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– Cómo será la nieve en Tokio?
– Suéñalo esta noche.
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[...] Pero a veces suceden maravillas y a esa oscuridad encerrada que cada noche los contiene, vendrá a sumarse una luz nueva desde afuera, más firme que el reflejo de la ciudad en las nubes que la cubren o el que otras veces llega desde el pasillo entreabierto, mezclada con pasos que acuden a calmar otros cuerpos inquietos con sueños semejantes, y así, lo que en principio podría ser un revuelo confuso de un puñado de pétalos, apenas una bocanada de aire al rozar brevemente la rama florecida de un cerezo, al poco acabará en el lento derramarse de un cielo entero convertido en nieve sobre Tokio dormida, sobre ella misma, asombrada, ya sin frío, recibiendo en las manos abiertas, aquella luz pulverizada como un particular milagro que la envuelve y eleva, hasta conseguir que se deslice sin peso ni temores en un vuelo perfecto hacia una calma nueva [...]