Botonera

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12.12.13

XIX. "ASÍ EN EL CINE COMO EN EL MUNDO: 'PAISAJE EN LA NIEBLA' ", Luis Alonso García, Shangrila revista nº 18-19, "Theo Angelopoulos. El paso suspendido: punto de encuentro".




Paisaje en la niebla, Theo Angelopoulos, 1988




Ver, sentir, pensar

Pocas películas suscitan en mí el deseo de hablar –mucho menos de escribir– en el momento en el que se apaga la luz de la pantalla y se encienden las luces de la sala. La íntima necesidad de alargar el texto fílmico un poco más allá de sus bordes materiales hace que piense que la callada es la respuesta que la imagen y el sonido exigen, un silencio en el que se tallen –suave, lenta, nítidamente– ciertas y escasas palabras. Días, semanas, meses, años, cada filme tiene su plazo idóneo para obligar al verbo a salir de su guarida, para hacer que las palabras resuenen en el hueco de un silencio que es, en mí, el lugar natural de las imágenes y los sonidos de la pantalla.

Quiero creer que el mundo se salvará por el cine. Para mí el cine es el mundo y es mi viaje. Intento encontrar algunas pequeñas utopías que puedan maravillarme, intento creer en ese viaje con el cine (Angelopoulos, 1988, entrevistado por Serge Toubiana y Frederic Strauss).

Hay sin embargo una película en la que, en su estreno, ese silencio se vio roto nada más abandonar la sala: Paisaje en la niebla (Topio stin Omichli, Theo Angelopoulos, 1989). A la salida del cine, cuando la oscuridad de la sala se fundía con la de la calle, y sin haber aún pronunciado una palabra, mi acompañante rompió en un largo y quejumbroso llanto. Contenida durante el visionado, al final no pudo retener las lágrimas que el filme le pedía. Durante diez minutos estuvo llorando en la calle, ella apoyada en mi hombro y ambos quietos en una negrura que no parecía tener fin.

Mientras yo esperaba a su lado –no hay mucho que hacer cuando alguien llora por algo tan leve o tan duro como el destino de unos personajes de película–, una oscura idea se iba formando en mi cabeza, aunque no fuera el momento más idóneo ni el lugar más apropiado para concretarla: ¿Había conseguido Angelopoulos una nueva definición del extrañamiento brechtiano, basado no en la distancia del espectador respecto al texto sino en la distancia, en el interior del espectador mismo, entre el motivo (en la sala) y el efecto (en la calle) de la emoción? ¿Había caído uno de los grandes autores del distanciamiento –únicamente conocido en España entonces por el pase televisivo de dos de sus grandes textos históricos: El viaje de los comediantes (O Thiassos, 1975) y Alejandro el Grande (O Megalexandros, 1982)– en las prácticas de la fácil y trucada melosidad? o, por el contrario ¿había descubierto una nueva manera de enlazar el desapego y el arrebato, la reflexión y la emoción, repartiendo ambos pares de conceptos en dos tiempos, el durante y el después del filme? (...)


Así en el cine como en el mundo:
Paisaje en la niebla
Luis Alonso García







THEO ANGELOPOULOS
EL PASO SUSPENDIDO: PUNTO DE ENCUENTRO
Shangrila revista nº 18-19
20x28cm. - 328 páginas