Botonera

--------------------------------------------------------------

17.12.19

XII. FRAGMENTO INICIAL DEL CAPÍTULO 7 DE "EL CINE SOBRE ARTE. DE LA DRAMATIZACIÓN DE LA PINTURA AL CINE-ENSAYO", Guillermo G. Peydró, Shangrila 2019




FRAGMENTO INICIAL DEL CAPÍTULO 7
El film-ensayo sobre arte



1. Notas para una acotación





Fig.94 - Carteles de inicio de Une histoire de vent (1988),
con la propuesta de juego/viaje al espectador.




1.1. Films “proteicos e inclasificables”

Dentro de la tradición teórica del cine sobre arte, de raíz principalmente francesa e italiana, una serie de películas especialmente creativas en su planteamiento, estructura o recursos suele quedarse fuera de las categorías que permiten agrupar otros conjuntos de obras –como los films de dramatización de la pintura o los films críticos de historia del arte–, para sacar conclusiones. Para películas como Une histoire de vent (Joris Ivens y Marceline Loridan, 1988) o Looking for Richard (Al Pacino, 1996), Gilles Marsolais, autor de uno de los libros clave para comprender el cine reciente sobre arte, utilizaba en 2005 los términos “inclasificable” o “proteiforme”. La primera era definida concretamente como “film inclasificable que remite tanto a la ficción como al documental, trascendiendo ambos” (295), y la segunda era por su parte un film “proteiforme, [que] mezcla los géneros de una manera muy estimulante. Por un lado, tenemos un film documental sobre Shakespeare en proceso de construcción, con su parte de investigación; por otro, un trabajo sobre la obra, sobre la interpretación de los personajes por los actores amigos que Pacino ha reunido benévolamente alrededor de su proyecto”. (296) [Figs.94-95]

295. MARSOLAIS, Gilles, Le film sur l’art, l’art et le cinéma: fragments, passages, Montréal: Les Éditions Triptyque, 2005, p.93.

296. Ibid., p.113.

La película de Ivens puede resultar sin duda desconcertante para todo especialista del cine sobre arte, pero presenta sin embargo unas características bien definidas para todo aquel familiarizado con la teorización del cine-ensayo. En ella hay un autor que estructura la narración a través de una primera persona enunciativa, y éste, además, se pone a sí mismo en escena y comparte con el espectador el proceso de construcción de la obra, incluyendo la intromisión en la imagen de los recursos técnicos de filmación o los puntos muertos del relato –los problemas burocráticos para filmar los Guerreros de Xi’an, por ejemplo–. La película, además, realiza una relectura personal de la propia filmografía, adaptando algunos de sus temas a ficción, y se propone implícitamente construir una suerte de autorretrato del cineasta a los noventa años: un autorretrato a modo de testamento creativo, declarando como objetivo último del viaje el dominio del viento, en alusión poética a las dificultades respiratorias de Ivens.



Fig.95 - Inclusión en imagen del dispositivo de rodaje en Une histoire de vent


Veamos algunas características de Looking for Richard, el film de Al Pacino: un autor que estructura la narración a través de una primera persona enunciativa, que se pone a sí mismo en escena como director-actor-investigador, que comparte con el espectador el proceso de construcción de la obra, incluida la intromisión en la imagen de los recursos técnicos de filmación, para contar la puesta al día en Estados Unidos de una obra escrita por Shakespeare en la Inglaterra de finales del siglo XVI. Leídas así, desde la perspectiva del film-ensayo, estas dos películas siguen siendo proteicas, pero ya empiezan a parecer menos inclasificables. Y sabiendo que esta lectura es válida para no pocos de los más complejos y elusivos films sobre arte, ¿podría hallarse en la conjunción entre estas dos tradiciones teóricas y prácticas una suerte de Piedra de Rosetta que permita reunir experiencias tan personales y dispares bajo un mismo epígrafe? ¿Podrían reunirse estas obras en una clasificación crítica que nos permita a la vez comprenderlas mejor, hacerlas resaltar de entre los documentales realizados en serie y programarlas para todos los interesados en estas experiencias concretas, o incluso promover su realización futura de manera activa, tras exponer su sorprendente catálogo de herramientas creativas?

Un número significativo de las mejores películas de la historia del cine sobre arte caen en esta tierra de nadie del film “proteico e inclasificable”, como ocurre con Las estatuas también mueren (Les statues meurent aussi, Chris Marker y Alain Resnais, 1953), Con Dieric Bouts (Met Dieric Bouts, André Delvaux, 1975), Hubert Robert. Una vida afortunada (Robert. Schastlivaya zhizn, Aleksandr Sokurov, 1996), o Bella de noche (Bella di notte, Luciano Emmer, 1997). Contentarnos con aceptar una singularidad acrítica de estas obras supondría renunciar a lo que estas propuestas clave pueden enseñarnos sobre los límites del diálogo entre cine y arte, sobre sus facultades últimas en el terreno de la creatividad interdisciplinar. Por ello me sumo a las propuestas de teorización que intentan, tentativamente, reunir y explicar hasta cierto punto algunas de las claves conceptuales que comparten las películas que habitan esa supuesta tierra de nadie. Y quizá la más urgente –aunque seguramente no alcance a cubrir la totalidad de los ejemplos que a día de hoy se obstinan en permanecer como “inclasificables”–, sea la que resulta de cruzar la tradición teórica del cine sobre arte con esta otra tradición teórica del cine-ensayo, de raíz francesa, herencia de Michel de Montaigne. Al hacerlo, al poner en relación ambas líneas de pensamiento, muchas películas antes inclasificables adquieren, de pronto, una nueva luz [...]