Botonera

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17.9.20

II. "VIDEODROME. LA DISTOPÍA SEGÚN DAVID CRONENBERG", Iván Gómez, Shangrila 2020




David Cronenberg



[...] Cronenberg [...] comparte cosas relevantes con Romero o Craven, pero sus propuestas tienen planteamientos muy particulares, propios, que solo pueden intentar explicarse desde un acercamiento interdisciplinar. La propia formación académica de Cronenberg es híbrida, donde se mezclan lo científico con lo literario y lo cinematográfico. Ahí precisamente reside una de las claves de nuestro intento de aproximación a Videodrome y, por extensión, a los aspectos de la obra del director canadiense vinculadas a esta película. Son las herramientas, datos, teorías y aproximaciones que nos proporciona la ciencia las que nos permitirán articular interpretaciones que desborden el marco de lo ya apuntado por otros autores en exhaustivos y profesionales análisis de casi cualquier aspecto de su obra. Aproximaciones teóricas y críticas complementadas por una extensa colección de entrevistas concedidas por el propio director, que facilitan en parte la exégesis interpretativa. Sobre Cronenberg dirán Jorge Gorostiza y Ana Pérez que estamos ante “un explorador de tendencias originales como la Nueva Carne, casi un profeta que se ha adelantado a la globalización, la televisión por satélite, Internet, la realidad virtual y el poder de los videojuegos”. (4) Esta hiperbólica afirmación deviene justa cuando uno analiza sus películas de los ‘70, esas que hemos situado, a un mismo tiempo, cerca y lejos de las propuestas de sus homólogos estadounidenses. Desde la fundacional Vinieron de dentro de... hasta la inquietante Scanners, la pregunta que recorre las ficciones tiene que ver con la posibilidad de que un elemento exógeno en interacción con el medio logre alterar para siempre nuestros atributos biológicos como seres humanos.

4. Gorostiza, Jorge; Pérez, Ana, David Cronenberg, Madrid: Cátedra, 2003, p.10.

Hace ya algunos años el filósofo Nick Bostrom planteaba, en un texto breve, la oposición fundamental que existe entre quienes solo ven riesgos en las intervenciones científicas que tratan de mejorar las capacidades del ser humano y los entusiastas del desbordamiento constante de nuestras limitaciones. Bostrom, tras dar cuenta de la sabiduría de la naturaleza, a menudo desoída, se plantea, con un toque de provocación, que en ocasiones, la respuesta que ha dado la naturaleza a un problema determinado no es óptima, por lo que sin duda debemos tratar de intervenir y corregir ese defecto. (5) Para diseñar futuras investigaciones, Bostrom plantea el reto de la optimalidad evolutiva, es decir, si la intervención humana propuesta se va a traducir en ciertas mejoras, ¿por qué el cuerpo no ha evolucionado ya en ese sentido? ¿Es razonable, entonces, intervenir y forzar esa evolución? (6) El autor pone varios ejemplos, pero baste mencionar uno sencillo: el Ritalin y la nicotina aumentan la concentración del cerebro. Permiten procesar mejor y más rápidamente pero en estos casos hay que valorar los efectos secundarios de la intervención, que desaconsejan el uso de esas drogas como mecanismo de mejora humana. Pues bien, una pregunta parecida late en varios largometrajes de David Cronenberg y sin duda en todos los anteriores a Videodrome. Ya sea un virus de origen desconocido como en Vinieron de dentro de... o una señal de vídeo como en Videodrome, en estas películas asistimos a una serie de desbordamientos evolutivos evidentes. La capacidad cerebral de los sujetos psíquicos de Scanners es superior a la de cualquier ser humano normal. El problema sería, según el test de Bostrom, que las contrapartidas desbordan con mucho los beneficios de esa alteración telequinética, lo que desaconsejaría su investigación, uso o sistematización, si tal cosa fuera posible. Cronenberg deja la pregunta en el aire, sin que el final que sufren sus personajes nos permita afirmar de manera tajante que todo en el director canadiense es la expresión de un miedo social o una advertencia sobre el mal uso que hacemos de la ciencia y la tecnología. En ocasiones Cronenberg es mucho más ambiguo, complejo e incluso contradictorio. Sus películas no son exploraciones morales bifrontes en donde bien y mal juegan la enésima partida de ajedrez sino apelaciones sobre la necesidad de elaborar una nueva mirada sobre el mundo, y sobre nuestro lugar como seres humanos en él. Esta línea interpretativa pone el acento en cómo Cronenberg ha representado el cuerpo en la gran pantalla y ha sido la mayoritaria en los estudios que existen sobre el director. (7) Sin necesidad de desmentir este extremo, sí creemos que hay dos conceptos esenciales que nos permitirán realizar una nueva aproximación a la primera etapa del director canadiense y a su película Videodrome: el futuro y el espectro de lo visible. Cronenberg ha sentido una gran necesidad de imaginar el futuro cinta tras cinta, al tiempo que redefinía el universo de lo visible (incluso de lo posible y lo tolerable). 

