Botonera

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4.2.21

IV. "ENTRE ADOQUINES: CINE Y MAYO 68", Manuel Vidal Estévez, Valencia: Shangrila 2021

 

La religiosa:

Rebelión contra la censura

La religiosa (Jacques Rivette, 1966)



Mediados los años sesenta, diferentes causas propiciaran la toma de conciencia política en el conformista universo de la crítica cinematográfica o, dicho más ampliamente, en el mundo del cine francés, en general. La causa tercermundista, catalizada por cineastas como Glauber Rocha, y Jorge Sanjinés, entre otros, había supuesto apenas comenzada la década, un primer paso hacia la politización de la crítica. Ello no quiere decir que con anterioridad fuese del todo ajena a la misma; de hecho la política había sido determinante en los debates de la década de los cuarenta y principios de los cincuenta. Y asimismo constituía el ingrediente fundamental con el que se abordaban las películas en la revista Positif desde su nacimiento en el año 1952. Por otro lado, el conflicto argelino, a lo largo de su duración entre los años 1954 y 1962, año en el que se firman los acuerdos de Évian, en los que los gobiernos francés y el gobierno provisional de la República de Argelia (GPRA), reconocen la soberanía argelina, habían suscitado más de un posicionamiento explícito; este fue el caso, por ejemplo de, precisamente, Jacques Rivette que, aunque un poco a toro pasado, en diciembre de 1962, se pronunció a favor del FLN. Además, la intervención americana en Vietnam del Norte propició virulentas oposiciones una vez que en marzo de 1965 dieron comienzos los bombardeos.

Esta paulatina politización fue por lo demás catalizada por algunos factores de índole cultural a la vez que extra-cinematográficos. Nada desdeñable fue, sin duda, la creación de la editorial François Maspero, con prolongación en su librería La Joie de Lire, auténtica ágora en el barrio latino, calle Sant Severin, frecuentada por quien quiera que sintiese curiosidad por las novedades intelectuales, y “visitada asiduamente por críticos cinematográficos como Jacques Rivette, André Labarthe, Jean-Louis Fieschi, Jean Narboni Jean-Louis Comolli”. (2) Rodeada de cines, La Joie de Lire era paso obligado, a veces preludio, en ocasiones epílogo, que complementaba la frecuentación de las salas. La Editorial Maspero publicó en 1961 la revista Partisans cuya prioritaria finalidad era defender la causa argelina. Y esta misma editorial pondría especial interés en apoyar el tercermundismo al dar a conocer libros tan influyentes como Les Damnés de la terre, de Frank Fanon, en octubre de 1961, y Pillage du tiers-monde, de Pierre Jalée, en mayo de 1964. También impulsó la creación de la conocida como Organización Tricontinental, para la solidaridad con los pueblos de Äfrica, Asia y América Latina; fundada en La Habana en enero de 1966 y cuya revista homónima, Tricontinental, distribuía en Francia. La primacía que las páginas de Cahiers du cinéma concedieron a los cineastas tercermundistas, con Glauber Rocha a la cabeza, se vio favorecida por estos impulsos explicita y obviamente políticos.

2. BAECQUE, Antoine de, Les Cahiers du cinéma. Histoire d´une revue (2 vol.), tomo II: Cinéma, Tours Détours 1959-1981, París: Cahiers du cinéma / Editions de l´Etoile, 1991 p.169.

Con todo, el factor decisivo que sirvió para la concienciación política del mundo del cine fue, no obstante, la prohibición de La religiosa, la película de Jacques Rivette, realizada a partir de la novela homónima de Denis Diderot. Hecho anecdótico desde un punto de vista institucional, catalizó un notable escándalo político en el mundo cultural y muy especialmente entre los jóvenes cineastas, que pocos años antes, habían sido calificados de “jóvenes turcos” de la crítica cahierista.

Corría el mes de abril de 1966. La obra de Diderot había sido objeto con anterioridad de una adaptación teatral cuya representación, dirigida también por Rivette, no había originado ningún cuestionamiento ni protesta. Tampoco se hizo notar reacción alguna cuando la televisión emitió un fragmento con motivo del rodaje de la película durante los últimos meses de 1965. Ni siquiera la censura, la Comisión de control para la distribución en Francia de las películas, había puesto objeción alguna. Sin embargo, el Secretario de Estado para la Información, Yvon Bourgess, tomó la decisión de prohibir la exportación y la distribución en Francia de Suzanne Simonin, la religieuse de Diderot, título con el que se presentaba la película. Los sectores católicos conseguían así, tras innumerables presiones soterradas, su propósito.

El flamante Ministro de Cultura del que hacía gala la V República, desde el 8 de enero de 1959, era André Malraux. El autor de L´Espoir (1937), la novela que inspiró la espléndida y mítica película sobre la guerra civil española Sierra de Teruel (1938-39), de la que también fue guionista y director –en una estrecha colaboración con el español Max Aub–, no ocupaba por primera vez un alto cargo político. En 1945 había sido Ministro de Información en el gobierno del general De Gaulle. El posterior fracaso de la RPF (Reunión del Pueblo Francés), el partido creado por De Gaulle en 1947, en la elecciones legislativas de 1951, le devolvió casi por completo a la actividad literaria. En 1958, cuando el conflicto argelino facilitó el regreso al poder del general, este le nombró “Ministro adjunto a la Presidencia del Consejo” (3); y como en 1945 le encargó que se ocupara de la información. Meses más tarde, en diciembre del mismo año 1958, De Gaulle, una vez convertido en el primer Presidente de la V República, decidió crear una gran Ministerio de Cultura para que lo dirigiese André Malraux. El general quería que la cultura fuese objeto de una política global, capaz de otorgar a la acción del Estado la dimensión propia de la grandeur française. Por primera vez se emprendía un proyecto político de estas características. Nada podía satisfacer más el narcisismo del autor de Los conquistadores (1928), El camino real (1930) y La condición humana (1933), novelas que lo habían consagrado como escritor [...]

3. TODD, Olivier, André Malraux. Une vie, París: Gallimard, 2001. (Trad. cast.: André Malraux. Una vida, de Encarna Castejón, Barcelona: Tusquets, 2002, p.442.

[...] la prohibición de La religiosa no parece que produjera una intervención parlamentaria como la que ocasionó la representación del texto teatral de Jean Genet. No consta, al menos, que las biografías de Malraux le otorguen importancia destacada. Sin embargo, no puede negarse que fue un síntoma del funcionamiento de ese Estado. Uno más entre otros varios acontecidos con anterioridad en el sector cinematográfico. Sin ir más lejos, Jean-Luc Godard había podido estrenar su película Una mujer casada (Une femme marié, 1964) tras varios meses de espera y habiendo sido obligado a cambiar el artículo del título, que en un principio era La femme mariée. Asimismo había sufrido la prohibición durante tres años del estreno de El soldadito (Le petit soldat, 1960). Y otras de sus películas, como Al final de la escapada (A bout de souffle, 1960) o Pierrot, el loco (Pierrot le fou, 1965) solo habían sido autorizadas para mayores de 18 años, debido a su “anarquismo político y moral”. (9) La película de Jacques Rivette no era, pues, sino una víctima más del mismo contexto. Pero solo ella se convirtió en un factor decisivo para la movilización política del mundo cinematográfico, no solo de sus elementos más jóvenes y particularmente de Jean-Luc Godard [...]

9. BAECQUE, Antoine de, La cinéphilie. Invention d´un regard, histoire d´une culture: 1944-1968, París: Fayard, 2003, p.344.

 


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