Botonera

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11.6.18

XI. "CINE Y AUDIOVISUAL. TRAYECTOS DE IDA Y VUELTA", Antonia del Rey-Reguillo / Nancy Berthier (coords.), Shangrila 2018




Tendencias en el audiovisual español actual:
cine de masas y televisión de calidad

Paul Julian Smith



Entre costuras, Antena 3, 2013 / El Príncipe, Tele 5, 2014-2016


Comencemos con dos anécdotas. En 2013 la revista auteurista Caimán (anteriormente Cahiers du Cinéma España) publica un suplemento especial sobre “El otro cine”. Transparentes en sus intenciones de conferir prestigio y producir capital cultural en torno a jóvenes y austeros cineastas de bajo presupuesto, el grupo de críticos los definen frente a un mainstream comercial español que dan por consabido. Posteriormente, en 2014, Tele5 envía a Belén Esteban, probablemente la figura más controvertida que emergió de la telerrealidad española, a Marruecos para investigar las condiciones sociales en el vecino país sureño. Los comentaristas bienpensantes se horrorizaron ante este nuevo colmo de la telebasura.

Parece, entonces, que los guardianes culturales todavía no tienen gran dificultad en reforzar la sempiterna dicotomía entre el cine de arte elitista y la telebasura de masas. Sin embargo, otras fuentes sugieren algo distinto. En 2013 el sondeo anual de OBITEL sobre el conjunto de la ficción televisiva iberoamericana se centró en el tema de la memoria social, especialmente apropiado para España. Y la sección española del informe, coordinada por Charo Lacalle, se tituló “La ficción resiste la crisis”. Lacalle apunta a factores positivos inusuales en el sector de televisión española: la media diaria del espectador alcanza un nuevo récord de 246 minutos (OBITEL 2013: 280), y las series de ficción son el formato más apreciado al ocupar el 21,8% de la programación. Prueba de la fidelidad del público a las series autóctonas, es el romance de capa y espada Aguila Roja –la serie más vista por cuarto año consecutivo (2013: 282)–. Se emitieron nada menos que 32 títulos locales; y el top-10 incluye una variedad de géneros (desde aventura y fantasía, dramedia y comedia hasta miniseries) (2013: 299). Es más: las problemáticas sociales tratadas en estos espacios “de candente actualidad” incluyen la misoginia y la homofobia, el inseguro mercado laboral, la crisis de vivienda y la eutanasia (2013: 300). Así las cosas, la ficción en la televisión española se aproximaba al pasado nacional, conectando con la memoria histórica, al mismo tiempo que reflejaba el presente y asuntos de urgente actualidad.

Si bien la televisión española consumida con tanto fervor por las masas del público no se puede pintar como pura telebasura, tampoco el cine español se puede reducir al cine experimental promovido con tanto vigor por Caimán. A pesar de la concentración mediática en el llamado “otro cine”, la séptima edición anual de “Spanish Film Screenings” a la que asistí como representante de la prensa extranjera, realizada en 2012 en Madrid capital en el ápex de la crisis, complicaba el relato. “Madrid de cine”, nombre alternativo del evento, lo organiza la FAPAE (la asociación de productores), el ICAA (la escuela de cine) y otras instituciones, como por ejemplo la autoridad turística de Madrid. El evento también tuvo un “padrino”, Enrique Urbizu, el director de la última película ganadora de los Goya, No habrá paz para los malvados (2011).

A pesar del precipitado declive en el número de producciones, el ambiente en “Madrid de Cine” parecía bastante positivo. Un informe de la FAPAE, presentado oralmente en el evento, sugirió que de los 199 largos hechos en 2011 el número de títulos españoles proyectados en el extranjero aumentó en 21% y el número de países en que se vieron, también (15%). Aun si nos limitamos a México comprobamos que la distribución alcanzó las 36 películas, una cifra récord. Del mismo modo que España presume de tener mayor cantidad de turistas que habitantes, su cine gana el doble en el extranjero de lo que recauda en el mercado nacional [...]