Botonera

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30.4.19

VI. "Cine-Diario (Edición integral 1981/1986)", Serge Daney, Shangrila 2019





François Truffaut / La mujer de al lado



[...] hay dos Truffaut. Dos autores para una obra doble. Un Truffaut-Jekyll y un Truffaut-Hyde que, desde hace más de veinte años, fingen ignorarse. Uno respetable y el otro, sospechoso; uno ordenado y el otro, perturbador. Tarde o temprano, tenían que encontrarse, compartir una película como se comparte un territorio [...]

El Truffaut-Jekyll gusta a las familias. Las tranquiliza. Hay toda una serie de filmes firmados François Truffaut que no son sino el intento, más o menos logrado, de reconstruir familias. Extraño proyecto, bien lejos del “familia, los odio” que habíamos creído escuchar (equivocadamente) en su primera película (Los cuatrocientos golpes). La manera de proceder del Truffaut-Jekyll es siempre la misma: practica una suerte de química de las afinidades y las incompatibilidades a partir de un elemento aislado (por ejemplo, un niño perdido o encontrado), trata de ver en qué conjunto puede integrarlo, cuántos personajes pueden sumarse así (uno más uno más uno…), hasta llegar a la saturación. Estos conjuntos se llaman la Familia (adoptiva), la Cultura, la Sociedad, el Cine (Truffaut es un heredero de los grandes cineastas del pasado) [...]

El Truffaut-Hyde es todo lo contrario. Asocial, solitario, fríamente apasionado, fetichista. Tiene todo lo que hace falta para atemorizar a las familias, porque las ignora en absoluto, ocupado como está en vivir pasiones exclusivas y privadas. Hay así toda una serie de películas firmadas François Truffaut centradas en parejas bizarras y estériles, que exhalan un fuerte perfume a cadáver o incienso. Parejas compuestas por un hombre y una efigie: mujer viva o muerta, imagen de mujer, desfile de mujeres, muslo de mujer [...]

Truffaut-Hyde y Truffaut-Jekyll se encuentran en La mujer de al lado [...]


La apuesta de Truffaut con La mujer de al lado es salir de La habitación verde, mezclar el guion-Hyde (la pasión enfermiza y privada) y el guion-Jekyll (los otros, la vida pública). Hacerlo sin que uno predomine sobre el otro, sin que el espectador tenga que elegir entre ambos. Porque cuanto más entramos en el detalle de la pasión, más sensibles debemos ser ante las mil resistencias que la contrarían desde lo real. ¿Apuesta imposible? ¿Equilibrio demasiado inestable? Una formación de compromiso, dicen los psicoanalistas que algo saben de las artimañas del deseo, “satisface a la vez el deseo inconsciente y las exigencias defensivas”. Una formación de compromiso es un montaje entre el deseo y la represión [...]