Botonera

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26.2.20

IV. "EL NUEVO CINE CHECO. REVOLUCIÓN CINEMATOGRÁFICA EN LOS '60", Cristina Gómez Lucas, Shangrila 2020




Oratorio for Prague (Jan Nemec, 1968)


La reforma, como ocurre en los sistemas comunistas, comenzó desde arriba, es decir, desde el interior del Partido. Pero esto estaba “precedido y acompañado por un fermento y una agitación político-culturales” (p.398) en palabras del propio Hobsbawm (1995). El terreno estaba más que preparado para el cambio, ansioso podríamos decir, y la exigencia de liberación política e intelectual no podía esperar más. Un Partido Comunista renovado levantó la censura en junio del ‘68 dando lugar a una total libertad de expresión e incluso convocó un congreso extraordinario para el nueve de septiembre, con la finalidad de continuar la línea aperturista y reformadora, aunque nunca llegó a celebrarse. Reaparecieron muchas libertades, incluso la religiosa. Los derechos de las minorías nacionales, húngaras y ucranianas, fueron reivindicados abiertamente, aunque sin ningún tipo de hostilidad hacia el Estado checoslovaco.

Sin embargo, este movimiento tenía sus límites. Dubček se mantuvo firme en su papel dirigente del Partido y en el rechazo del multipartidismo. Véase por ejemplo que las actividades de los clubes, de KAN (Club de los Sin Partido Comprometidos) y K231 (Club de Antiguos Condenados Políticos) fueron toleradas, pero no se les permitió entrar en la legalidad. Por su parte, los intelectuales y los artistas –deseosos de acelerar las reformas– publicaron el 27 de junio de 1968 el “manifiesto de las dos mil palabras” (2), pero de nuevo Dubček lo desaprobó. Milan Kundera (2007), una de las principales figuras de la literatura cuya influencia será decisiva sobre la Nueva Ola checa, da testimonio del manifiesto en una de sus novelas:

Las dos mil palabras fue un célebre manifiesto, el primero de la Primavera del 68, en el que se llamaba a una radical democratización del régimen comunista. Lo había firmado una gran cantidad de intelectuales y la gente corriente también empezó a firmarlo, de modo que se juntó tal cantidad de firmas que nadie era capaz de contarlas (…) en los periódicos no decían que se trataba de una amable solicitud que intercedía por los presos políticos y solicitaba su libertad. Ni uno de los periódicos citó ni una sola frase del breve texto. En lugar de eso hablaban extensa, confusa y amenazadoramente de una especie de manifiesto contra el Estado, que pretendía convertirse en la nueva base de una lucha contra el socialismo (pp.216 y 226).

2. “Dva Tisíce Slov”, Literární Listy (Praga), 27 de junio de 1968. El documento exigía que las reformas en Checoslovaquia avanzasen más rápidamente. El texto estaba firmado por el periodista y escritor Ludvík Vaculík (nacido en 1926).



Oratorio for Prague (Jan Nemec, 1968)


El crecimiento y desarrollo de nuevas ideas políticas, económicas, culturales y artísticas, la amenaza de una democracia socialista y el ejemplo reformista para el resto de países de influencia soviética, llevó a Moscú a lanzar repetidas advertencias al gobierno Checoslovaco.  La tensión fue aumentando a medida que la democratización del sistema socio-político se hacía palpable. Alcanzar reformas implicaba desmantelar poco a poco las fuerzas de seguridad que eran precisamente el principal instrumento de poder del Partido y su vínculo más directo con la Unión Soviética. Esta entendía los cambios como un acercamiento al capitalismo y una concesión a favor de la sociedad burguesa, además de un ejemplo peligroso para el resto de los Estados comunistas. La situación no podía sostenerse mucho tiempo. El 14 de julio los partidos comunistas, reunidos en Varsovia, dirigieron a Dubček una carta de advertencia. Peter Hames (2005) explica esta situación con detalle en su obra apuntando que, a pesar de los argumentos estratégicos y políticos de la invasión, existen documentos que demuestran que la decisión fue tomada solo por una pequeña mayoría, e incluso afirma que si se hubiera sabido el enorme apoyo público con el que contaba Dubček no hubieran invadido. 

Josep Torrell en Vientos del Este (2006) define la situación: “El partido comunista checo estaba haciendo su propia autocrítica del leninismo, solo al buscar un socialismo de `rostro humano´ ponía de manifiesto el rostro inhumano del resto del socialismo” (pág. 259). El autor apunta que la Primavera de Praga apenas duró ocho meses. Fue probablemente la disposición democrática del Partido lo que la URSS no estaba dispuesta a aceptar. Se hizo caso omiso a las amenazas de Moscú y los rusos decidieron tomar medidas drásticas. La noche del 20 de agosto los ejércitos del Pacto de Varsovia, tropas de la Unión soviética en su mayoría, invadieron Checoslovaquia con sus tanques. 


Oratorio for Prague (Jan Nemec, 1968)


De esta brutal forma quedó aplastado el espíritu reformista del país. Hobsbawm (1995) enfatiza lo que estos drásticos acontecimientos supusieron para el futuro del socialismo:

La invasión soviética de Checoslovaquia (1968), encaminada a reemplazar una forma comunista por otra, clavó el último clavo en el ataúd del `internacionalismo del proletariado´. Desde entonces fue algo normal, incluso para los partidos comunistas alienados con Moscú, criticar a la Unión Soviética en público y adoptar políticas diferentes a las de Moscú. El final del movimiento comunista internacional fue, también, el final de cualquier tipo de internacionalismo socialista o revolucionario, puesto que las fuerzas disidentes o antimoscovitas no desarrollaron ninguna organización internacional efectiva, más allá de sínodos sectarios rivales (p.447).

Y tras la invasión comenzó el llamado proceso de normalización. Los soviéticos se resignaron a dejar intacta la dirección del Partido checoslovaco, aunque las tropas de ocupación permanecieron en el país. Al principio fue el propio Dubček quien se encargó de la implantación de las medidas con la intención de salvar algunas de las reformas. Pero al año siguiente dimitió y nombró como sucesor a Gustáv Husák quien endureció las directrices emprendidas reinstalando la censura y acometiendo purgas en la sociedad. (3) El malestar quedó grabado en la literatura de la época, las palabras de Milan Kundera (2007) en una de sus novelas son un fiel reflejo de ello:

En los cinco años que han pasado desde que el ejército ruso invadió la patria de Tomás, Praga ha cambiado mucho (…). La mitad de sus amigos había emigrado y de la mitad que se había quedado, la mitad había muerto. Ese es un hecho que no será registrado por ningún historiador: los años que siguieron a la invasión rusa fueron años de entierro (…). No hablo solo de los casos (más bien infrecuentes) en los que alguien era perseguido hasta la muerte, como Jan Procházka. (…) también morían los que no eran directamente perseguidos por nadie. La desesperanza que se había apoderado del país penetraba por las almas hasta los cuerpos y los destrozaba (pp.234-235).

3. Para más información sobre cifras y porcentajes consultar la obra de Peter Hames (2005), p.3.



Oratorio for Prague (Jan Nemec, 1968)


Las nuevas medidas opresivas, las cuales tuvieron especial hincapié en los ámbitos artísticos, supusieron el final de la Nueva y fructífera Ola de cine checo.

Habría que esperar hasta 1989, coincidiendo con el desmoronamiento del régimen comunista ruso, para que Checoslovaquia pudiese librarse definitivamente de la presencia soviética. Finalmente, su liberación supuso la independencia de Eslovaquia y se configuró la actual división entre este país y la República Checa.

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