ESCULPIR EN EL CAMINO: IMPRESIONES PARALELAS
ENTRE STALKER Y ESCULPIR EN EL TIEMPO
Paula López Domínguez (1)
Racionalizar y analizar académicamente cualquier aspecto del universo tarkovskiano va en contra de la naturaleza misma de las creaciones del director ruso. Tarkovski es profundamente honesto con su trabajo y, en consecuencia, su arte –muy lejos de ser elitista– no se dirige fundamentalmente al intelecto. Sus películas apelan directamente a la sensibilidad irracional del espectador, a la pulsión de trascendencia y a la necesidad humana de lo infinito.
1. Paula López (1993-2016) perdió la vida en un accidente de tráfico mientras cursaba cuarto curso de carrera en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. Este es su último trabajo.
Tarkovski confiesa, en los últimos capítulos de Esculpir en el tiempo, la cólera que le producen las suposiciones acerca de los simbolismos rebuscados en sus obras. Según sus palabras, los elementos de sus películas son sencillamente ellos mismos y no rebuscan imponer de manera directa un único referente. Para Tarkovski, heredero de la tradición rusa de los iconos, la imagen tiene un valor intrínseco: “La imagen tiende hacia lo infinito y conduce hacia lo absoluto. […] La idea de una imagen no se puede expresar en la multiplicidad de sus niveles y significados con palabras”. (2)
2. TARKOVSKI, Andréi, Esculpir en el tiempo, Barcelona, Rialp, 2016, pp.62-63.
Stalker a ojos de Tarkovski
Este trabajo, basado en la película Stalker (Stalker, 1979), no pretende analizar quirúrgicamente el filme, sino exponer una serie de impresiones y paralelismos entre Stalker y las ideas presentes en Esculpir en el tiempo, el libro de las reflexiones estéticas de Andréi Tarkovski. Se trata de adentrarse en Stalker de la mano del cineasta y sus propias palabras. Así pues, para estructurar el discurso del presente ensayo se han tomado los elementos principales de la película: el personaje de Stalker, la Zona, el camino, el Profesor y el Escritor, y se han vinculado con las ideas presentes en Esculpir en el tiempo –artista, arte, sacrificio y hombre moderno– respectivamente.
Insisto: la intención no es compartimentar y encasillar la obra de Tarkovski. Dichos compartimentos se han creado con la voluntad de estructurar académicamente el trabajo, pero en ningún caso se corresponden con simbolismos dogmáticos y encorsetados. Esperemos, pues, que las siguientes líneas no produzcan la cólera del maestro Tarkovski, allá donde esté.
El artista y Stalker
Es fácil establecer una identificación entre el complejo personaje de Stalker y la figura del artista sobre la que habla Tarkovski en Esculpir en el tiempo. Para el creador ruso, el artista es aquella persona que ha tenido acceso a una verdad absoluta y que siente la imperiosa necesidad de comunicar dicha verdad a la humanidad. El artista vive en su piel la fe en aquello trascendente y la creatividad es su única manera de vida posible, para sobrevivir a tal revelación. De la misma manera, Stalker vive por y para la Zona: todo fuera de ella le resulta una cárcel angustiosa.
Stalker se expone constantemente a los peligros de los militares que rodean la Zona, al sufrimiento de su familia y a los peligros que la Zona misma aguarda. Por otro lado, él no podría vivir sin la conexión con este lugar sagrado. La Zona es para Stalker la esperanza materializada y la promesa de un absoluto. Así pues, vemos cómo en algunos momentos el Stalker necesita alejarse de sus compañeros de camino para respirar la Zona y, en cierta manera, fusionarse en armonía con ella: “El poeta es una persona con la fuerza imaginativa y la psicología de un niño. Su impresión del mundo es inmediata, por mucho que se mueva por las grandes ideas del universo. Es decir, no ‘describe el mundo’, el mundo es suyo”. (3)
3. TARKOVSKI, Andréi, Esculpir en el tiempo, op. cit.
Stalker, al igual que el artista, crea el mundo. En otras palabras, sin Stalker no existirían ni la Zona, ni la Habitación ni, en consecuencia, ningún tipo de espiritualidad trascendente. Stalker es un “mártir elegido” (4) que ha entregado su vida a cambio de guiar a la humanidad hacia la luz en un mundo gris, materialista y desencantado. Por otro lado, aunque Stalker sea consciente de su condición de guía hacia la verdad, su actitud es profundamente humilde y su mirada transmite una inocencia infinita. Tarkovski aboga por recuperar la pureza infantil, sin pretensiones, para poder acercarnos de una manera más honesta a aquello que escapa de las definiciones lógicas.
4. Ibid., p.71.
Asimismo, Stalker es un personaje vulnerable y sensible. Esta vulnerabilidad proviene de una apertura espiritual que le permite conectar espontáneamente con lo esencial de las cosas del mundo. En esta misma línea se desarrolla también Alexander, el protagonista de Sacrificio (Offret, 1986), un hombre sensitivo que, como Stalker, manifiesta una marcada vulnerabilidad que le deja percibir más allá de lo material y lo mundano. El propio Tarkovski afirmaba:
La debilidad humana me interesa como contrapartida a la expansión exterior de la persona, al comportamiento agresivo frente a otras personas y frente al mundo, al deseo de someter a otros a las propias intenciones, con el fin de autoafirmarse. Me fascina, pues, esa energía humana que se abalanza contra la rutina materialista. (5) [...]
5. TARKOVSKI, Andréi, Esculpir en el tiempo, p.234.
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