Botonera

--------------------------------------------------------------

11.6.18

X. "CINE Y AUDIOVISUAL. TRAYECTOS DE IDA Y VUELTA", Antonia del Rey-Reguillo / Nancy Berthier (coords.), Shangrila 2018




Ciertas confluencias entre el cine y la televisión ante un audiovisual deslocalizado

Ángel Quintana


Twin Peaks, David Lynch, 2017


La edición del festival de Cannes de 2017 estuvo envuelta de una cierta polémica centrada en los modos de difusión de las obras cinematográficas y los nuevos caminos del negocio audiovisual.  En el momento de anunciar la selección de películas que iban a concursar para obtener la Palma de Oro, su Delegado General, Thierry Frémaux, anunció la presencia de dos producciones de la plataforma Netflix, Okya (2017) de Bong John-Hoo y The Meyerowitz Stories (2017) de Noah Baumbach. Además, también avanzó que el festival presentaría dos series de autor destinadas a la pequeña pantalla, los dos capítulos iniciales de la tercera temporada de Twin Peaks de David Lynch y los seis capítulos de la segunda temporada de Top of the Lake de Jane Campion. Los exhibidores franceses no tardaron a mostrar su disconformidad con la propuesta, ya que consideraban que el festival marginaba las salas de exhibición y el certamen dejaba de ser el espacio privilegiado para la proyección del cine de autor.  Ciertos sectores de la crítica también empezaron a quejarse de que el festival de Cannes asimilara obras que ya no tendrían presencia en otros festivales internacionales, que no formarían parte del circuito tradicional de la exhibición y que rechazarían los sistemas tradicionales de promoción periodística para potenciar otros sistemas que ya no pasaban por la creación del estreno como acontecimiento, ni como factor de la actualidad informativa. Las dos producciones Netflix serían proyectadas en Cannes sin hacer ningún circuito previo por las salas de exhibición y sin estar disponibles posteriormente en el mercado del DVD.  Para comprender la reacción de los exhibidores debemos tener en cuenta que, en un país como Francia, donde la legislación de protección a las salas de exhibición es muy fuerte, el acceso de una película a las plataformas streaming sólo puede llevarse a cabo después de dieciséis meses de exhibición. En otros países como España, el plazo para su difusión es de un mínimo de cuatro meses. Las dos producciones de la plataforma Netflix tenían previsto su estreno en unas fechas prefijadas previamente y a su visionado solo podrán tener acceso los socios abonados.

 Las críticas generadas en Cannes provocaron que la dirección del festival, presionada por la FNCF (Féderation National des Cinémas Français), emitiera un comunicado antes de la inauguración del certamen en el que afirmaba que modificaría su reglamento interno para no tener que volver a admitir a concurso ninguna película que no se exhibiera dentro del territorio francés.  La polémica en torno a Netflix generaba un precedente en el festival de cine más importante del mundo, pero no era el único caso. Netflix produce para unos abonados que visionan los productos en la pantalla doméstica. Para conquistar un cierto prestigio necesita tener una producción propia y en exclusiva. Esta producción tiene como principal reclamo las series televisivas. La cadena ha encargado producciones a guionistas o showrunners que habían trabajado previamente en las cadenas televisivas generalistas. En los últimos años ha conseguido algunos destacados éxitos propios como Orange is a New Black (2013), House of cards (2013-2017), Stranger things (2016) o Narcos (2015-2017). En este ámbito de productos de encargo podemos incluir también el ejemplo de la primera serie española producida por la plataforma, Las chicas del cable (2017), un producto de Bambú producciones, empresa que anteriormente había trabajado para Antena 3 en series como Hispania, la leyenda (2010-2016) o Velvet (2012-2014) [...]