Botonera

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10.11.22

VI. "PÁJAROS", Revista Shangrila nº 41, Pasión Rivière (coord.), Valencia: Shangrila, 2022




Y EL ÁNGEL MATÓ AL PÁJARO

A propósito de
Para recibir el canto de los pájaros
Jorge Sanjinés, 1965
(Fragmento inicial)

Pasión Rivière

Asiel Timor Dei, círculo del Maestro de Calamarca, c. 1680,
Museo Nacional de Arte, La Paz, Estado Plurinacional de Bolivia



Vino el amor, el supuesto y declarado amor, y plantó bandera. Tu tesoro eran los pájaros. El amor vestía como un ángel. No quería tu cuerpo sino la imagen que de tu cuerpo se había hecho, y estaba dispuesto a martirizar tu cuerpo para meterlo en ella. Una imagen es una caja, una jaula. Tenía que sujetar tus piernas, cruzarte las manos en la espalda, alzarte en cruz o arrodillarte tembloroso a sus pies, para que no faltaras ni sobraras, con dulces palabras o a presión. Con la fuerza del látigo o la curiosidad. No trepidaría en torturarte para que aprendieras la lección. Era cultivado, era progresista. Estaba convencido de haberse adelantado. Vino el amor a conquistar, a ajustar tus medidas al formato de su fotograma, a hacer de tu cosmogonía su colonia. Vinieron los eclesiásticos y dijeron: “Si deseas mantener esta colonia para siempre, que no hable como habla, que no piense como piensa, que no se llame con el nombre que ha tenido hasta ahora”. En tu mundo no había robos ni ladrones, pero tampoco médicos. Vino el amor a hacer turismo de ocasión en tus aldeas, a instruirte y evangelizarte. A desengañarte, quisieras o no. A exigirte que le dieras las gracias. Tu religión eran los pájaros. 

Vino con cascos, escudos y caballos. Con sus abalorios y sus biblias. Su épica y su marca colonial. No perdió tiempo en aprender tu idioma, no se sentó a escuchar tus usos y costumbres. Su plan era imponerse, exhibir su certeza vertical, apalancarse en tu perplejidad, hendir y avanzar desde tu mansedumbre. Educarte desde sus alturas, anexarte a su mapa, hacerte el favor de grabarte sus manuales. El amor vino a arrasar. Marchaba en línea recta mientras quemaba el bosque. Los árboles ardían mientras él imponía su versión. De todas las cosas. Con las mejores intenciones. “Lo hago por tu bien, corazón”. Por tu bien te llevaba a su escuela, te hacía la guerra, te robaba el oro. No seas áspero, no seas tan primario ni tan bruto. El amor vino con su razón instrumental y se burló de tus pobres instrumentos, hechizados y dispuestos a recibir el canto de los pájaros. El amor no era tan ciego: vio tu oro, vio tu paisaje alucinante. Descollaba en sordera cultural. Estaba embelesado con su voz. La afinaba y le daba de comer, la bañaba y la peinaba con moñitos. Tu tierra era su coto de caza. Su parque de diversiones personal. 

Para recibir el canto de los pájaros, filmada en 1965 por Jorge Sanjinés, expone y revive el drama de la conquista en una puesta en escena especular. Dos escenas cifran el núcleo de ese drama con una precisión desoladora. La comunidad indígena que el director filmado por Sanjinés ha venido, a su vez, a filmar celebrará la fiesta de los pájaros, en la que estos cantarán y transmitirán a sus instrumentos ancestrales el encanto de nuevas melodías. Antes de esa fiesta, dos integrantes del equipo de sonido salen a cazar pajaritos [...]

 



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