Con la incertidumbre a lo que vendrá después de la tragedia en la que seguimos inmersos y alejados de la sobresaturación y el tóxico pandemonio en el que todavía más se han convertido buena parte de las redes sociales y, más allá de la acumulación, con la cadencia que requiere una serena forma de mirar que afronte el incierto futuro, como ya dijimos, no nos detenemos. No vamos a esperar a que todo vuelva a ser como antes. Estamos convencidos que nada será igual. Vamos a comenzar a dar pasos sin saber a ciencia cierta a dónde pueden conducir, aunque sí tan medidos como calculados para que, como buenos funambulistas, no perdamos el equilibrio. Preparados para que incluso lluevan piedras, en muy poco tiempo salimos del compás de espera. Lo que suceda está por ver. Atentos.
