Botonera

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21.5.18

III. "JOHN CASSAVETES. INTERIOR NOCHE", José Francisco Montero (coord.), Shangrila 2018




Retorno a Shadows
Ray Carney

Rodaje y fotogramas de Shadows


[...] La película a la que nos referiremos como Shadows existe en dos versiones significativamente distintas. John Cassavetes rodó la primera versión, que de hecho se cuenta como su primer largometraje, entre marzo y mayo de 1957, y tras dieciocho meses de edición que implicaron un gran trabajo de doblaje para corregir los problemas surgidos en la grabación de sonido, se proyectaron en el cine “París” de Nueva York los 78 minutos de metraje en una serie de sesiones nocturnas los días 1, 2 y 3 de diciembre (puesto que ha habido cierto grado de confusión sobre el estado de esta versión de la película, podría ser interesante mencionar que lo que Cassavetes mostró fue un montaje final con un acabado completo en todos los aspectos, hasta llegar a la inclusión de una secuencia de créditos superpuesta y sincronizada con las escenas iniciales). Estimulados por la publicidad que se hacía en el programa de radio de Jean Shepherd Night People (Shepherd era uno de los productores de la película y un reconocido publicista), los pre-estrenos disfrutaron de buena acogida, aunque la película tuvo muy escasa trascendencia posteriormente. Los más esnobs y la gente cool de Nueva York no mostraron mucha alegría por el retrato que Cassavetes hacía de ellos y de sus vidas. Más que favorecerlos con una visión de su iconoclastia y creatividad, como lo haría una película como Pull My Daisy (Robert Frank y Alfred Leslie, 1959) un año más tarde, Cassavetes se centraba en sus problemas emocionales y vitales. Cada personaje de la película tiene defectos, es estúpido o las dos cosas. E incluso cuando esta semi-comedia eliminaba la crítica, negaba a los personajes el grado de vanidad con el que el público se veía a sí mismo. Muchos espectadores se reían de forma inapropiada y abucheaban durante la proyección (una escena en la que Tony hace una llamada desesperada desde una cabina de teléfonos y Cassavetes reemplaza el sonido de su voz con el chirrido de una instrumento musical fue un tema de casi burla universal), se salían antes de que la película terminase o (en el caso de los incondicionales que se quedaron hasta el final) expresaban asombro por la naturaleza del relato y hacían chistes acerca de la “pretenciosa” fotografía, diseño de sonido y edición en las sesiones de pregunta-respuesta que Cassavetes concedía tras cada proyección. Los escasos representantes de distribuidores que Cassavetes había invitado a estas y otras proyecciones privadas con la esperanza de estrenar la película le dijeron que no era adecuada por una serie de razones –incluyendo la “obscenidad” de varias escenas que incluían lenguaje grosero (por ejemplo, había un “jódete” muy visible grabado en la pared del contenedor durante la escena de la pelea) y la inclusión de referencias a relaciones sexuales y problemas raciales que se consideraron como de “extremadamente mal gusto” y “que se pasaban de la raya”–. Para colmo de males, los representantes señalaron que la película también contaba con al menos siete composiciones musicales para las cuales Cassavetes no había obtenido autorización, incluyendo canciones de gente demasiado propensa al litigio como Irving Berlin y Frank Sinatra (Cassavetes a menudo usaba música sin pagar derechos de autor en sus producciones de bajo presupuesto y aparentemente no aprendió la lección después de Shadows (1957-1959): Husbands (1970), Una mujer bajo la influencia (A Woman Under the Influence, 1974) The Killing of a Chinese Bookie (1976) incluyen música en similares circunstancias). Muchos de los problemas podrían ser corregidos con un poco de re-edición, pero la cuestión insalvable para los representantes de los distribuidores era la completa “dejadez”, “desorganización” e “incomprensibilidad” de la narración –incluyendo el hecho de que “una chica blanca [la americana de origen siciliano Lelia Goldoni] hacía un papel de negra”–. En una palabra, la película era un caos y Cassavetes se había vuelto loco pensando que alguien estaría interesado en distribuirla. La única respuesta entusiasta de alguien de la comunidad cinematográfica vino de Jonas Mekas, que dirigía y publicaba entonces una diminuta revista de “cine arte” llamada Film Culture y llamó a Cassavetes para decirle que había hecho una obra de arte y que pretendía dar a Shadows el por entonces término de nuevo cuño “premio a la mejor película independiente” [...]