Botonera

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30.1.18

III. "KINO DELIRIO. EN PRESENCIA DE UNA IMAGEN", Roberto Amaba, Shangrila 2018








En Walden. Diaries, notes, and sketches (1969), Jonas Mekas intercala tres planos con flores y vegetación entre el cartel que lo anuncia y la persona de Carl Theodor Dreyer. La trilogía parece funcionar como atrio, como recibidor, como jardín. A estos tres le seguirán otros treinta y cuatro. Quizá sean treinta y tres o treinta y dos porque, a pesar de explorar el segmento fotograma a fotograma, no es fácil diferenciar un salto y un barrido de un corte. En cualquier caso, este mínimo episodio de Walden dedicado a Dreyer dura treinta y cinco segundos y contiene unos treinta y ocho planos. Quitando los tres rincones del jardín, he reunido el resto en una hoja de contactos.

Para una mirada inquieta resulta edificante cómo Mekas, en este ejercicio apasionado y espontáneo de técnica del retrato, termina siendo preso político de la dictadura del encuadre. Intenta la evasión, busca los vacíos y hasta la abstracción aun a costa de abandonar al modelo. Multiplica los cortes y reduce los fotogramas confiando en disimular las fronteras gracias a la (dis)continuidad gráfica y a nuestra precariedad perceptiva. Se aprecian sus esfuerzos por dotar de vida al momento, por hacer valer el subtítulo de sketch. Pero lo cierto es que choca contra los vértices y las aristas –¡contra los barrotes! – del encuadre. En plena reconciliación con el cine, Serge Daney aseguraba que el plano era la crueldad, la obligación de no huir.


Bolex en mano y editando en la propia cámara, asistimos a intentos frustrados de pinceladas sueltas y poco empastadas. Ni siquiera la amabilidad del subestándar le ofrece la suficiente libertad para hacer realidad aquel sueño de Brakhage de la cámara como extensión natural de la mano. Frans Hals apabullado por Picasso. Dreyer acuchillado, descuartizado de facto y a duras penas remendado por este admirable Doctor Frankenstein. Quién sabe si con Maria Falconetti en el recuerdo.

Nota bene: septiembre de 1965.

I made this little film portrait of Dreyer on the 17th of September 1965, in New York. He said he was very interested in what I was trying to do in the possibilities of film portraiture [Jonas Mekas].




Lo que busco en mis películas, lo que deseo conseguir, es llegar a penetrar hasta los pensamientos más profundos de mis actores, a través de sus más sutiles expresiones (...) La continuidad de los planos es para mí importantísima (...) Y confío mucho en los planos largos. Se gana en todos los sentidos. Y el trabajo con los actores se vuelve mucho más interesante porque, para cada escena, se forma una especie de conjunto, una unidad que les inspira y les permite vivir con mayor intensidad y justicia [Carl Th. Dreyer].