Botonera

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22.9.14

SHANGRILA TEXTOS APARTE - ENTREVISTA EN EL DIARIO "EL MUNDO-CANTABRIA"








Jesús Rodrigo García, responsable de Shangrila Textos Aparte. La revista de ensayo y sus otras publicaciones satélite conforman un archipiélago, en la oferta española, caracterizado por la calidad y por una radical independencia que sus seguidores valoran.


“SOMOS NUESTRAS PUBLICACIONES, ELLAS INFORMAN DE QUIÉNES SOMOS”


Jesús Rodrigo García (Valencia, 1958) es el responsable de Shangrila Textos Aparte, una de las mejores publicaciones sobre cultura audiovisual que hay en España y que se “fabrica” en Santander. García no llegó de vacío. Anteriormente dirigió Ediciones de la Mirada (Valencia, 1994-2001) y en su etapa actual lleva ocho años al frente de Shangrila.


¿Por qué Shangrila…?

Shangrila es la mítica y utópica ciudad donde se desarrolla una película de Frank Capra de 1937, Horizontes perdidos. Hemos ‘recuperado’ ese nombre para la metafóricamente nave que para nosotros es Shangrila. Una embarcación que navega con no poca perseverancia en busca de nuevos horizontes perdidos.
Hay una frase de Víctor Erice que yo traslado a la actividad que realiza Shangrila Textos Aparte y al ámbito personal. Creo que nos define: “Ser cineasta es un hecho existencial, no profesional”. Se puede cambiar la palabra cineasta al gusto e interés de cada cual.

Ya son ocho años de andadura de Shangrila, ¿cómo recuerda los inicios y cómo ha evolucionado el proyecto hasta ahora?

El inicio hay que situarlo en una experiencia editorial anterior que, desde Valencia, mi ciudad de origen, y junto a otras personas, también dirigí: Ediciones de la Mirada (1994-2001). En cierta forma, Shangrila Textos Aparte retoma el testigo que dejó Ediciones de la Mirada y continua la labor que esta comenzó.
Shangrila Textos Aparte empieza publicando únicamente una revista digital, Shangrila. Después de once números y a raíz de la cantidad de descargas que tenía desde Internet, me planteé junto con Nacho Cagiga, que también procede de Ediciones de la Mirada, comenzar a publicar en papel. Y lo hicimos con la propia revista y, después, tras comprobar la buena acogida que tenía, incorporamos los libros. A día de hoy, nuestra actividad está centrada en la publicación en papel con seis colecciones de libros y la revista. Nuestra evolución viene marcada por un progresivo asentamiento cada vez un poco más sólido.

¿Quién está detrás de la revista y sus publicaciones?

Somos nuestras publicaciones, ellas son las que informan de forma clara quiénes somos. Después, en primer término estoy yo, y a continuación una serie de personas que participan y apoyan porque consideran que es necesario o pertinente que el espacio que ocupamos se siga desarrollando y consolidando. Detrás no hay nadie, al lado, todos los que colaboran, bien sea escribiendo o realizando tareas de maqueta, diseño o haciendo paquetes y cajas para enviar a sus destinos. No hay detrás ningún mecenas ni grupo que nos sustente. Lo que nos mantiene es la propia venta de las publicaciones, nada más.

Hay una clara y decidida voluntad de periferia. El mismo lema ‘Un espacio fuera de cuadro’ es una declaración de principios. ¿Qué necesidad hay de mantenerse aparte?

No tenemos ninguna vocación de marginalidad tal como esta, románticamente, se entiende. Si dijéramos que nos situamos en ella haciendo todo lo que hacemos, sería una ingenuidad y una flagrante contradicción. Sí que creo que toda reflexión debe ser marginal por principio, no se trata de la descripción del lugar desde el que se escribe o se realiza una actividad, sino una actitud ante la reflexión y la actividad que esta conlleva. Nos situamos en los bordes y la periferia del discurso y la actividad del mundo cultural. Es una forma vital de ‘estar’ en ese y este mundo, una manera de vivir. Estamos y somos, por lo tanto, un espacio fuera de cuadro porque estamos ‘aparte’ de la lógica social y cultural imperante, provenga esta de donde provenga, bien sea institucional o no. Y, aparte también de los círculos que desde los grandes núcleos urbanos han tenido y tienen un peso muy concreto y de aquellos otros más minoritarios que actúan con exclusividad.

