Botonera

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11.10.21

NOVEDAD: I. "PINTORES DE LA VIDA MODERNA", de Alberto Ruiz de Samaniego, Valencia: Shangrila 2021



390 páginas - 16x23cm - ISBN: 978-84-124128-0-2

 

Con el cuervo de Poe nació la Modernidad. Se trata del impulso de destrucción que estremeció los nervios de Kleist, Victor Hugo, Kafka o Baudelaire. Que fue, como el propio Mallarmé reconoció, su Beatriz. Aire mefítico, analítico; dado que todo análisis implica una descomposición. La Modernidad constituiría la culminación de un proceso de indagación de los signos sobre sí mismos. Así, la esencia de la poesía estaría en la búsqueda que la palabra poética lleva a cabo de su propio fundamento. Esto es algo evidente al menos desde Rilke y Mallarmé. He ahí, también, lo que Balzac propone en La obra maestra desconocida.

Es una pregunta permanente desde el Romanticismo, respondida siempre de forma similar: ha de valorarse en el arte no tanto su estatuto de transitividad cuanto su carácter de producción. En eso, el pintor Frenhofer podría actuar como su primer ejemplo, junto con Hugo. En ese proceso encontramos luego a Moholy-Nagy o Giacometti: su apuesta por una visualidad radical y desabrida, sin concepto ni esquema visivo previo. Porque nunca acabamos de ver las cosas, sino solo su representación mental, en la que la presencia misma se pierde. Tal fatalidad viene de Poe, o de Kleist, está en Baudelaire: el mundo interpretado en el cual los hombres quisieran encontrarse seguros se revela como una estructura falaz que se quiebra bajo la embestida de ese elemento perturbador que se cierne sobre la existencia. El dominio de lo inquietante que se abre ante Rilke, Jean Epstein o Pessoa no solo abarca el mundo externo que rodea al hombre, sino también el universo de la intimidad. 

Pues, en definitiva, la extraña imagen moderna –refractaria al sentido como la muralla de pintura de Frenhofer– no deja de remitir al opaco origen de todo signo. El punto ciego que, como fenómeno latente, oscuro, hace sin embargo posible lo visible. Ese nudo de ausencia que se persigue como en una novela policíaca tiene también su lugar del crimen. Por eso, la actividad de los pintores de la vida moderna se halla tan cercana a la investigación de Sherlock Holmes. Su práctica se desenvuelve en medio de un juego de hechizos y engaños que, al cabo, habrá que disolver, racionalmente, a la manera mostrada por Poe.    
 

Alberto Ruiz de Samaniego. Profesor de Estética de la Universidad de Vigo. Crítico y comisario de exposiciones. Ha publicado, entre otros, los siguientes libros: Maurice Blanchot: una estética de lo neutro (2001), La inflexión posmoderna: los márgenes de la modernidad (2004), Belleza de otro mundo. Apuntes sobre algunas poéticas del inmovilismo (2005), Cabañas para pensar (coord.), (2011), Ser y no ser. Figuras en el dominio de lo espectral (2013), Las horas bellas. Escritos sobre cine (2015), Negro teatro de Jorge Molder (2015), Cuerpos a la deriva (2017), Leyenda de Paradjanov. Ensayos (coord.) (2017), Alegrías de nada. Ensayos sobre algunas estéticas de la anulación (2018), El lugar era el desierto. Acerca de Pier Paolo Pasolini (2019) y La ciudad desnuda. Variaciones en torno a Un hombre que duerme de Georges Perec (2019). 

Ha comisariado, entre otras, las muestras Georges Perec: Tentativa de inventario; Atlantikwall. Arquitecturas bélicas en las playas del oeste; Andrei Tarkovski: fidelidad a una obsesión; La escultura en Fritz Lang; Unterwegs: al paso de Walter Benjamin;  Roland Topor: toporgrafías; Cabañas para pensar.

Ha co-dirigido el film Pessoa/Lisboa (2016).
 
 
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