Botonera

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21.2.20

RESEÑA DEL LIBRO "LA CASA DE OZU", Marta Peris Eugenio, Shangrila 2019




Reseña del libro La casa de Ozu,
Marta Peris Eugenio, Shangrila 2019,
en la revista digital El antepenúltimo mohicano,

Por Miguel Ángel Muñoz Garnica

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Buenos días


La forma de rodar los espacios del cineasta japonés Yasujiro Ozu siempre ha despertado una gran fascinación. Su estilo, muy reconocible, se fue refinando a lo largo de varias décadas hasta destilar sus rasgos autorales, que en su mayoría derivaron de la adecuación a las arquitecturas interiores típicas del país: "planos tatami", los encuadres frontales de los personajes, los ejes espaciales de 360 grados, los planos vacíos que puntúan las secuencias, la cámara (casi) siempre fija... Pero en el caso de Ozu, los estilemas visuales no son meras adecuaciones al diseño de las casa niponas. Los decorados del cineasta entrañan, en sí mismos, reducciones de los auténticos hogares de su época. Con una parte de su realidad y otra parte, no menos importante, de moldeado para la imagen cinematográfica. Dicho de otro modo, Ozu documenta a la vez que inventa la casa japonesa, y de este acabado derivan todas las normas de uso de su cine. Sus personajes tienen una manera muy particular de moverse, ocultarse o relacionarse entre sí en estas arquitecturas, del mismo modo que a su espectador se le requiere una forma distinta de situarse en ellas.

En La casa de Ozu, la arquitecta Marta Peris Eugenio sintetiza este fenómeno con una frase: "La mágica experiencia de habitar en la imagen". Lejos de ser un tratado sobre arquitectura aplicado a las películas, el libro pone todos sus recursos analíticos al servicio de la comprensión de dicha experiencia, puramente cinematográfica. Si a uno asaltan los temores de que Peris pueda perpetrar una apropiación de los estudios fílmicos desde su formación como arquitecta, estos quedan disipados solo con la introducción, en la que en un autorretrato fotográfico del maestro es capaz de identificar toda la idiosincrasia visual de sus películas. La lucidez de la autora para el análisis formal se complementa con un enfoque muy riguroso, que huye de toda explicación en clave cultural (o política, o social) más allá de los términos necesarios para explicar la configuración de los espacios domésticos japoneses. Esto es, estamos ante un estudio sobre cine que habla realmente de cine, algo que (paradójicamente) no abunda en la literatura especializada en este campo.

Peris abre con un capítulo dedicado a Buenos días (Ohayo, 1959), en el que asienta los cimientos de la casa de Ozu. Presta especial atención a su estructura interna: los cuartos, pasillos, corredores, su disposición y la forma en que se abren unos a otros. Con ello, ilustra uno de los conceptos claves del libro: las múltiples circulaciones. Es decir, las diferentes posibilidades que tienen los personajes de atravesar la casa sin cruzarse. Los mapas del hogar de la familia protagonista elaborados por la propia autora nos dotan de un esquema mental muy rebelador para comprender la forma tan especial de habitar este espacio. El siguiente capítulo, centrado en El otoño de la familia Kohayagawa (Kohayagawa-ke no aki, 1961), sigue desarrollando la idea de las circulaciones múltiples, dado que resulta de especial importancia en una película donde las subtramas de la familia protagonista tienden al secretismo, a ocurrir a escondidas y ajenas a las demás.

Los siguientes capítulos se dedican a Flores de equinoccio (Higanbana, 1958), Primavera tardía (Banshun, 1949), La hierba errante (Ukigusa, 1959) y El sabor del sake (Sanma no aki, 1962), y en ellos afloran otras cuestiones a las que la autora presta atención, siempre traducidas al tratamiento de los espacios fílmicos: el conflicto entre tradición y modernidad, la ausencia, la importancia de las comunidades vecinales (o lo que Peris llama la expansividad de la casa), los escenarios masculinos frente a los femeninos, las relaciones entre hogar y exterior en la figura del jardín... La casa de Ozu, en fin, es un trabajo excepcional que sabe transmitirnos su perspicacia, una visita cautivadora que nos permite ver el hogar del maestro con una mirada un poco más sabia.