Botonera

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8.2.17

III. "LA CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA DE ÁNGEL FERNÁNDEZ-SANTOS", JOSÉ ANTONIO PLANES PEDREÑO, Shangrila 2017




Ángel Fernández-Santos en la redacción de El País


[un] fenómeno vuelve a debilitar los cimientos de la crítica de cine. Desde finales de la primera década del presente siglo, tiene lugar su progresiva marginación en las páginas culturales de la prensa escrita, con el consiguiente despido de los críticos titulares de muchos de los grandes diarios a nivel mundial. Este hecho está ligado a la multiplicación de opiniones y valoraciones sobre cine que proveen muchas páginas webs, foros, blogs, redes sociales, etc., desde internet. La deslegitimación de la crítica tradicional en la Red es, en realidad, uno de los muchos efectos de un proceso más amplio, habida cuenta de que los nuevos medios sociales surgidos en ese ámbito provocan una crisis general del ecosistema comunicativo. La reducción del espacio de la crítica escrita en los medios de comunicación no es, en consecuencia, un fenómeno aislado sino uno de los síntomas de un panorama comunicativo que sigue sin encontrar la solidez de su antiguo modelo estructural y económico.

Así las cosas, nos encontramos con que la figura profesional del crítico cinematográfico parece estar perdiendo su autoridad gradualmente. Pero las dos circunstancias que ocasionan ese declive no menoscaban la importancia del ejercicio crítico profesional, principalmente por una poderosa razón práctica: internet ha originado un aumento de las ventanas de exhibición del consumo audiovisual, y los aficionados ya no visionan cine únicamente en las tradicionales salas de exhibición. Además de la televisión y el DVD, el visionado del producto audiovisual abunda en dispositivos móviles, páginas webs, redes sociales, directorios de almacenamiento de vídeos, etc. Estamos inmersos, pues, en una nueva era de la comunicación audiovisual, la denominada «pantallocracia», por lo que, hoy más que nunca, necesitamos la figura de un profesional que ayude a orientar al espectador dentro del marasmo de una oferta audiovisual inabarcable.


Resulta, pues, palmario que para llevar a cabo esa tarea orientativa es necesario el despliegue, implícita o explícitamente, de unos criterios estéticos con los que discernir la calidad de las obras cinematográficas. No en vano, si la crítica profesional dejara de existir, los espectadores quedarían a merced del marketing y de la publicidad, es decir, de las estrategias que las grandes empresas audiovisuales llevan a cabo para persuadir a los usuarios del consumo de sus productos, haya en ellos o no calidad estética. Así las cosas, estaríamos bajo el yugo de lo que Jean-Michel Frodon denomina el «El Gran Prescriptor» para referirse al mercado y a las técnicas de marketing, desde donde emanan la totalidad de las prescripciones y referencias, siempre interesadas, en materia fílmica.


Debido a este horizonte repleto de dudas e incertidumbres en el ejercicio crítico, este libro propone una reflexión sobre el valor de la crítica y de sus criterios estéticos. Y para ello busca modelos de práctica crítica como el que se infiere de la producción periodística de Ángel Fernández-Santos (1934-2004), cuyo paradigma de estética cinematográfica reivindicamos, entendiendo el término paradigma como el conjunto de modelos, ideas y tradiciones de índole estético con que se lleva a cabo una selección y jerarquización del repertorio cinematográfico, los cuales generan unos esquemas conceptuales que se activan durante la lectura de la obra audiovisual
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