5. Bostrom, Nick, “Cómo mejorar el ser humano”, en Brockman, Max (ed.), La ciencia del futuro, Barcelona: RBA, 2010, p.46. Edición original (2009).
6. Ibíd, p.47.
7. Es el caso, por ejemplo, de Fernández Gonzalo, Jorge, Políticas de la Nueva Carne. Perversiones filosóficas en David Cronenberg, Barcelona: Holobionte, 2019. El estudio es un repaso a toda la carrera del director y contiene agudas reflexiones sobre cómo el director ha tratado la idea del cuerpo a lo largo de su filmografía.

Entre 1846 y 1857 el teórico del arte Theodor Vischer escribió una obra larga y compleja en seis volúmenes titulada Äesthetik, oder die Wissenschaft des Schönen (Estética, o la ciencia de lo hermoso). En ella el autor defendía la idealización como el mecanismo básico por el que el hombre puede comprender el mundo. La belleza se convertía en una categoría a partir de la que filtrar la realidad. Imaginar e idealizar lo que se veía se convertía en una actividad necesaria para la subsistencia del hombre. Esta postura, lejos de suponer una manera de despolitizar el arte, se convirtió precisamente en un fundamento importante para quienes durante el primer tercio del siglo XX quisieron construir una idea de nación ligada a la grandeza de imperios pasados como el romano o el alemán, en versiones mitificadas plagadas de invenciones y heroísmos nunca acontecidos. El arte que expone la fealdad, la crudeza de la irracionalidad humana o que apela a la interioridad fracturada se convierte así en arte degenerado. Tal y como comenta George Mosse, según Vischer, “el hombre puede idealizar porque si nuestro ojo fuera como un microscopio no veríamos la belleza de la naturaleza y del propio hombre, sino los parásitos de las hojas de un árbol y las imperfecciones de la más delicada piel humana”. (8) Pues bien, Cronenberg nos obliga a mirar esas imperfecciones, a través de las grietas y hendiduras que abre en los cuerpos, a través de una cámara que se convierte en un mecanismo de exploración privilegiado de la interioridad del cuerpo humano, entendido como pura visceralidad por un lado y como producto de la actividad cerebral por otro. Se entenderá que esta postura, lejos de constituir una mirada despolitizada sobre la realidad, se erige precisamente como lo contrario, como una apelación a entender la dimensión política del cuerpo humano.

8. Mosse, George L., La nacionalización de las masas, Madrid: Marcial Pons, 2019, p.39. Edición original (1975).

Este nuevo régimen escópico se desarrolla en incómodos futuros distópicos estrechamente vinculados a nuestro presente. En ocasiones es difícil decir si Cronenberg está trabajando con presentes alternativos o la idea de un futuro muy próximo, que acecha a la vuelta de la esquina, algo que, en último término, no altera la apuesta ontológica del director. Su versión del mundo está presidida por una serie de descarrilamientos, subversiones y desviaciones que convierten el hábitat imaginado en un lugar incómodo. Puede que algunos aspectos de ese futuro sean aterradores pero no nos quedará sino aceptarlos, pues no son pocos los personajes de las ficciones de Cronenberg que se ven obligados a convivir con esas anomalías que afectan a su propio cuerpo. Si estos escenarios conllevan una visión positiva del futuro y del ser humano o si, por el contrario, funcionan como una advertencia tintada de pesimismo es algo que debemos discutir a propósito del análisis minucioso de Videodrome. (9) [...]

9. Hoy en día es imposible dudar de la influencia que Cronenberg ha ejercido sobre cineastas posteriores, sea esta reconocida o no por los propios creadores. De formas conscientes o inconscientes la crítica también se ha visto influida por la obra de un creador acostumbrado a bordear los límites de lo posible dentro de su obra cinematográfica. Esto es así incluso cuando tratamos con cineastas españoles especializados en género fantástico, muchos de los cuales demuestran sus conocimientos sobre el mercado y sus tendencias a través de revisiones, emulaciones, homenajes, o reproducciones más o menos indisimuladas. Sobre esto cabe consultar el último tercio del estupendo ensayo de Ángel Sala sobre el fántástico español, Profanando el sueño de los muertos.





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