Botonera

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20.11.20

IX. "EN LOS MÁRGENES DE LA HISTORIA DEL CINE. UN BLOG COMME LES AUTRES", Jesús Cortés, Valencia: Shangrila 2020.




BAJO LAS ESTRELLAS
Mil ojos tiene la noche (John Farrow, 1948)


Mil ojos tiene la noche (John Farrow, 1948)


¿Puede haber una suicida más hermosa que Gail Russell en el plano inicial de Mil ojos tiene la noche? Este misterio nocturno de John Farrow, sin la menor fama, perdido entre la catarata de grandes películas de 1947 –uno de esos años que hubiesen valido la pena haber sido vividos desde la platea de un cine–, parece contagiado de la expresión afligida de la actriz. Estará mal decirlo, tuvo suerte la trágica Gail. Quizá ahora sería un icono si hubiese pertenecido al universo de Nicholas Ray, pero al menos pudo aparecer en películas como esta breve, elíptica e intrincada gema de un cine que ya no le importa a nadie con un mínimo de  influencia. Por una de esas extrañas, pero tan abundantes entonces, conjunciones de talentos, vinieron al mundo planos como ese que Farrow le dedica a Gail cuando el mentalista que incorpora Edward G. Robinson predice su muerte. Planos de detalle, sensibles, tal vez consecuencia de las rutinas de un sistema, que sintetizan para siempre el personaje, el intérprete que lo representa, las mayores habilidades de los técnicos que allí trabajaron, el espíritu del relato que inspira al filme y el tiempo y el lugar en que fueron creados. Planos tan penetrantes como los más inquietantes y desoladores que haya alumbrado el mejor de los cineastas.

La poca importancia de las cosas importantes de las que habla Mil ojos tiene la noche, preside unas imágenes elegantes, repletas de angustia y apenas salpicadas con pequeños recodos para encontrar un mejor lugar donde vivir en paz; un lugar donde poder pronunciar solo veinticinco palabras al día, si es eso lo que uno ha elegido [...]






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