes, el arte de Magdalena no quiere tomar nada de nosotros. Por eso, quizá, Magdalena hablaba tan poco en sus películas y tan poco de cine fuera de la pantalla. La palabra busca todo el tiempo conquistar y convencer. Ella prefería el mutismo, o recitar como una voz en off los textos ajenos que la conmovían. Se definía en diagonal, por sus elecciones. ¿Qué fue Magdalena? La suma de lo que amaba.  
Mariel Manrique




Magdalena Montezuma. Musa, máscara y muñeca