Botonera

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19.5.23

X. "UNA VUELTA MÁS", REVISTA SHANGRILA Nº 42-43, Valencia: Shangrila, 2023.




JE EST UN AUTRE
A PROPÓSITO DE VIVIR SU VIDA DE JEAN LUC-GODARD
[Fragmento inicial]

Constanza Nieto Yusta


Vivir su vida



 ¿Qué es el hombre? Un estar entre dos abismos.
Victor Hugo, Toute la lyre.

   El otro: pieza maestra de mi universo.
Michel Tournier, Viernes o los limbos del pacífico.



Apenas un año después del estreno de Al final de la escapada (À bout de souffle, Jean-Luc Godard, 1960), Jean-Luc Godard confesaba en una entrevista concedida a Michèle Manceaux cómo el cine podía concebirse como un lenguaje en íntima conexión con el pensamiento, como un vehículo de las ideas capaz de reflexionar sobre la propia vida:

En cine, se puede contar una historia y también se puede contar la historia de una idea.
La puesta en escena es como la filosofía moderna, digamos Husserl, Merleau Ponty. No están las palabras por un lado y el pensamiento por el otro. […]. Cuando digo que la puesta en escena no es un lenguaje, quiero decir que es al mismo tiempo pensamiento.
Es la vida y la reflexión sobre la vida. Por eso en mis películas hago que mis personajes hablen de todo. Los capto en la vida misma. (1)

1. GODARD, Jean-Luc, Pensar entre imágenes. Conversaciones, entrevistas, presentaciones y otros escritos, Barcelona: Prodimag-Intermedio, 2010, p.20.

Enlazando con algunos de los principios sobre los que se sustentó la Nouvelle Vague –la ruptura con los esquemas narrativos clásicos o la formulación de una nueva mise-en-scène concebida en términos de lenguaje y pensamiento–, Jean-Luc Godard señalaba cómo el cine, el pensamiento y la vida formaban parte de la misma ecuación. El cine se revelaba como el laboratorio de la vida, como “el paraíso para estudiar la vida y vivirla al mismo tiempo”:

Tengo la impresión de que busco quién soy, por qué, qué es la vida y qué son los otros, y el cine tiene la ventaja de permitirme vivir la vida. […] No veo diferencia entre mi vida y el cine; antes tenía ideas sobre el cine, ahora las vivo. (2)

2. GODARD, Jean-Luc, op. cit., pp.60-61 y 177.

Filmar la vida, vivir filmando, estar viviendo de forma simultánea a estar haciendo cine, se había erigido en el medio más idóneo con el que dialogar con la existencia y explorar, de este modo, las relaciones entre el yo, el sí mismo y los otros. Y este principio del cine como una máquina discursiva capaz de desvelar la dialéctica entre la Mismidad y la Alteridad jamás abandonaría al director: entre 1972 y 1973 afirmaría que hablar de sí mismo era el mejor modo de escuchar a los demás pero, también, a la inversa, que el único modo de oír el sonido de la propia voz residía en escuchar a los otros; en 1978  declararía de nuevo su necesidad de acercarse a los demás, “para que los demás puedan verme”; y ya en los años ‘90, en una entrevista con Alain Bergala, Godard insistía en esta misma dialéctica como parte de su concepción del hombre: “Siempre se es dos en uno. Los otros están en uno mismo”. (3)

3. Las afirmaciones de 1972-1973 se encuentran en BERGALA, Alain (comp.), Jean-Luc Godard par Jean-Luc Godard (Tome I), París: Cahiers du Cinéma-Éditions de L’Étoile, 1985, p.367, y BRENEZ, Nicole (coord.), Jean-Luc Godard. Documents, París: Éditions du Centre Pompidou, 2006, p.240. Para las ideas de 1978, véase GODARD, Jean-Luc, op. cit., p.139. La entrevista de los años ‘90 se encuentra en BERGALA Alain (comp.), Jean-Luc Godard par Jean-Luc Godard (Tome II), París: Cahiers du Cinéma-Éditions de L’Étoile, 1998, pp.17-18.

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Aunque fue a raíz de Mayo del ‘68 que Godard convertiría el discurso de los otros en la condición sine qua non de su filmografía, Vivir su vida (Vivre sa vie, Jean-Luc Godard, 1962) puede considerarse un manifiesto avant la lettre de todas las inquietudes que cristalizaron en su cine desde finales de los años sesenta. (4)

4. A la luz de los acontecimientos del Mayo francés, Godard reformuló su cine como un espacio de diálogo análogo a un aula, a una escuela. Nacía entonces lo que Serge Daney denominó como “pedagogía godardiana” y que consistiría en un incesante reconocimiento del discurso del otro. Este reconocimiento del otro se materializaría en la concepción del filme como un proceso abierto, puesto a disposición de un espectador erigido en el principal protagonista a la hora de desgranar el/los sentido/s de la película; o en la incorporación incesante de citas como modo de activar la dialéctica entre el yo, el cineasta, y los demás, las otras voces del mundo. DANEY, Serge, “Le Therrorisé (pédagogie godardienne)”, Cahiers du Cinèma, nº. 262-263, enero 1976, pp. 32-39. 

Ya en el mismo título del filme se encuentra una clara indicación para desentrañar los significados que atraviesan la película. (5) La historia de Nana, una joven que se ve arrastrada a la prostitución, se resume en un título que es casi una sentencia: Vivir su vida. La elección no es, en absoluto, una casualidad o un aspecto sin importancia: para Godard el cine consiste en filmar, en imaginar o en la preocupación por el montaje pero también es una actividad que implica escribir, describir, y definir las palabras que están indisociablemente unidas a la imagen. (6) Si se han descartado para el título otras formas posibles como “vivo mi vida”, “vivir mi vida” o “viviendo la vida” es porque en el uso de la primera persona del singular –yo (vivo)–, del presente –vivo–, del posesivo en primera persona –mi vida– o del gerundio –viviendo– se estaría indicando una vida activa, en pleno presente, y con el control de la propia existencia, algo que es precisamente lo contrario a la experiencia vital de la protagonista. Si el título final del filme es “Vivir su vida” es porque Godard sabe que en él se condensa la dialéctica que el sujeto mantiene con los otros: el infinitivo “vivir” permite expresar la plenitud de la significación del verbo, no limitarlo a una persona en particular, y “su vida” refuerza la connotación impersonal, ampliando el significando de la vida más allá del yo y/o la primera persona. “Su vida” es la vida que Nana podría afirmar que es suya, pero también “su vida” puede ser la vida de alguien que no soy yo, la vida más allá del sí mismo, la vida de “cada cual”, de “cada uno”, de cualquier otro. (7)

5. “El título siempre viene antes. [….] Los títulos se convierten en paneles indicadores artísticos. El título me dice en qué dirección debo buscar”. GODARD, Jean-Luc, Pensar entre imágenes, p.405.

6. GODARD, Jean-Luc, op. cit., p.64.

7. Tal y como mostró Paul Ricoeur, la dialéctica entre el yo y el otro no solo existe entre el ser humano y el mundo sino que es parte fundamental de la misma naturaleza del sujeto. Desde el momento en que se es un “yo” –un “yo mismo”– pero también un “sí mismo” –una entidad distinta al yo sobre la que se puede reflexionar como si de otro se tratara–, el sujeto solo puede comprenderse como un sí mismo como otro. RICOEUR, Paul, Sí mismo como otro, Madrid: Siglo Veintiuno Editores, 1996. 

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