En su estructura misma, en el tatuaje marcado sobre su propia piel, las ciudades contemporáneas muestran que una comunidad pura y absoluta de hombres sin cosas nunca existió ni existirá jamás: es en las cosas y a través de las cosas donde los hombres pueden encontrarse. Toda ciudad es una cosa que existe solo gracias a las cosas. Las ciudades no son y jamás podrán ser un hecho puramente humano. Son una forma del mundo, una colección de cosas además de hombres.
El bien en las cosas.
La publicidad como discurso moral
Emanuele Coccia
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