PREÁMBULO
Como en el arte del puzzle descrito por Georges Perec en “La vida instrucciones de uso”, en la intención de este libro el elemento no preexiste al conjunto. El conjunto es el que determina los elementos escogidos, donde sólo hemos tenido en cuenta la posibilidad de relacionar una página con otra. Cada capítulo como una secuencia de continuidad, que encajaba en la siguiente. Así de esta manera se fue articulando la reconstrucción de esta cartografía en imágenes, que bien podría ser otra.
En cierto modo, podríamos argumentar el resultado en la experiencia personal que siempre es una forma de conocimiento de las cosas y, como en la vida, aquí también hay ausencias, presencias inolvidables en la memoria compartida que han sido sacrificadas a la descripción final. Un relato fragmentado, visual y en parte narrativo, que se legitima en una rememoración que actúa como objeto de la memoria y como dinámica del acto de evocar.
También un relato episódico donde la cita pretende sustantivar el acento que se sitúa en las imágenes. Una ofrenda que en incierta medida quiere ser un paseo por aquel sendero en la “alameda del fin del mundo”. Un recorrido transversal que no tiene más pretensión que ser una metáfora de esa experiencia particular, de ese tiempo que hemos vivido. Ese tiempo irredimible que de alguna manera nos pertenece, si eso fuera posible.
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Fotograma (detalle) de La Montaña Sagrada (Arnold Fanck, 1926)
"En esas regiones extremas del Nombre hay una profundidad, resonante pero sofocada, de barranco que nadie visita –sobre todo por culpa de los árboles que allí se entrelazan, casi horizontales, sobre las pendientes. Saco entonces mi lápiz y la pequeña libreta que, por si acaso, llevo a veces en el bolsillo, y me pongo a anotar lo escrito en una placa que surge de improviso ante mis ojos y que me parece bastante sencilla: unas cuantas líneas en las que el sol, al filtrarse por el árbol del umbral, forma breves islas movedizas. Si copio esas frases, será como tener una memoria con que releerlas y tal vez descifrarlas".
Yves Bonnefoy, Lo indescifrable
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Fotografía anónima, Retrato de Maurice Blanchot
(fragmento de una imagen en la que aparece junto a Emmanuel Levinas)
Alberto Giacometti, Pequeña estatuilla sobre un pedestal, 1939/45
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“me nombro, es como si pronunciara mi canto fúnebre: me separo de mí, no soy ya ni mi presencia ni mi realidad, sino una presencia objetiva, impersonal, la de mi nombre que me excede, cuya inmovilidad petrificada realiza para mí la función de una losa funeraria pesando sobre el vacío. Cuando hablo, niego la existencia de lo que digo, pero también niego la existencia de quien lo dice”.
Maurice Blanchot, La parte del fuego
Pieter Brueghel el Viejo, Paisaje con la caída del vuelo de Ícaro, 1554-55