COORDINADOR: AGUSTÍN RUBIO ALCOVER
CASTRO DE PAZ, José Luis; CERDÁN, Josetxo:
Del sainete al esperpento.
Relecturas del cine español de los años 50.
Madrid: Cátedra, 2011.
Del sainete al esperpento.
Relecturas del cine español de los años 50.
Madrid: Cátedra, 2011.
POR AGUSTÍN RUBIO ALCOVER
Tenemos entre manos un volumen, como los buenos licores, con cuerpo: servido en vaso corto, está destilado para beberse a palo seco, de un sorbo, y después de tragado quema en la boca y obliga a dejar reposar el estómago –a más de uno se le atragantará, o le producirá ardor de estómago. Y es que, aunque a primera vista pudiera parecer que se trata de una repaso al cine español de los cincuenta al uso, nada más lejos de la realidad: el objetivo consiste nada más y nada menos que en poner las cosas, todas, en su sitio, alejado de donde una mira bastante errada las situaba. Los autores sostienen una valiente hipótesis revisionista, etimológicamente hablando, y a mucha honra, contundente y reiteradamente expresada, desde la introducción hasta las conclusiones, acerca del objeto en sí. Tómense algunos párrafos como exponentes de esta osadía, políticamente incorrecta a partes –(man)dobles– iguales, que reparte estopa a diestro y siniestro: “Al represor sistema franquista le surgió un aliado donde menos lo esperaba. Un interesado pentagrama [por el célebre dicterio de Juan Antonio Bardem, según el cual el cine español era “políticamente ineficaz, socialmente falso, intelectualmente ínfimo, estéticamente nulo e industrialmente raquítico”] con evidentes errores en su partición, una historia que se quiso y se pudo resumir en poco más de cien palabras [la así titulada de José María García Escudero], cómo no ridiculizándola, y un Nuevo Cine Español (el primero), fueron los elementos principales de un ataque frontal que sufrió el cine popular español entre la segunda mitad de la década de los años cincuenta y principios de los años sesenta (…) el Franquismo contó con el más insospechado aliado: buena parte de la militancia antifranquista que, en un proceso de ceguera progresiva, había acabado identificando al cine popular español con el cine franquista, mal que, tristemente, arrastra sus consecuencias hasta nuestros días (…) [este trocamiento] se produjo y se encuentra en el origen de buena parte de los mayores problemas que tendrá el cine español a partir de la década de los años sesenta (…) algo se pudo salvar y (…) aunque de manera subterránea, las formas culturales atacadas de manera tran brutal en el crítico momento de su reubicación modernista pudieron sobrevivir” (pp. 10-11).
Otra de las dimensiones en que se concreta este freno y marcha atrás para devolver el estado de la cuestión a sus justos términos es de carácter epistemológico: Castro de Paz y Cerdán se atreven a proponer la rehabilitación de lo que, en apropiación macarrónica del francés plenamente instalada en la literatura especializada –casi siempre para descalificar los planteamientos de esa naturaleza–, puede denominarse como un cierto evenemencialismo, exento ya de impregnaciones teleológicas: “…para la presente investigación, las películas van a ser tratadas como acontecimientos históricos. El término acontecimiento viene siendo fuertemente discutido desde que a inicios del siglo XX la Escuela de los Annales francesa lo pusiese en su punto de mira y lo acusase de ser la base de la historia rankiana, aquella historia política que sólo se preocupaba de los momentos destacados de los grandes hombres (y sólo muy ocasionalmente mujeres) de la historia. Nuestra intención en esta investigación es la de alejarnos de dicha interpretación, bajo nuestro punto de vista muy útil en su momento para lanzar una historia social, pero hoy demasiado alicorta, y recuperar la noción de acontecimiento” (p. 19).
Los autores prefieren la cualitatividad a la cuantitatividad, y eligen un corpus intencionadamente ajeno a varias de las características de la historiografía tradicional que viciaban los resultados: así, prescinden de “cualquier intención completista, globalizadora o representativista (...) Los textos que han abordado la década de los cincuenta en el cine español han tomado prácticamente siempre el modelo binario de enfrentar eso que se llamó, y todavía se llama, continuismo, y que sería algo así como los discursos oficiales del Régimen hechos materia fílmica, frente a la disidencia, configurada por aquellos que se opusieron al mismo. Discha dicotomía reproduce, en cierta forma, esa otra de la historia cultural que enfrenta el modelo oficial de cultura, un modelo que se quiere imponer, y la cultura popular, un modelo que se quiere resistente ante esas fuerzas de imposición” (p. 23); no en vano, una de las ideas fuertes consiste en que las películas folclóricas contenían una “inusual riqueza (…) auténtico momento de transición hacia un modelo integrador de los aires de la Modernidad que ya se extendían por Europa” (p. 114). En esa defensa del cine intermedio, y después de un útil y necesario recordatorio de las líneas por las que se rigió el cine español de la década previa con cuyo estudio se consagró el primero de los firmantes del presente texto, (1) Del sainete al esperpento –título, todo sea dicho, afortunadísimo, por tan polisémico como inequívoco– realiza cinco catas en la producción patria de los cincuenta, a saber: “Relectura(s) sobre regeneracionismo(s) y disidencia(s)”, sobre Luis García-Berlanga y, sobre todo, el antecitado Bardem; “Habitar ‘ese cuerpo deshabitado’ o inquilinos para el cine español”, monográficamente centrado en Nieves Conde; “Lo popular y el cine de género (I): los cineastas de la posguerra. Nuevas formulaciones genéricas”, que trata por encima a Rafael Gil, Luis Lucia, Ignacio F. Iquino, Julio Coll, Miguel Lluch y algún otro; “Lo popular y el cine de género (II): renovaciones y excesos”, dedicado a Manuel Mur Oti, Ladislao Vajda y Fernando Fernán-Gómez; y “Transformaciones en el modelo industrial: el caso Suevia Films-Cesáreo González”, que condensa y actualiza la muy relevante aportación que Castro de Paz y Cerdán hicieran en su día sobre el productor gallego. (2)
