Botonera

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13.2.22

y XVI. "LUIS VARELA. ACTOR TOTAL. LOS GRANDES GENÉRICOS ESPAÑOLES", Gabriel Porras, Valencia: Shangrila 2022.




14. Luis Varela y la vida.
Volver a nacer. Adiós al teatro


Juan Gea, Luis Varela, Iñaki Miramón y Tamzin Rowsend, actores y directora de Héroes (2018)



Luis Varela ha confesado en más de una ocasión que, cuando falleció su mujer, en 2007, pasó seriamente por su cabeza abandonar la profesión. Sin embargo, la posibilidad de encontrarse de repente inactivo, tras una vida entera trabajando de forma continua, le pareció una posibilidad que podía acarrearle más problemas personales que ayuda para salir del lógico estado en que se encontraba.

No se veía a los 64 años “metido en casa viendo la televisión”, cuando se encontraba en plenitud física y mental y, sobre todo, en un momento profesional de máxima actividad, con ofertas laborales en todos los medios donde había venido desarrollando su carrera durante tanto tiempo. Siempre apoyado por sus hijos, que sienten auténtica adoración por él, le aconsejaron continuar y seguir realizándose a través del oficio que inició cuando apenas contaba diez años. Luis, su hijo mayor, vive muy próximo al actor y está pendiente de su vida (“me tratan como si el hijo fuera yo”, afirma) y Christian, el menor, el famoso Christian Varela, disc jockey de proyección internacional, aunque radicado en Londres, viaja con mucha frecuencia a Madrid.

Hemos podido comprobar en las páginas que preceden, la cantidad e intensidad de la carrera artística de Luis Varela y cómo se incrementa de forma notable en los últimos años. En 2017, se encuentra en plenas representaciones de una comedia a la que ya nos hemos referido, Héroes (de Gerald Sibleyras), dirigida por Tamzin Towsend, con la que además de haber permanecido con éxito en Madrid durante varios meses, estaba siendo llevada a distintos lugares de España, siempre con idéntico éxito. El azar, en forma de un accidente doméstico de aparente escasa importancia, va a provocar un cambio diametral en la vida personal del actor y, por consiguiente, en su vida profesional. Vamos a dejar al propio Luis que nos narre todo el proceso a que dio lugar una caída y un golpe que nada hacía presagiar las consecuencias que acarrearía: 

Tengo que hablar de una persona que tiene que ver tanto en mi vida reciente que, el hecho de que estemos ahora, aquí, hablando, ha dependido de ella. Una persona que me salvó la vida, literalmente. Un amigo, además de vecino, que fue quien me encontró y que estoy aquí por él. Como un mes antes, estando en casa de mi hermana Yolanda, en Benidorm, con la que suelo pasar temporadas, en una casa que tiene dos plantas, ocurrió que, bajando la escalera, me resbalé y me di un golpe en la cabeza. 

El caso fue que, bueno, tras el susto del accidente, que fue, como te digo, un resbalón, pues al no sentirme contusionado ni nada similar, lo dejé pasar. Sin darle más importancia. Sin embargo, a medida que iban pasando los días, me notaba raro, como si me pasaran cosas raras… Se me iba una idea, no recordaba lo que estaba haciendo, de tal manera que me sentía inseguro; a veces, iba andando y sentía como si estuviera borracho. Así un día, otro día, hasta que el día antes de viajar con la compañía para hacer la función unos días en Torrelavega, cuando seguía encontrándome pues francamente mal, aunque me mentía a mí mismo, no quería reconocerme como tal. Como digo, el día anterior de hacer el viaje a Torrelavega, yo iba, materialmente, agarrándome a las paredes. Fue entonces cuando este amigo, al que desde entonces llamo “segundo papi”, Daniel Núñez Cruz, a quien encontré en el rellano de la escalera, me dijo: “Luis, te voy a llevar a urgencias”. Yo le dije: “Pero, cómo que me vas a llevar a urgencias ¿estás loco? Mañana trabajo y tengo que irme a Cantabria y no puedo suspender la función”. Daniel me dijo muy serio: “No sé cómo vas o no vas a suspender, pero yo te llevo al hospital ahora mismo”. 

Y así fue. Me llevó y, cómo sería la cosa, que en cuanto entré en urgencias, me llevaron directamente al quirófano. Tuve la inmensa suerte de que el cirujano que me operó fue don Ramón de la Torre, una eminencia, que realizó un trabajo delicadísimo con una perfección extraordinaria. Todo se desarrolló después de forma rápida a pesar de la duración de la intervención, de la que, lógicamente, no me acuerdo. Lo primero que hizo Daniel al llevarme urgencias hospitalarias fue llamar a mi hijo Luis que ya se había presentado en el hospital cuando llegamos.

El doctor De la Torre le dijo a mi hijo que, si me hubiera acostado aquella noche, no me habría levantado. Yo no sabía, en mi ignorancia al respecto y por no mirarme a tiempo, que un golpe en la cabeza puede tener estas consecuencias tan dramáticas, con la formación de un hematoma subdural o algo parecido. Parece ser que, si el golpe te provoca sangrado, no pasa nada o nada comparable a no hacerlo. Mi hijo Cristian se presentó enseguida, desde Londres, donde vive.

A Dios gracias y a mi entrañable Daniel Núñez, lo puedo contar. Esas cosas que a veces pasan en la vida y que nos reconcilian con el género humano. Sin duda ninguna.

Pregunto a Luis si, una vez recuperado de la operación, sopesó de alguna manera dejar de trabajar, si comenzó ya a planteárselo.

Pues, cuando pude reincorporarme, me sentí aliviado, pero más que por seguir trabajando, por reanudar las funciones y cumplir con los contratos que habíamos concertado anteriormente. Hubo que suspender bastantes, con lo que significa de trastorno para todos, teatros, ayuntamientos, la propia compañía…, pero es una fuerza mayor. Todo el mundo estuvo a la altura de las circunstancias y me sentí arropado y querido. Pero los cómicos siempre tenemos esa preocupación, ese sentimiento. Es algo inherente al oficio. No se puede decir que pensase en retirarme. Tanto fue así que aún he rodado un par de películas y seguí con las representaciones de Héroes, que, insisto, es una obra maravillosa y llena de humanidad, con gran aceptación en todos los sitios donde la hemos llevado. Además, mis compañeros, Juan Gea e Iñaki Miramón son fantásticos.
Hubiera seguido con ella más tiempo, pero uno de los compañeros tenía otra cosa ya ajustada y se decidió acabar. Para mí una manera formidable de acabar en el escenario, desde luego.

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