Si Shangrila Textos Aparte sigue existiendo ocho años después, es que tiene su público…

Así es, si después de ocho años Shangrila Textos Aparte sigue existiendo es porque tenemos un público. De otra forma sería imposible mantenernos.
Nos financiamos única y exclusivamente de lo que produce la venta de las publicaciones, a excepción de una pequeña ayuda a la publicación de la revista que nos concede el Ministerio de Cultura. No optamos a ninguna otra ayuda institucional del estado o autonómica. También es cierto, todo hay que decirlo, que al ser una asociación cultural no podemos presentarnos a las ayudas para la edición de libros porque estas están excluidas. Accedemos a nuestro público de la misma forma que puede hacerlo cualquier espacio o editorial que realiza nuestra misma actividad. Eso sí, hacemos hincapié y ponemos un marcado acento, como ya he dicho, en una intensa labor muy específica, a veces personalizada, desde Internet.

¿Cómo se nutren de colaboradores y qué relación establecen con ellos?

Los colaboradores proceden bien de los contactos personales que tenemos o que hemos mantenido de la etapa de Ediciones de la Mirada, bien porque lo proponemos y, mayoritariamente, hay predisposición a participar con nosotros, bien porque hacemos un rastreo por blogs, webs y revistas, y después de leer lo que se escribe cada uno, decidimos contactar personalmente con aquella persona que nos interesa. Esto ha llevado a que colabore con nosotros un amplio espectro generacional y teórico, lo cual se refleja de forma plural y enriquecedora en las publicaciones. No nos gustan las vías unidireccionales.

¿Por qué el cine?

No nos consideramos una editorial especializada en cine, aunque parezca todo lo contrario. Somos un espacio de edición de ensayo, donde diversas disciplinas se ven trufadas unas con otras. Vivimos un tiempo que se caracteriza por un constante cruce de caminos en el pensamiento y la reflexión, y donde el cine y la cultura audiovisual, su representación en imágenes y su consumo, es innegable que juegan en el mestizaje un papel muy importante. La historia cinematográfica está plagada de transmigraciones de otras disciplinas. Lo que intentamos es reflejar esa constante hibridación en las publicaciones. Unas veces, el cine como tal está más presente, otras no.

La programación cinematográfica, orientada al menos hacia el gran público, es cada vez más mediocre. ¿Es usted pesimista u optimista de cara el futuro?

Hace poco en una rueda de prensa, el cineasta Víctor Erice, dijo, más o menos, que el cine tal como lo hemos entendido y contemplado desde sus comienzos aquellos de mi generación y más atrás en el tiempo, claro, está en vías de extinción. Ahora se abre otro camino de la mano de las generaciones más jóvenes y del audiovisual. Comparto dicha reflexión. Pero, no por ello, hay que caer en un discurso envuelto en la nostalgia, sino que, sin olvidar el pasado, hay que vivir el tiempo que nos ha tocado, comprenderlo, proponer herramientas para ello y actuar en él. Quedarse en la defensa del “verdadero” cine frente a la “barbarie” y generalizar esta no creo que sea muy inteligente. A dónde se dirige el audiovisual está por ver.

¿En qué estado de salud se encuentra la crítica?

La crítica, no solo cinematográfica, está en una encrucijada. La irrupción y acceso a los medios digitales ha influido mucho por una parte de forma positiva, pero también la ha degradado. Se ha desarrollado la democratización y participación por la facilidad de acceso a estos medios, pero por otra también se ha extendido la banalización. Habría que tener clara cual es la función de la crítica y su valor pedagógico según desde donde se ejerce. Ese valor pedagógico, que no es muy bien visto ni considerado, se ha perdido casi por completo.

¿La cultura cinematográfica de nuestros mayores es superior a la actual?

No creo que esté a años luz en cuanto a calidad o conocimientos de las generaciones anteriores. Es distinta. Depende, naturalmente, de si se tienen ciertas inquietudes. Sí es cierto que se detecta una dejadez o desinterés. El momento audiovisual actual a veces funciona como una espiral o trituradora en la que prevalece la inmediatez y en donde todo cabe y vale. Se lleva por delante a los “muertos” y creo que quien no respeta “a sus muertos” no sabe bien hacia dónde va. Ahí estamos.