Botonera

--------------------------------------------------------------

30.5.21

XII. "ISLAS. FUGA Y ABISMO", Mariel Manrique (coord.), Valencia: Shangrila 2021



EJERCICIOS DE CONCENTRACIÓN EN LAS ISLAS
(ACERCA DE DESPACHO DESDE MOMENTOS DE CALMA,
ALEXANDER KLUGE - GERHARD RICHTER, 2013)
Mariel Manrique
[Fragmento]






El cronista que narra los acontecimientos, sin distinción
entre los grandes y los pequeños, tiene en cuenta, al hacerlo, la siguiente verdad: 
de todo lo que sucedió, nada debe considerarse perdido para la Historia…

Walter Benjamin, tesis III, 
Über den Begriff der Geschichte
(Sobre el concepto de historia), 1939-1940. 


Para su edición del 5 de octubre de 2012, el diario alemán Die Welt cedió el control de sus treinta páginas al artista Gerhard Richter. Ese día, el diario se convirtió en un artefacto de arte masivo, poblado en su totalidad por fotografías tomadas por Richter en “momentos de calma”. Richter capturó intervalos y remansos en medio del infierno de la vida contemporánea: silenciosas situaciones de no-infierno. Islas. Fotografías sin título ni fecha, puras imágenes sin indicación de tiempo ni lugar. Un perro dormido al sol, techos nevados, niños que corren y ríen, líneas del horizonte, fragmentos de construcciones en ruinas, un bebé prendido al pecho de su madre, la silueta cetácea de un submarino gigantesco en la superficie del agua, troncos cortados y dispersos en un bosque, anónimos clientes en un bar, un grupo familiar sentado a una mesa (en una imagen fuera de foco), texturas de cortezas, sapos en estanques floridos. Ese día, el diario fue un respiro y una pista hacia la posibilidad de nuevos modos de respiración.

La edición plácida e iluminada de Die Welt aloja, sin embargo, una carga radioactiva. Es posible que esa carga haya pasado inadvertida para muchísimos lectores, y es posible, también, que las fotografías de Richter hayan terminado envolviendo huevos o patatas. Que muchos hayan olvidado esa edición del diario en un bar, y se hayan olvidado de ella. Que pilas y pilas de esa edición hayan sido leídas, descartadas y finalmente trituradas en camiones de basura. Que hayan producido un efecto menor y pasajero, o no hayan producido efecto alguno. No fue así para Alexander Kluge, que sintió la necesidad de comenzar a escribir textos cuando vio esas imágenes. Textos que, en apariencia, no tenían absolutamente nada que ver con ellas. El tándem Kluge-Richter ya había dado a luz un libro llamado Diciembre (Dezember, Berlín: Suhrkamp Verlag, 2010), un volumen experimental de 39 textos y 39 fotografías, concebido bajo la forma de los antiguos calendarios, en el que se mezclaban distintos diciembres y la noción de “calendario”, finalmente, se desmantelaba. (1)

1. Acerca de Diciembre, puede leerse el texto “Stalingrado en las patas de un mamut” (revista Shangrila nº 36, Nieve, octubre de 2020, pp.120-129). 

En ese libro, una serie de fotografías de los bosque nevados de Sils Maria tomadas por Richter, con mínimas y casi imperceptibles variaciones, se alternaban con breves textos “heterodoxos” de Kluge sobre los temas más dispares, que sin embargo acababan convergiendo en ese puñado de temas que lo han asediado desde siempre: los mecanismos de la memoria y el azar, los distintos niveles de la historia, las maneras de experimentarla y la formación de su concepto, la posibilidad de una “conciencia histórica alternativa”, la naturaleza y los efectos duraderos de la destrucción, y el olvido. 

La intención de Die Welt puede haber sido ofrecer un oasis provisorio a sus lectores, para continuar después su línea editorial y volver a ser lo que se conoce estrictamente como un “diario”: una exposición más o menos detallada de los hechos recientes que se consideran relevantes. Relevantes porque son novedosos y porque, al ser novedosos, son “noticia”. Una “noticia”, por definición, es algo nuevo (de new a news, en inglés, la distancia es solo de una letra). La noticia no es algo que se repite. Recordemos el trillado dicho de que no es noticia el avión que llega a su aeropuerto de destino sino el que se estrella, aun cuando el accidente aéreo sea la excepción a la regla y precisamente porque lo es: lo que atrae, y lo que vende, suele ser la desgracia. La intención de Die Welt puede haber sido, entonces, abstraerse por un día de las desdichas y regalar la dicha temporaria, por un día, de las imágenes sosegadas de Richter. 

Sin embargo, esas fotos sin explicación son inquietantes, justamente porque no se explican. Están abiertas a cualquier interpretación, que es lo más peligroso que puede ocurrir con una imagen (por eso los fascismos se sienten tan cómodos con el realismo y le temen al arte “abstracto”). Una fotografía que no se puede “leer” en el sentido convencional en el que solemos leer fotografías (incluidas en un álbum familiar o en un libro de “arte” que las contextualiza; como recuerdo de experiencias pasadas, a modo de souvenir; en afiches, avisos o campañas publicitarias, unidas al producto pertinente; o como ilustración de una “noticia”) es una fotografía “suelta”, desencadenada, lista para liberar preguntas, asociaciones y correspondencias. No está encajonada ni enmarcada; no tiene límites.

Las fotos de Richter publicadas en esa edición singularísima de Die Welt pueden descubrirnos cosas que nunca nos detenemos a mirar, porque son esas fotos en las que parece que no pasa nada, y el tiempo es un puro presente detenido sin “la novedad” de un gesto subrayado o un rostro “especial”. Y pueden, también, generarnos las ganas de ver fotos semejantes más seguido, no solo por la “calma” que destilan sino porque toda calma encierra su misterio [...]






Seguir leyendo: