Botonera

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4.5.17

VI. "CELULOIDE ALUCINADO. LOS ESTADOS ALTERADOS POR DROGAS EN EL CINE POSMODERNO", José Ramón García Chillerón, Santander: Shangrila 2017




El almuerzo desnudo, David Cronenberg, 1991



[...] nos centraremos primero en la evolución de la representación de los efectos de la drogas en la historia del cine. En este sentido obviamos, por ejemplo, un buen número de títulos a los que se hace referencia en el recorrido histórico en los que la droga es utilizada como recurso dramático para el desarrollo de la trama, pero en los que, sin embargo, no existe ninguna voluntad de experimentación audiovisual en torno a la representación de las posibles permutaciones mentales derivadas de su uso, entre otros: Más poderoso que la vida (Bigger tan life, Nicholas Ray, 1956), Un sombrero lleno de lluvia (A hatful of rain, Fred Zinnemann, 1957), Clockers (Camellos) (Clockers, Spike Lee, 1995); o igualmente otros que no aparecen mencionados como Yo, Cristina F (Christiane F. Wir Kinder vom Bahnhof Zoo, Uli Edel, 1981), Pusher: un paseo por el abismo (Pusher, Nicholas Winding Refn, 1996) o Traffic (Traffic, Steven Soderbergh,  2000). Asimismo, extrapolaremos esta restricción a un gran número de films híbridos entre el cine social y la exploitation que, aglutinados bajo la etiqueta de “cine quinqui”, proliferaron en España a partir de finales de los ‘70 y, sobre todo, durante la década de los ‘80, en los que, si bien es cierto que la temática de las drogas era una constante, no existía el más mínimo interés estilístico por plasmar sus efectos en la pantalla, sino que ésta era utilizada como ingrediente exploit y como elemento para denunciar la situación marginal que sufrían sus protagonistas.

En la segunda parte del volumen, mucho más extensa, pues constituye el núcleo central de nuestra investigación, abordaremos la cuestión de cómo el “celuloide alucinado” eclosionó definitivamente con el surgimiento de la posmodernidad. Para ello nos detendremos en el análisis pormenorizado de una serie de películas escogidas que, a nuestro juicio, concentran las cualidades esenciales de este estilo cinematográfico. De esta manera, tomaremos como objetos de estudio tres películas que, en nuestra opinión, resultan ejemplares para entender el concepto de “celuloide alucinado”. Estas películas son: El almuerzo desnudo (The Naked Lunch, David Cronenberg, 1991), Miedo y asco en Las Vegas (Fear and Loathing in Las Vegas, Terry Gilliam, 1998) y A Scanner Darkly (Una mirada a la oscuridad) (A Scanner Darkly, Richard Linklater, 2006); tres adaptaciones cinematográficas cuyos correspondientes literarios se erigen como obras fundamentales para entender el movimiento contracultural estadounidense en sus diversas fases. En su condición de autores voluntariamente desapegados de las corrientes literarias imperantes, tanto William S. Burroughs (autor de El almuerzo desnudo) como Hunter S. Thompson (autor de Miedo y asco en Las Vegas) y, en menor medida, Philip K. Dick (autor de Una mirada a la oscuridad), cuyo estilo resulta más convencional aunque su temática se muestre igualmente crítica frente a los mecanismos de control impuestos por el sistema, destacan por una prosa iconoclasta, que tiene en la fragmentación y el caos uno de sus principales rasgos formales.




 Miedo y asco en Las Vegas, Terry Gilliam, 1998


Por esta razón estas novelas, en las que los autores reflejan su experiencia directa con las drogas, fueron tradicionalmente consideradas como imposibles de adaptar, tanto por su conflictiva temática como por su separación radical de la narrativa lineal clásica, y no fue hasta que la posmodernidad cinematográfica estuvo bien asentada, más o menos a partir de la década de los ‘90, cuando se rodaron sus respectivas versiones fílmicas. No es de extrañar, por tanto, que hayan tenido que pasar varias décadas para que el lenguaje cinematográfico tuviera el nivel de autorreflexión alcanzado por la novela moderna. Es por esto que consideramos legítimo que no haya sido hasta tiempos tan recientes cuando se han dado las primeras manifestaciones definitivas de “celuloide alucinado”, mientras que desde que el hombre comenzó a habitar conciencias alternativas y aprendió a comunicarse, ha tratado de explicar con palabras las distintas percepciones que las drogas le producen.

De forma que, a modo de síntesis, las razones por las que finalmente hemos decidido elegir estos tres títulos como objetos de estudio principal del ensayo que tienen entre sus manos están directamente relacionadas con la manera que todos ellos tienen de abordar la plasmación de las sustancias psicoactivas en la pantalla fundamentándose en la importancia capital que tiene el individuo como intérprete directo de las alteraciones que los efectos de las drogas producen en su consciencia. Asimismo, hemos de destacar el hecho de que las tres películas sean obras integradas en el contexto del cine posmoderno, dirigidas además por autores con una visión extremadamente personal del medio; y, por último, mas sin restarle importancia, debemos resaltar su condición de adaptaciones cinematográficas de obras literarias de culto escritas por personalidades imprescindibles para entender la relación sociopolítica entre el uso de las drogas como acto libertario y una revolucionaria visión del mundo que se plasmó a partir de la segunda mitad del siglo XX. Las obras en que se basan fueron publicadas, en este sentido, durante la etapa que va de 1959, año en que salió la primera edición de El almuerzo desnudo, a 1977, fecha en la que vio la luz Una mirada a la oscuridad, una época que resultó marcada por la eclosión popular de la contracultura como revulsivo frente al adocenamiento en el que se había sumido la sociedad estadounidense tras la Segunda Guerra Mundial.



 A Scanner Darkly (Una mirada a la oscuridad), Richard Linklater, 2006


Para afrontar el análisis de estas películas, hemos desarrollado un método propio que conjuga diversos aspectos de otros métodos, en la creencia de que es lo que mejor se adapta a los intereses de nuestro estudio, con una especial atención a la noción de “focalización” introducida por Gérard Genette. Si bien, por cuestiones evidentes, hemos de extrapolar la fundamental aportación de Genette, referida originalmente al análisis de textos literarios, para poder aplicarla al lenguaje cinematográfico, por lo que en nuestro análisis utilizaremos la diferenciación establecida por Jost y Gaudreault entre focalización (el saber) y ocularización (el ver – la mirada en tanto posición de la cámara). De esta manera, abordaremos las tres películas que ocupan la segunda parte del volumen desde las más diversas perspectivas, si bien sobre todas las demás imperara un análisis eminentemente cinematográfico que dedicará especial atención a cómo el uso de la ocularización y la focalización interna afecta a la representación de los efectos de las drogas en el texto fílmico, constituyendo así el origen del “celuloide alucinado”. 

Fragmento de la introducción y 5