La muñeca de Debbie:
Tres trayectos cinematográficos
En torno a la muñeca perdida
en The Searchers (John Ford, 1956)
Tres trayectos cinematográficos
En torno a la muñeca perdida
en The Searchers (John Ford, 1956)
[...] el primer punto de giro de la película ocurrirá pasados unos minutos, durante el ataque, cuando Ford introduzca dos tremendos operadores textuales. El primero está condensado en ese terrible plano en el que Debbie se protege, junto a una muñeca, utilizando una tumba como parapeto.
Ocultación, por lo demás, imposible, ya que la sombra del jefe Scar se proyectará en breve sobre ella. La cadena significante es brutal: Debbie, a punto de morir para su infancia, a punto de acercarse al primer contacto real de su corta vida con la inevitabilidad de la tragedia, deja atrás su muñeca. Y entonces dicho objeto se desvelará no tanto como una “pista” para su localización –lo que hubiera sido un truco inevitablemente barato de guion–, sino antes bien, para jugar dos roles bien distintos. El primero, servir como recordatorio ardiente de la rigurosa obligación ética contraída por el pistolero: Ethan levantará de entre las ruinas ese juguete como, minutos atrás, levantaba a la propia Debbie.
Se cierra así el complejo vínculo del amor entre padres (simbólicos) e hijos, esto es, entre seres humanos que deciden voluntariamente y con el mayor de los esfuerzos acompañarse juntos en un trecho del camino. Porque si, como maravillosamente escribió José Luis Pardo, un padre o una madre únicamente se ganan el derecho de llevar tal calificativo cuando sus hijos se marchan definitivamente de casa (4), por el camino es necesario también recoger –como hace Ethan– las migajas destrozadas de la infancia, los restos dolorosísimos de esa tierra quemada que es el proceso de encarar la edad adulta, los retales en los que un sujeto puede finalmente realizar el tremendo esfuerzo de plantarle cara al desgarro constante del mundo.
4. PARDO, José Luis, La regla del juego: Sobre la dificultad de aprender filosofía, Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2005.
De ahí que la infancia de Debbie termine inevitablemente con la destrucción violenta de todo su mundo, y sin embargo, la muñeca deba ser guardada, protegida, como si fuera el tesoro más valioso de los protagonistas. Porque la búsqueda a la que hace referencia el título original de la película –The searchers, esto es, los que buscan, los buscadores– es también la aceptación de esa responsabilidad que Ethan contrajo con Debbie al alzar su frágil cuerpo y que ahora, de manera metafórica, resuena en lo único que queda de ella: su muñeca [...]
Ocultación, por lo demás, imposible, ya que la sombra del jefe Scar se proyectará en breve sobre ella. La cadena significante es brutal: Debbie, a punto de morir para su infancia, a punto de acercarse al primer contacto real de su corta vida con la inevitabilidad de la tragedia, deja atrás su muñeca. Y entonces dicho objeto se desvelará no tanto como una “pista” para su localización –lo que hubiera sido un truco inevitablemente barato de guion–, sino antes bien, para jugar dos roles bien distintos. El primero, servir como recordatorio ardiente de la rigurosa obligación ética contraída por el pistolero: Ethan levantará de entre las ruinas ese juguete como, minutos atrás, levantaba a la propia Debbie.
Centauros del desierto
Se cierra así el complejo vínculo del amor entre padres (simbólicos) e hijos, esto es, entre seres humanos que deciden voluntariamente y con el mayor de los esfuerzos acompañarse juntos en un trecho del camino. Porque si, como maravillosamente escribió José Luis Pardo, un padre o una madre únicamente se ganan el derecho de llevar tal calificativo cuando sus hijos se marchan definitivamente de casa (4), por el camino es necesario también recoger –como hace Ethan– las migajas destrozadas de la infancia, los restos dolorosísimos de esa tierra quemada que es el proceso de encarar la edad adulta, los retales en los que un sujeto puede finalmente realizar el tremendo esfuerzo de plantarle cara al desgarro constante del mundo.
4. PARDO, José Luis, La regla del juego: Sobre la dificultad de aprender filosofía, Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2005.
De ahí que la infancia de Debbie termine inevitablemente con la destrucción violenta de todo su mundo, y sin embargo, la muñeca deba ser guardada, protegida, como si fuera el tesoro más valioso de los protagonistas. Porque la búsqueda a la que hace referencia el título original de la película –The searchers, esto es, los que buscan, los buscadores– es también la aceptación de esa responsabilidad que Ethan contrajo con Debbie al alzar su frágil cuerpo y que ahora, de manera metafórica, resuena en lo único que queda de ella: su muñeca [...]