El rey de las rosas, Werner Schroeter, 1986
Mientras filmaban El rey de las rosas, él [Werner Schroeter] le buscó una tumba en Sintra. Pero ella [Magdalena Montezuma] sobrevivió al rodaje y se fue a Berlín, a cumplir su prenda. La prenda era morirse. Se ignora si ella estaba preparada.
Él la acompañó todo lo que pudo, y luego sintió que no había sido bastante. Le tenía terror a la enfermedad que no se suele nombrar, que ya le había arrebatado a muchos. Digamos que la acompañó a distancia. Es extraño, porque los dos se habían especializado en seguir el rastro de lo que no puede nombrarse. Pero todo lo que podemos nunca será bastante y además siempre estamos solos, aunque nos acompañen. Si no fuera así, sencillamente no existiría el cine. A lo sumo nos hacemos compañía durante el trayecto, pero al final la soledad debe de ser cegadora. Una especie de relámpago, como el que a ella le cruzaba los ojos.
Mariel Manrique