Botonera

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31.5.22

NOVEDAD: I. "LA NAVE VA", Revista Shangrila nº 40, Valencia: Shangrila 2022



342 páginas - 16X23 cm. - Valencia: Shangrila 2022



La madera cruje. ¿Cómo creer, todavía, en nuestra especie? ¿Cómo enfrentar la crisis de sentido? Peste y guerra. La madera ruge. La nave va. ¿Cómo no rendirse, cómo no ceder? La nave en el ojo del demonio humano, el demonio humano en el ojo de la tormenta. La nave parece resistir, parece naufragar. Es una suma de líneas difusas, de manchas de color, deshechas, en el remolino impávido del temporal. El ojo succiona, descompone. Es una tentación, inmensa. La desesperación es un estado sólido, centrífugo. La desolación es un estado líquido, descompuesto en lágrimas. ¿Por qué no rendirse, para qué insistir? Con el mástil enano, a punto de ser devorado por la enormidad. Con la diminuta bandera hecha jirones, apenas sostenida sobre un abismo de agua. Es la hora del oxígeno escaso, del regreso pavoroso de la trinchera. Peste y guerra. Y la nave va. Está pintada por William Turner y es el rostro elegido de este volumen. Es una suma de disciplina e insistencia, de audacia y empeño en la navegación. Porque es la hora en la que ha vuelto lo que jamás debió volver. 

Al cierre del volumen, una nave delicada cumple su travesía como un mandato, en un paisaje luminoso pintado por Brueghel. La vida sigue, indiferente ante el desastre. Un Icaro niño ha caído del cielo. Sus piernas blancas iluminadas por el sol, escribirá W. H. Auden, se hunden en las aguas verdes. Y la nave va. El pastor continúa su trabajo, los niños patinan en el estanque helado. La vida sigue como un dato ambiguo: insoportable y necesario, inevitable y aterrador. “Mañana será otro día”. El día de la reconstrucción, de lo que quede. El día de alzarse entre las ruinas. 





Mientras tanto, cargamos en esta nave de papel nuestras monedas: la necesidad de la escritura; las manos temblorosas de ciertos pintores; el cine de Murnau y Lang; las últimas películas de Bergman; el stalker de Tarkovski; la mirada de Alice Rohrwacher y de las mujeres que construyeron westerns; el mundo según Philip K. Dick y las promesas del Este según David Cronenberg; las ganas de llorar y los perros de Kiev. 

Nuestras monedas son nuestras pasiones. ¿Un gesto inútil? ¿Un plan de evasión, una estratégica dosis de anestesia? Puede ser. Y puede ser, también, una razón. Una razón para vivir. Para seguir viviendo. 
 

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