Botonera

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2.10.18

XIX. "RAINER WERNER FASSBINDER. SOLO QUIERO QUE ME AMEN", Jesús Rodrigo García (coord.), Shangrila 2018





Fassbinder entre bambalinas.
El poderoso camino entre Artaud y Brecht

Patricia Carbonari


Antitheater, Munich, 1970



El éxito de mis primeras películas e incluso el hecho
de que fuesen invitadas a festivales y otras manifestaciones
similares guarda una estrecha relación con el mucho mayor respeto
que en Alemania inspira el teatro que el cine.
Rainer Werner Fassbinder (1)


Wörishofen fue su cuna. Allí amaneció, el 31 de  mayo de 1945, a una Alemania poseída por los ecos del nazismo y de su führer, mientras la segunda gran guerra encontraba su fin. La voz de Rainer Fassbinder fue, sin duda, la más fecunda del Nuevo Cine Alemán y la obra que legó se torna hoy imprescindible para comprender el mundo occidental de posguerra. En el marco de ese heterogéneo movimiento de los años ‘60 repudió la falta de comunicación entre los hombres porque hallaba en ella el origen diabólico de las relaciones de poder, mientras exploraba, con subversiva coherencia, desde el western hasta el melodrama. 

1. FASSBINDER, Rainer Werner, La anarquía de la imaginación, Barcelona: Paidós, 2002.

En un gesto militante, cercano a la inmolación, llevó a primer plano un mundo miserable, de desigualdad social, económica y sexual que alentó tanto en sus obras teatrales como fílmicas. En los albores del siglo XXI ese mundo parece estar más presente en sus textos dramatúrgicos representados en teatro que en su prolífica labor cinematográfica.

 ¿A qué se debe, que, a pesar de la propagación meteórica del lenguaje audiovisual, Fassbinder esté tan presente en el teatro? 

Nos convoca un recorrido por su insobornable obra cinematográfica para detectar la influencia del arte escénico, para encontrar el Rainer nacido entre las bambalinas del Action Theater primero y del Antitheater después. El oriundo de Baviera da al teatro, al menos en sus inicios, el lugar de trampolín hacia el campo cinematográfico. Podemos arriesgar en principio que se trata de una transición, de un rito de pasaje donde el teatro alimentó al cine, que llegó después. Pero resulta al menos dudoso que el teatro represente solo eso para Fassbinder. Si bien representó su aprendizaje y el semillero de actores y actrices que luego formarían la troupe cinematográfica que lo siguió fielmente hasta el fin de su carrera, más bien se trata de una constante retroalimentación, donde cada lenguaje ocupa su lugar. El teatro está entonces en la médula del trabajo fassbindereano, y, sin duda, moldeó su concepción artística en la puesta en escena, en la dirección de actores y en su opción por el distanciamiento que llevó hasta sus límites, sobre todo en la primera etapa de su extensa obra. 

Fassbinder asume que el teatro es fuerza creativa, una fuente inagotable que se alimenta de la propia existencia. Y esa experiencia lo llevó al cine, que produjo con urgencia y al menor costo posible, con el afán de revelar lo invisible, lo que la sociedad se negaba a ver, la hipocresía de un mundo contaminado por el materialismo y la usura. Si bien no creía en milagros, daba al arte un lugar de privilegio y con frecuencia citaba a uno de los padres del arte teatral, Antonin Artaud que declaraba: “el arte genera la posibilidad de abrir los ojos a un mundo más claro, tras haber perforado vaya a saber qué barrera”. (2) [...]

2. ARTAUD, Antonin, Van Gogh, el suicidado por la sociedad, Buenos Aires: Editorial Argonauta, 2013.