1. Un cinema herido. Los turbios años cuarenta en el cine español (1939-1950). Barcelona: Paidós, 2002.
2. Suevia Films-Cesáreo González. Treinta años de cine español. Santiago de Compostela: Xunta de Galicia-Servicio Central, 2005.
Al atenerse a esta senda, Castro de Paz y Cerdán cubren un tránsito de maduración de su punto de vista y sus posiciones que es delicado, incluso desde el punto de vista sentimental, moral y ético, por cuanto supone soltar amarras, poner tierra de por medio o enmendarle la plana, tácita o explícitamente, a maestros queridos y voces consagradas: así, el desmentido de la tópica atribución de la etiqueta de “regeneracionista” a ¡Bienvenido, Míster Marshall!, representa correr un tupido y elegante velo, y echar de paso en el benévolo olvido, sobre nada menos que el título de un artículo bien reciente, firmado por una eminencia en la materia respetada por ellos –y por quien suscribe–; el examen matizado de la obra de José Antonio Nieves Conde coge el toro por los cuernos y se quiere reformulación del “tan poco sutil análisis” del riguroso Carlos F. Heredero (p. 85), (3) a quien se encuadra en la “historiografía tradicional” (p. 97); y se carga con fuego de artillería (pesada) al tirar con bala contra “lo que cansinamente [algunos, a quienes como ellos no nombran, tampoco nosotros lo haremos] cansinamente denominan una y otra vez ‘vacuos ejercicios estilísticos’ o ‘texturas caligráficas’” (p. 93).
3. Las huellas del tiempo. Cine español 1951-1961. Madrid-Valencia: Filmoteca Española/ICAA-Ministerio de Cultura y Filmoteca de la Generalitat Valenciana-IVAECM, 1993.
Aparte del señalamiento de alguna errata y alguna reiteración, tanto en el propio texto como de algunos retales procedentes de obras previas –“fragrante” por “flagrante” (p. 31); “sujestiva” por “sugestiva” (p. 95); la condición de obras “profundamente críticas con la situación de una España injusta, atrasada y cursi, hondamente desesperanzadas”, de las obras de Wenceslao Fernández Flórez, así como la lectura de toda una corriente del cinema nacional de los cuarenta como metáfora de las “tristezas, destrucciones y soledades históricas, entonces, convertidas en lúcidas heridas del deseo”; no tanto por discutir ni el contenido ni los planteamientos, que compartimos plenamente –o por más modesta y atinadamente decir hacemos nuestros– como por cuestionar alguna presuposición y, así, poner a la vista la subjetividad desde la que este trabajo está construido, si se nos permite la ironía, en absoluto malévola, Castro y Cerdán son unos optimistas declarados, en la medida en que a la intrínsecamente discutible cientificidad de la Historia responden tirando por la calle de enmedio: “…narración y ciencia, en su caso, lejos de ser antitéticas, eran necesariamente complementarias” (p. 22); y a la no menos espinosa cuestión de los límites del análisis replican, siguiendo a Paul Ricoeur, que “…interpretar (…) consistirá en orientarse en el sentido indicado por esta relación de interpretación que forma parte del propio texto” (pp. 22-23) –vale, pero… ¿qué es ese “sentido indicado”? ¿Qué y hacia dónde indica? ¿Cuál es y dónde se encuentra ese “sentido común” que últimamente reivindica Santos Zunzunegui, a quien este trabajo no por casualidad está dedicado? Y, sobre todo, ¿por qué indica lo que indica el primero y es común el segundo? ¿Son esos límites lógicos naturales, necesarios? ¿Es ahí donde debe el analista levantar la mano?
No admiten estos interrogantes contestaciones, ni fáciles ni difíciles, sino acaso siempre precarias, provisorias, de compromiso de cada analista, en tanto en cuanto que individuo, consigo mismo. Lo cual ni refuta en modo alguno ni un punto ni una coma de Del sainete al esperpento, con el que se podrá estar de acuerdo o no, con el todo o en partes, pero llamado sin duda a convertirse en un futuro en piedra de toque con la que habremos de vérnoslas cuantos, tirios o troyanos, nos las veamos en lo sucesivo con el cine español del decenio en cuestión.
Bienvenido Mr. Marshall, José Luis García Berlanga, 1952